El desastre que viene con Antillana de Acero

Elías Amor Bravo economista

El régimen no pierde el tiempo cuando se trata de propaganda. Ahora, cuando hay que tomar decisiones clave para asegurar el suministro de alimentos, la continuidad del servicio eléctrico, o el consumo de gasolina, las cosas van a otro ritmo. Al margen de que llevan casi una década para reflotar la acería eléctrica Antillana de Acero, renombrada “José Martí”, lo cierto es que ahora la noticia de su puesta en funcionamiento ha vuelto a ser objetivo para la prensa estatal, porque al parecer, los rusos están detrás.

Vaya por delante que, en este momento, cualquier decisión económica que tenga como objetivo producir acero es políticamente irresponsable. ¿Qué necesidades de acero existen en la industria manufacturera cubana? ¿Alguien lo sabe? Generalmente, el acero es un bien intermedio que se emplea en otros sectores dedicados al consumo final, como automóviles, piezas, electrodomésticos, etc. ¿Cuántos automóviles se fabrican en Cuba? ¿Y cuántas lavadoras, refrigeradores, etc.? La fabricación de acero cobró especial relevancia en las etapas de desarrollo inicial de las naciones, pero cuando avanza el tiempo, y como en el caso de Cuba, se abandonan las industrias, como fue el caso de Antillana de Acero, volver al punto de partida es, cuanto menos, irresponsable.

Porque si la producción nacional que demanda acero es desconocida, ¿Qué puede ocurrir con las exportaciones que se supone que realizará esta planta productora? Vayamos a los datos conocidos. Porque la prensa estatal no ha ofrecido información del coste del proyecto, y de los fondos invertidos por el estado comunista en la fábrica, que podrían tener un destino mucho más beneficioso para el pueblo.

De acuerdo con informes especializados, a nivel mundial, 2022 no ha sido un buen año para las exportaciones de acero y, sobre todo, primera transformación. Cierto que tras la pandemia se produjo una intensa recuperación del sector, sobre todo de los gigantes de Asia, pero en 2022 se ha producido un retroceso muy importante, que ha vuelto a situar las expectativas en su justo término. El responsable: los altos precios de la energía. Los mismos que están haciendo que los cubanos se encuentren inmersos en una inflación de dos dígitos que se resiste a bajar.

Parece que en el régimen comunista cubano nadie repara en los elevados costes de electricidad que impone la producción de acero, pero es la realidad. Además, los datos indican que las exportaciones mundiales en 2022 cayeron un 14%, lo que supone volver a los niveles de 2020, con uno de los niveles más bajos de las últimas décadas y similar al de la pandemia.

Además, este descenso de las exportaciones mundiales no es homogéneo, porque las ventas a países no europeos, que es donde se encuentra la demanda más importante en la actualidad, disminuyeron un 24%, diez puntos más que la media, hasta 2,2 millones de toneladas.

Si se analizan las exportaciones por productos la caída fue generalizada. En el caso de los perfiles, un descenso del 11% sobre el año anterior. En el alambrón y las bobinas laminadas en caliente no inoxidable las bajadas fueron mayores, un -33% en ambos casos. Todos los productos cayeron, salvo las bobinas laminadas en caliente no inoxidable y los perfiles que se mantuvieron estables.

Y detrás de este balance desalentador, se encuentra el coste de la electricidad que actúa como un freno a las transacciones comerciales de productos siderúrgicos y primera transformación. La tensión de costes y precios está provocando cambios en la composición de los principales países productores, que no se observaban desde hace décadas.

Los especialistas están de acuerdo en que, la competitividad de las exportaciones se encuentra amenazada si se mantienen los altos costes de la electricidad. Es el indicador a tener en cuenta, al margen de posibles apagones sobrevenidos como ocurre en la economía cubana, lo que supondría un golpe de difícil recuperación para las plantas de producción.

En un análisis contrafactual de la historia, cabría pensar qué habría hecho Fidel Castro de encontrarse a comienzos de siglo con un sector siderúrgico dominado por estas condiciones de entorno. Lo más probable es que hubiera decidido el cierre de Antillana de Acero, y santas pascuas. Lo hizo con el sector azucarero, por qué no con una industria a la que nunca deparó especial interés salvo cuando fue confiscada a sus legítimos propietarios en 1959.

Tal vez los descendientes de Castro han aprendido de los errores del maestro. Y por ello, llevan varios años realizando inversiones en la fábrica, que empezaron por la reparación de la depuradora de gases, la nave de carga, el horno de arco eléctrico, el horno de cuchara, la máquina de vaciado continuo y la nave de producto terminado. Es decir, prácticamente toda la planta productiva, a la que se incorporó la instalación eléctrica, hidráulica, automática y el tratamiento de las aguas que recibe la Acería. Y como nadie tiene que responder ante un parlamento democrático de los gastos que se realizan a cargo del presupuesto, todo sigue adelante.

