La Contraloría: del control administrativo al control popular
Elías Amor Bravo economista
La agenda tan intensa de Díaz Canel le había impedido mantener un encuentro o reunión de balance con contralores y auditores, y en particular con la señora Bejarano, otrora estrella del firmamento de la economía comunista cubana, y ahora quizás, en sus horas más bajas.
La señora Bejarano es la mandamás de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Auditoría, principal instrumento del régimen en la “lucha contra la corrupción” de los muchos que existen.
En el encuentro, Díaz Canel destacó “el acompañamiento y apoyo que han dado a la dirección del país en todas las tareas que se han planteado” y agradeció “el empeño, entrega, responsabilidad y compromiso; planteando cosas nuevas, cómo salir adelante, cómo dar soluciones a nuestros problemas” a los directivos, especialistas y jóvenes de ese organismo y de las áreas de auditoría de ministerios, entidades nacionales, empresas, órganos locales del Poder Popular y otros ramos que participaron en el evento.
Para Díaz Canel es importante que la Contraloría busque para cada medida aprobada por el régimen “una interpretación de cómo controlar la implementación de esas medidas para que tengan efecto”. ¿Pero es que acaso esta tarea no la debe realizar el que propone la medida, es decir, el gobierno? Pero ¿es que se ignora por los dirigentes del régimen los principios básicos de la buena gobernanza? No es extraño que medida tras medida, todas fracasen. Este es un buen ejemplo.
A continuación, la señora Bejerano presentó una ponencia sobre los retos y proyecciones para el desempeño de la entidad que preside en este ejercicio, dando una de cal y otra de arena, muy a su estilo.
En primer lugar, pidió detener la tendencia al decrecimiento y bajo completamiento de las plantillas en ese sistema. También se van los controlares a Estados Unidos, Europa o América Latina. Saben que su experiencia y cualificación les puede ayudar a ser contratados como auditores en consultoras en las que van a ganar seis cifras al año y no pasar las privaciones del comunismo. No es extraño que la señora Bejarano se queje de falta de mano de obra.
En segundo lugar, pidió promover una cultura de prevención y control en las administraciones, y elevar el rigor en el enfrentamiento a las manifestaciones de indisciplinas, ilegalidades y corrupción en el ámbito de la gestión administrativa. Una que se ofreció para estar al frente de las turbas represoras, que tanto gustan a los comunistas. La Contraloría parece que es para otro tipo de cosas.
Tercero, pidió actualizar y optimizar las vías de autocontrol de las administraciones, y reducir los aspectos que se han de chequear. Es decir, menos trabajo para su organización, y si fuera posible, mirando para otro lado si aparecen problemas que pueden crear alguna dificultad a la jerarquía. No. Así no se debe jugar.
Cuarto, mencionó la realización de la próxima Comprobación Nacional del Control Interno, que evalúa los resultados económicos; la calidad de las acciones de prevención y control, y el incremento de la agilidad en la tramitación y respuesta a las quejas y peticiones de la población, entre otros objetivos. Lo cierto es que se sabe poco de esas comprobaciones anuales. No sería mala cosa que se divulgase el resultado de los trabajos.
Díaz Canel, muy en su papel, dijo conocer jóvenes en todas las provincias dispuestos a trabajar en la Contraloría, de hecho la UJC estaba presente en el acto, y se extendió una vez más en la aplicación del término de su cosecha “capacidad innovadora, desde el concepto de resistencia creativa” para aplicarlo a la tarea cotidiana de los auditores. Qué poco sabe Díaz Canel de los trabajos de auditoría.
En la clausura del encuentro, Díaz Canel destacó la alta formación ideológica de quienes integran la Contraloría General de la República y el Sistema Nacional de Auditoría. Quizás por ello tengan dificultades para retener profesionales que están hartos de tanta ideología. Habló de las consecuencias negativas del bloqueo, que en su opinión ha generado un contexto propicio para el incremento de las indisciplinas sociales, las ilegalidades, el delito y la corrupción.
Y añadió, “ante la lógica imperialista, impongamos la lógica socialista” apoyada en la resistencia creativa, término de su cosecha y que se debe concretar en la participación y diálogo de los trabajadores. Cuando parecía que se estaba despidiendo, recurrió como no podría ser de otro modo, al tema de su tesis doctoral, el paradigma de gobierno basado en ciencia e innovación, comunicación social e informatización y transformación digital, que pidió fuera aplicado a la actividad de la Contraloría. Y todo ello, sin olvidarse de la “batalla contra la corrupción, contra la simulación, contra la desvergüenza, y contra la doble moral”, anteponiendo la “moral socialista y el trabajo honrado y creador”.
Un discurso radical, de posiciones enconadas, alejado de la realidad y que viene a mostrar las enormes debilidades de Díaz Canel y del modelo que intenta defender a ultranza. La obsesión con el enfrentamiento a la corrupción es mayor que la corrupción misma que se ha instalado en la sociedad, que como hemos destacado en este blog tiene mucho que ver con el aparato de normas administrativas y jurídicas del sistema comunista cubano. Que ahora Díaz Canel no solo quiere aplicar desde la Contraloría sino con el control popular, para lo que anunció que “se necesita al pueblo controlando y hacer más transparente los procesos”. Agárrense que vienen curvas.
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