El castrismo, el 1º/5º de mayo y la cápsula temporal
Elías Amor Bravo economista
Cuando un sistema político se resiste a cambiar se encierra en una cápsula temporal y deja que el tiempo, simplemente pase. Esto es lo que acaba ocurriendo a Cuba. Sus dirigentes, celebrando casi una semana más tarde el 1º se mayo, han dicho que no se olvidan de las "causas del proletariado mundial". Como si en 2023 existiera proletariado mundial y si realmente a éste le interesase Cuba y su régimen político para algo.
No tiene sentido que, viendo lo que se ve en este 1º de mayo desangelado y bochornoso, calles oscuras, miseria, falta de gasolina, de comida, destrucción patrimonial y productiva, los comunistas cubanos se empeñen en continuar con la cantaleta de que "Cuba apuesta por un mundo que sea más humano, en el que realmente el hombre aprenda a ser hermano del hombre". Este tipo de mensajes surgen cuando se abre la cápsula temporal, y algún dirigente comienza a decir cosas que, por supuesto, son aireadas sin remilgos por la prensa estatal, a su servicio.
Sesenta y cuatro años son más que suficientes para comprobar si un experimento funciona o no. De hecho, celebrar el 1º de mayo un día 5 de mayo, es un buen ejemplo de lo que estamos diciendo, pero incluso, faltando a la verdad, los dirigentes comunistas resaltaron que este “homenaje al proletariado mundial” contó con una participación destacada de la población dispuesta a compartir valores con sus hermanos de otros lares. Mentira.
Dirán lo que quieran, y se pondrán como deseen, pero el 1º o el 5º de mayo, qué más da, ha sido un fracaso absoluto, y no parece que haga falta insistir mucho en ello. Poco a poco, los comunistas cubanos van observando que sus índices de apoyo social se van situando en los porcentajes que obtiene esta ideología en otros países, por ejemplo, en Rusia, un 7% en España por un estilo.
No pueden sacar más de 10% de los votos, y en Cuba, si hubieran unas elecciones democráticas, plurales y libres, obtendrían muchos menos. El descrédito y el desapego social con las majaderías comunistas, son más que evidentes. La llamada revolución cubana, de los grandes desfiles monocolores de raíz estalinista, se ha quedado disuelta con unas marchas de camisetas descoloridas por dos calles del Vedado. Y poco más.
¿Acaso este es el final de la historia y no nos damos cuenta? Puede que sí, pero aún se tienen que cerrar vías de agua, como esas declaraciones de Díaz Canel ante la relatora de la ONU diciendo que en Cuba se respetan todos los derechos humanos, al tiempo que mantiene encerrados a más de 1.000 presos políticos en las cárceles y amenazada a la población. Ante esas declaraciones, se debería haber producido una protesta masiva de todo el cuerpo diplomático extranjero en la Isla, pero ya se sabe, si tu me cuidas, yo hago lo mismo contigo.
Y luego está la cuestión del proletariado. Aquí es donde el régimen comunista cubano se encuentra, si cabe, más alejado de la realidad. Sería bueno saber en qué proletario están pensando, porque en los países occidentales desde hace décadas, ese modelo desapareció, para ser sustituido, en medida creciente, por un empleado empoderado, cualificado, dispuesto a trabajar online con apoyo en las más modernas tecnologías, y que realiza sus funciones en empresas del sector servicios principalmente. Los comunistas cubanos ajenos a los cambios en el mundo, siguen pensando en el proletario que describía Marx o Dickens en sus novelas, pero eso ya no lo hay, ni en Estados Unidos ni en Europa.
Entonces, ¿Dónde se encuentra ese proletario que necesita el apoyo de la Cuba comunista? Pues miren qué casualidad. Ni más ni menos que en la China comunista que defiende los mismos ideales políticos que Cuba. ¿Por qué no se dirigen a sus amigos chinos y les trasladan ese mensaje de humanismo y no sé cuántas majaderías más? Allí si que hay proletariado sin derechos sociales, jornadas agobiantes y sometimiento a la máquina y el capital. Los chinos seguro que les escucharán, pero luego vendrán con las rebajas. Insisto, ese es el problema de encerrarse en una burbuja temporal 64 años y no querer ver que todo, absolutamente todo, ha cambiado.
Mientras tanto, los comunistas cubanos siguen a lo suyo, levantándose de madrugada para desfilar por algo en lo que nadie cree ya. Banderas y lemas de saludo al 1º de mayo celebrado el 5º y luego al final, si las cosas salen bien, “la jabita”. Total por una hora menos de sueño, conseguir unos cuantos productos desaparecidos, puede ser un buen precio.
Se puede sacar la conclusión que se quiera, pero todo este espectáculo es innecesario. A estas alturas de la historia, hasta los trabajadores cubanos que según la prensa estatal “arrollaban mientras iban coreando ideas” saben que en Estados Unidos, al que tuvieron que insultar al pasar por su sede diplomática, en Europa o en cualquier otro país de América Latina, van a poder realizar sus vidas de forma adecuada y cumplir sus sueños. Muchos de los que iban en las marchitas, financian los elevados costes de la vida en Cuba con las remesas que reciben de sus familias y otros, los más, se ven obligados a resolver con dos o tres trabajos para llegar a fin de mes.
Los dirigentes de la cápsula temporal no quieren que Cuba olvide el Día Internacional de los Trabajadores, e incluso habían preparado un modelo de turismo “revolucionario” para entretener a algunos turistas españoles que añoran este tipo de celebraciones, pero ya ven, les salió mal la concentración de la plaza. Y lo que es peor, los dirigentes encerrados en esa cápsula son tan simples en sus mensajes que creen que el final de la historia puede ocurrir cuando se deje de celebrar el 1º de mayo en La Habana.
Pues no. Que no lo crean. En todo el mundo occidental, el 1º de mayo se sigue celebrando, pero sin obligaciones debidas ni compromisos, y la historia sigue. Cada año mejor. Nadie piensa que atacando a las clases, al capital o la plusvalía, se puede ir a ningún sitio. Estos conceptos también han perdido buena parte de su significado gracias al estado de bienestar construido con los impuestos que se recaudan a trabajadores y empresas por gobiernos conservadores y liberales en alternancia.
Lo normal es que el proletariado utilice ese día, el 1º de mayo, para disfrutar de unas vacaciones merecidas o un descanso que se acumula a un puente, y todos felices. Los comprometidos van a los desfiles, pero cada vez menos. La sociedad postindustrial tiene esas cosas que, obviamente, los que viven dentro de esa cápsula temporal de la guerra fría no las entienden.
Así que al acabar el paseo o la marchita por las calles oscuras sin autos ni luz, los ocupantes de la cápsula volvieron a entrar, la cerraron por fuera, y de nuevo a esperar mientras el mundo afuera sigue cambiando. Así de fácil.
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