El proyecto ha sido presentado como resultado de la cooperación tecnológica y financiera, entre los gobiernos cubano y ruso, para lograr la modernización de la empresa siderúrgica, en una primera etapa, con la puesta en marcha de la Acería eléctrica. Al parecer ya en los años 60 y después en los 90, Antillana fue objeto de modernización por parte de los rusos, de modo que la actual según dicen, ha incorporado equipamiento de alta tecnología, para fabricar equipos de calidad, con la participación de más de 20 grandes empresas rusas.

El proyecto actual comenzó en 2020 con la reparación del taller y, en paralelo, se acometió la obra civil, para después ejecutar el montaje de los equipos tecnológicos. En la UEB se producirán palanquillas de acero de carbono, utilizadas para laminar y obtener las barras corrugadas, conocidas como cabillas, con una capacidad para producir en serie 226.000 toneladas anuales.

Eloy Álvarez Martínez, ministro de Industrias, señaló que, con la firma por ambos gobiernos del protocolo que da continuidad al crédito, deben priorizarse las inversiones de construcción y montaje, y el envío de los suministros según el programa, para concluir el proyecto con la puesta en marcha del laminador en 2024. Es decir, la bola pica y se extiende. Ya veremos si acaba algún día.

Tal parece que los comunistas quieren convertir a Cuba en potencia siderúrgica delCaribe, o algo parecido. Pero los lectores de este blog saben que la información es lo más importante, y que cuando se contrastan los datos, toda la experiencia de Antillana de Acero no es otra cosa que una burla más al pueblo cubano. La gente no come acero. Hay otras prioridades que atender, y cada vez más urgentes.

Vayamos al dato relativo. A nivel mundial se produjeron en 2022 un total de 1.864 millones de toneladas de acero, de acuerdo con datos de la Asociación mundial del acero, Worldsteel.

La producción mundial se concentró en Asia con 1.375 millones de toneladas de acero bruto el 73%. Es China el primer productor mundial, que ocupa posiciones de liderazgo tanto de producción como de consumo, con 1.053 millones de toneladas, lo que incide de forma directa en el mercado mundial de productos siderúrgicos.

Detrás de China, India, con 99 millones de toneladas, y también en Asia, Japón, con 83,2 millones de toneladas. La concentración asiática es notable.

Rusia ocupa a nivel individual el cuarto puesto como productor, con 73,4 millones de toneladas a una notable distancia de los tres primeros como se observa de los datos. 

Estados Unidos, el quinto, con 72,2 millones, y de nuevo otro país de Asia, Corea del sur, en el sexto puesto, con 67,1 millones de toneladas. Sigue en este ranking Turquía, con 35,8 millones de toneladas.

La Unión Europea, conjuntamente, registró solo 139 millones de toneladas, con Alemania en séptimo puesto en el ranking por países, y 35,7 millones de toneladas. Más abajo, en noveno puesto, el primer país de América Latina, Brasil, produce 31 millones de toneladas y en el décimo puesto, Irán con 29,7 millones de toneladas. 

Los datos ofrecidos indican que América Latina está fuera del mercado mundial del acero, si se exceptúa el honroso noveno puesto de Brasil. Con estas cifras del mercado productor y de consumo, habría que preguntarse ¿Qué va a hacer el régimen comunista y sus amigos rusos con Antillana de Acero, que va a producir en serie 226.000 toneladas anuales de cabillas, las barras corrugadas? Insignificante y todo destinado a mercado interno, con unos costes de escala muy superiores a los que se obtendrían de alcanzar una dimensión mayor, pero ese no es el objetivo. Lo que importa es situar a Cuba entre los "productores mundiales" de acero, aunque sea en el último puesto. 

Una aventura más del régimen comunista, que no va a eliminar las colas, ni dar de comer a la gente, ni mejorar el suministro eléctrico (incluso lo puede empeorar) ni la gasolina, ni nada. Hay alternativas mucho más eficientes para utilizar, e invertir, el dinero de todos los cubanos.

Comentarios

  1. Buen análisis pero....esa producción de cabillas serviría como dices para el consumo nacional,viviendas,obras sociales....incluso hoteles.no crees es mejor producirlos aqui q tener q importarlos?
    Slds y gracias x tan interesante blog q nos hace reflexionar sobre temas q no dominamos muy bien

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  2. Pienso que sí es una buena decisión producir acero en Cuba. Sería un buen impulso a la construcción de.viviendas

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