Los cambios en el área económica del gobierno han sido mínimos, pero de envergadura.

Elías Amor Bravo economista

Parece una contradicción, pero es que, en la retórica castrista, lo anormal es encontrar decisiones racionales y eficientes. Esto es lo que ha sobrevenido en el área económica en este comienzo de legislatura.

Por empezar por algún sitio, Díaz Canel ha ratificado en el cargo al responsable del desastre económico nacional, Alejandro Miguel Gil Fernández, que se mantendrá como titular de Economía y Planificación y viceprimer ministro. Razones hay de sobra para enviar a Gil a descansar, de modo que su continuidad es difícil de asumir. Además, sale reforzado en cierto modo, al otorgarle un máximo nivel competencial después de Marrero.

Alguien que ha llevado la economía cubana a los peores registros de largo plazo, con la aparición del drama de la estanflación, el descontrol de los equilibrios económicos y la continuidad de las prohibiciones que impiden a los actores económicos funcionar normalmente, debería, simplemente por ética y responsabilidad, presentar su dimisión y marcharse a casa. Desgraciadamente, ese verbo no se conjuga fácilmente en el castrismo.

Pero, sin lugar a duda, el cambio más espectacular del equipo económico ha sido la salida, yo día el cese fulminante, de Rodrigo Malmierca, que se queda en el limbo al ser eliminado de su ministerio que pasa a ser ocupado por el viceprimer ministro Ricardo Cabrisas Ruiz, que además asumirá el cargo de ministro del comercio exterior y la inversión extranjera que pierde Malmierca.

Parece que los acuerdos con los rusos están detrás de esta decisión de Díaz Canel en favor de un veterano de la seguridad del estado, que parecía descolgado de la primera línea política, pero que ha vuelto con más fuerza que nunca. Malmierca se marcha con un récord de fracasos en inversión extranjera, pero, sin embargo, ha sido el ministro que diseñó mecanismos más audaces para recaudar ingresos para el estado aprovechando los esfuerzos de comercio exterior de los trabajadores por cuenta propia. Se va con la insatisfacción del deber incumplido y desde luego, anotando un fracaso absoluto de las inversiones extranjeras y, posiblemente, dolido, porque no lo esperaba.

Y luego hay cambios menores, casi imperceptibles en el equipo económico. Por ejemplo, en finanzas y precios, decimos adiós a Meisi Bolaños, que es reemplazada por Vladimir Regueiro Ale, hasta ahora segundo en la jerarquía del departamento y del que solo se conoce que participó en el juicio de Londres para declarar ante el tribunal por la demanda de CRF contra el BNC. La recompensa debe venir por ahí.

Lo cierto es que Meisi había realizado una gestión desastrosa, elevando el déficit del nivel del 6% del PIB en 2019 a más del 20% en 2022, y provocando un descontrol monetario disparando la inflación en más de dos dígitos tras la aplicación de la tarea ordenamiento. Las consecuencias de una pésima gestión se han llevado por delante a Meisi aunque hay dudas que Regueiro lo haga de forma diferente.

Y poco más. Hay cambios en los ministerios del área educativa, con la incorporación de Naima Trujillo Barreta, como ministra de Educación y Walter Baluja García, en calidad de ministro de Educación Superior. Más alejados del área económica también son nuevos Alfonso Noya Martínez, presidente del Instituto de Información y Comunicación Social y Raúl Omar Acosta Gregorich, presidente del Instituto de Ordenamiento Territorial.

Pero lo curioso es que, en el área económica, salvo Malmierca y Meisi, los demás continúan en sus puestos y fueron ratificados por la asamblea.

El recuento es sorprendente. Por ejemplo, la ministra de comercio interior, Betsy Díaz Velázquez, sigue al frente de su área pese a que nadie entiende dicha circunstancia, a la vista del pésimo estado del comercio estatal, del desabastecimiento de las tiendas en MLC, la permanente escasez y los fracasos continuos de los experimentos. La continuidad de Betsy es un buen ejemplo del premio a la obediencia partidista.

También hay continuidad inexplicable en el ministerio de la agricultura, a pesar del fracaso de las “63 medidas” y de la falta de productos de alimentación cotidiana. Pero Ydael Pérez Brito ha conseguido la ratificación a pesar de que su gestión es un desastre.

Otro tanto se podría decir de René Mesa Villafaña, ministro de la construcción, incapaz de superar el objetivo de 25.000 viviendas que se fijan desde hace años, y que mantiene una escasez dramática de alojamiento que obliga a las familias a hacinarse en pequeños espacios. Él es responsable directo de que los escasos recursos de la construcción solo atiendan la demanda hotelera. Y, sin embargo, ahí continúa.

Igualmente, Eduardo Rodríguez Dávila, ha logrado mantenerse como ministro de transporte, en uno de los ámbitos más agónicos de la economía, agravado en los últimos días por la escasez de combustible que frena la necesaria movilidad, y que tampoco ha servido para desplazar al ministro responsable del desastre, Vicente de La O Levy, que sigue de ministro de energía y minas a pesar de que las colas en las gasolineras o el suministro de gas apuntan a un peor escenario en los próximos meses. ¿Qué decir del responsable de los apagones? Pues que los comunistas lo han vuelto a premiar ratificándolo en el cargo. De La O Levy en cualquier país democrático habría sido fulminado de forma inmediata.

También se mantiene Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de trabajo y seguridad social, de la que solo se sabe que está haciendo actualmente una encuesta, y es llamativa la continuidad del ministro de turismo, Juan Carlos García Granda, pese a que mantiene en 2022 un nivel de entradas de viajeros más de un 40% inferior al registrado en 2019.

Otros dos ministros ratificados son Manuel Sobrino Martínez, de la industria alimentaria y Eloy Álvarez Martínez, ministro de industrias, de los que se sabe bien poco y que mantienen el nivel del sector un 20% por debajo del alcanzado en los años 80 del siglo pasado. También se ha ratificado en el cargo a Joaquín Alonso Vázquez, ministro-presidente del Banco Central de Cuba sin autonomía para diseñar y aplicar una política monetaria al uso.

Es increíble que Díaz Canel no haya dado un impulso a la gestión de su equipo de gobierno y trasladar cierta esperanza a una población que cada día se encuentra más alejada de los dirigentes del régimen, discrepando con la mayoría de decisiones de gobierno. 

Mal comienzo para una legislatura y torpeza política de quien dice representar los intereses de todos los cubanos. Pueden estar seguros de que los cambios, si no han llegado ahora, no tardarán. Este gobierno nace quemado.

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