La búsqueda de soluciones para la I+D+i: una tesis doctoral fallida

Elías Amor Bravo economista

Díaz Canel lleva tiempo hablando del modelo ciencia, investigación, innovación de su "tesis doctoral", que pretende sea implementado en todos los sectores y actividades de la economía. Pocas veces un dirigente político se afana en este tipo de objetivos personales. Porque a él le da la gana de que sea así, y le parece que es lo que se tiene que hacer. Pero, los que realmente saben de estas cosas, señalan que la I+D+i es tal vez una de las áreas más complejas de la gestión de gobierno en todos los países y no depende de la voluntad de ningún dirigente, sino de otras cosas mucho más importantes. Y que, en las economías de planificación central sin derechos de propiedad ni mercado, como Cuba, este tipo de decisiones voluntaristas pueden acabar tomando otros derroteros que, en absoluto, benefician al conjunto de la población.

En eso estamos. Por ello nadie debe esperar nada de las promesas y la propaganda política que despliega Díaz Canel con las ideas de su "tesis doctoral", porque lo más probable es que todo este experimento forzoso acabe realmente en retrocesos, incumplimientos y fracasos. Este de la innovación y el cambio técnico es un ámbito complicado, que no se arregla con enunciados generales sino con actividades concretas que dependen de la rentabilidad de los proyectos, de la motivación de quien emprende, de las ventajas competitivas a conseguir o del coste de oportunidad. Indicadores que en la realidad empresarial estatal cubana, ni están ni se les espera.

Para comenzar, Cuba carece de una masa crítica de investigadores por sus contribuciones tanto al contenido de las publicaciones científicas, como a proyectos de investigación de primera línea, desarrollados en colaboración con otros países. Buena parte de la responsabilidad de esa debilidad investigadora se encuentra en la organización del sistema, financiado absolutamente con fondos públicos y con una limitada, por no decir nula, participación de los actores privados y de los criterios de rentabilidad económica. Con este modelo, Cuba se convierte en un caso aislado a nivel internacional que lejos de facilitar la necesaria cooperación público y privada, la rechaza.

Es por ello, que la participación de la I+D+i en la economía cubana, medida por los escasos indicadores estadísticos que se disponen, no alcanza datos de referencia a nivel mundial que pudieran justificar una adecuada gestión. Todo lo contrario.

En los presupuestos de 2023 el régimen ha destinado a ciencia, investigación e innovación alrededor de 2.049 millones de pesos. Parece una cifra elevada, pero realmente se gasta toda en sueldos y salarios. Además, objetivamente, apenas supone el 0,5% del presupuesto total de gastos, situado en 347.896 millones de pesos. Un porcentaje que no alcanza niveles promedio del resto de países de América Latina, en las proximidades del 2%, y que descuelga a Cuba del grupo de países que dan prioridad a la I+D+i. Y lo peor de este porcentaje no es su insuficiencia cuantitativa, sino el escaso o nulo efecto multiplicador en la medida que es gasto corriente que se liquida en el ejercicio, sin continuidad al futuro garantizada.

Mucho hablar, pero pocas concreciones, y eso que se trata de la "tesis doctoral" de Díaz Canel, que está en juego. Por desgracia, el régimen es incapaz de fijar una meta para la inversión en ciencia y tecnología, y se renuncia a situar a Cuba con datos alineados a los de otros países. Desperdicio de talento, de recursos, ausencia de estrategia y de fines. En buena medida, porque los recursos no se alinean de forma adecuada con los resultados que se pretenden conseguir. La crónica de un final para un régimen que ya no da más de sí. Con tal que dejasen entrar a la inversión privada en la financiación de la I+D+i otra bien distinta sería la realidad, pero ya se sabe, todo lo que va contra la ideología debe ser eliminado. 

¿Qué es lo que hace que la I+D+i en Cuba sea insignificante y apenas tenga relevancia a pesar del empeño personal "doctoral" de Díaz Canel? La respuesta a esta pregunta se encuentra en el modelo de la economía cubana, en que se pierde la contribución potencial de un sector privado que es inexistente y, por tanto, no puede asumir el papel clave que le corresponde a la hora de dar un empuje a las actividades de I+D+i de la economía, para superar los mediocres indicadores citados.

Un buen ejemplo de cómo gasta el régimen el dinero de todos los cubanos es analizar la concentración de inversiones del régimen en hoteles que se encuentran vacíos, mientras que se abandona a su suerte al sector agropecuario, la industria alimentaria o la construcción de viviendas e infraestructuras. No es el modelo equilibrado que necesita una economía atrasada para salir del subdesarrollo y mejorar las condiciones de vida de la población. Los castristas no tienen en cuenta la regla básica de que cada peso de inversión pública debe venir estimulado por dos pesos más de inversión privada. La experiencia cubana es que este modelo es inalcanzable desde la aprobación de la constitución de 2019 y ni siquiera con la inversión extranjera el régimen comunista está dispuesto a incentivar la inversión privada en Cuba.

En 2023 todos los indicadores apuntan a que la economía cubana se encuentra al límite de sus posibilidades, exhausta y sin una estrategia definida. El único sector que el régimen prioriza es el hotelero, identificado como motor para la captación de divisas que el estado dedica después a sus fines, muchas veces, poco transparentes. La I+D+i no entra en los planes porque nadie cree en ella, salvo Díaz Canel, que tiene que validar su tesis como sea, sabiendo que es predicar en el desierto, y que son tantos los problemas de las empresas y entidades estatales que dedicar inteligencia y esfuerzo a la I+D+i no compensa.

El objetivo de Díaz Canel para la inversión en I+D+i, ciencia investigación e innovación, representa una calamidad más, que hará sufrir a los cubanos, obligando a las empresas y entidades a formalizar operaciones a sabiendas que las mismas no sirven y no van a dar los resultados buscados. Se perderán millones de pesos en actividades cuyos resultados no se verán conseguidos, ni en términos de cumplimiento efectivo ni mucho menos de calendario previsto. Lo más probable es que pasen a integrar esa lista inacabable de experimentos que fracasan antes de llegar al final despilfarrando gastos que podrían ser destinados a actividades productivas y rentables.  

Comentarios

  1. Roberto Lazaro Capote Castillo16 de mayo de 2023, 15:30

    Estimado profesor fui investigador de la Academia de Ciencias en Cuba en el “periodo especial” y en varias reuniones propusimos las que deberían ser las principales direcciones de investigaciones (por la situación en que se encontraba la economía), y además la necesaria “continuidad” tan añorada por el designado, pero según mi experiencia existen dos escollos insalvables: primero la ideologización de la ciencia y segundo la propiedad estatal de los principales sectores de la economía y la planificación centralizada.
    Un ejemplo: un conocido que trabajaba en un Centro de investigaciones de biotecnología me comentó que, sobre la mesa de su director, a principios de la década de los 90, había un cúmulo de becas para países capitalistas y que no las otorgaban por falta de confiabilidad política. Esto motivó que éste y otros investigadores pidieran la baja de dicho centro.
    Por lo anterior y muchas actuaciones más que usted conoce mejor que yo, considero que es mas apropiado que el título para el designado sea “Dr. en Ciencias de la Estupidez”.

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