Díaz Canel: el reparto del poder económico y político y la hora de las bofetadas

Elías Amor Bravo economista

Continuando con lo expuesto en una entrada anterior de este blog titulada “Los cambios en el área económica del gobierno han sido mínimos, pero de envergadura” y atendiendo las peticiones de algunos lectores sobre aclarar mi posición en este tema, quiero introducir algunos elementos adicionales de reflexión que sirvan para entender eso que cito como “envergadura”.

Primero. El modelo comunista de planificación central sin derechos de propiedad ni mercado ha conducido a la economía cubana a una peligrosa segmentación en dos grandes bloques poco relacionados entre sí lo que impide superar las trabas y obstáculos que limitan su crecimiento. El ministro de economía ofreció los datos no hace mucho tiempo. La circulación mercantil se fragmenta en un 70% en pesos cubanos y un 30% en divisas y MLC.

La primera economía, la pobre, la de los pesos, es la estatal, ineficiente, incapaz de alimentar a la población, focalizada en la actividad del sector presupuestado y la empresa estatal insolvente. Es la economía de los apagones, de la falta de electricidad, de las viviendas destruidas, las colas, la canasta normada y los pésimos, y cada vez de menor calidad, servicios de educación y salud, pagados y bien pagados por los tributos de los cubanos.

Es también la economía del déficit y endeudamiento público, de la bancarrota estatal, que ha empujado la tasa de inflación a niveles insoportables con un notable empobrecimiento de los cubanos.

Por el contrario, el segundo segmento de la MLC y los dólares/euros, es el abierto, internacional y orientado a lograr divisas. Además, es el segmento en que opera sus actividades el consorcio GAESA que mueve hilos para satisfacer sus objetivos al margen del estado. Los comunistas han logrado que estos dos segmentos estén cada vez más separados entre sí. Cualquier idea de unificación, es rechazada por el régimen. Ni la tarea ordenamiento lo ha logrado.

Segundo. El nuevo gobierno de Díaz Canel se estructura sobre esta segmentación económica creada por el modelo comunista a partir de la constitución de 2019. El poder político se divide en función de los segmentos de la economía.

Tercero. Díaz Canel ha situado dos piezas del primer nivel del régimen para dirigir cada uno de estos segmentos de la economía. A Alejandro Gil, como viceprimer ministro, y responsable de economía y planificación, le concede un tentáculo directo sobre Finanzas y precios, donde la molesta Meisi Bolaños, ha pasado a la historia. En su lugar, Vladimiro Ale no se enfrentará a Gil y buscará la forma que el plan de la economía y sus incumplimientos, afecten lo menos posible al presupuesto. Una tarea que resulta muy difícil. Los demás ministros sectoriales (comercio, agricultura, turismo, transportes, etc.) quemados y cuestionados por el pueblo, han sido mantenidos al frente del segmento de economía interior pobre, ineficiente y estatal para que acompañen a Gil en su aventura.

En cambio, en el segmento de la actividad exterior, rico, de divisas, inversiones, remesas y exportaciones, los cambios son significativos. Allí donde estaba Malmierca (que ha sido fulminado) Díaz Canel ha repescado y colocado a otro viceprimer ministro, el eterno Ricardo Cabrisas, un aparatchik al que se recompensa por su trabajo adelantado durante la visita de la comitiva de Díaz Canel a Rusia. Y de paso, Cabrisas se hace con el botín del ministerio de exteriores e inversión extranjera para ponerlo a disposición de GAESA, de tal modo que pueda operar lejos de la economía pobre del interior y se vea afectado en la menor medida posible por la regentada por Gil.

Cuarto. El reparto de poder económico y político ha sido injusto con Gil. No cabe la menor duda. Le ha tocado bailar con la peor, y posiblemente le estén dando un mensaje claro: hay que mejorar, hay que salir del agujero, como sea. Para eso está Marrero, para recordar con su cantaleta continuamente que se tiene que trabajar de otra manera. Cuando es él quien tiene que dar ejemplo. Para eso es primer ministro.

Quinto. La operación ha salido bien a Díaz Canel, al menos de momento. De ahí el calificativo de “envergadura”. Con esta nueva estructura de gobierno, cada segmento de la economía tiene un responsable al frente, y sobre ellos, Marrero tendrá que dilucidar los conflictos y controversias que, a buen seguro, aparecerán con más intensidad. No es lo mismo diseñar políticas públicas para la economía abierta y orientada a divisas, que para la interior, pobre, ineficiente y en pesos cubanos.

Y si Marrero no es capaz de encontrar la solución a los conflictos, la patada hacia arriba golpeará en toda la cara a Díaz Canel. El conflicto entre los comunistas ortodoxos y castristas de convicción que tendrá que controlar Gil, contra los militares y segurosos enguayaberados que se encontró Raúl Castro al suceder a su hermano, se mantiene igual de vivo, y lejos de desaparecer, ha sido institucionalizado con esta maniobra por Díaz Canel mediante este injusto reparto económico. Nada bueno para la economía cubana y mucho menos para salir del actual agujero. 

El conflicto entre los poderes va a seguir y cada vez más lacerante. Habrá que ver a Cabrisas enfrentado con Gil por el tema de las mipymes o una regulación determinada del descontrol monetario. No tardará en merendarse al joven ministro de economía. Los años no pasan en balde y en el castrismo, la antigüedad es mucho más que un grado. Cabrisas lo sabe. Marrero también. A Díaz Canel se lo han explicado muy detallado y claro. Hay quien quiere en Cuba ganar mucho dinero. 

 

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