Las peores señales del mundo del trabajo en Cuba: destrucción de empleo e inactividad
Elías Amor Bravo economista
Acaba de salir publicada la Encuesta Nacional de Ocupación 2022, elaborada por la ONEI, y el diagnóstico que cabe realizar de la misma, no puede ser más decepcionante. La grave situación de la economía cubana se traslada, de forma directa, a las principales variables e indicadores de la población laboral. Los resultados son alarmantes y vienen a presentar lo ocurrido entre 2020 y 2022. Todas las referencias a comparación temporal se dirigen a este período concreto.
El régimen comunista cubano siempre ha hecho gala de contar con unas condiciones laborales de primer orden, pero los datos no sustentan tal afirmación. Para empezar, puede ser interesante ver qué escenario dibujan los principales indicadores de la ENO.
La población de 15 años y más con participación en la vida laboral alcanzó 9.363.826 personas y se distribuyó prácticamente a partes iguales entre los activos (ocupados y desempleados) que ascendieron a 4.765.628 personas el 51%, y los inactivos 4.598.198 el otro 49%. Sorprende el elevado volumen de este último segmento de población que limita notablemente el potencial del mundo laboral. Dos ejemplos valen para realizar el contraste, en España los porcentajes son 57% y 43%, en República Dominicana, 62,5% y 37,5% respectivamente. La aportación de la población cubana a la actividad es limitada.
La población activa se distribuyó entre los ocupados 4.680.928 personas y los desempleados, 84.700 que como se verá pueden aumentar significativamente, si se tienen en cuenta determinados colectivos que han sido incorporados a la población inactiva en la encuesta.
Por otro lado, la población inactiva está formada, en primer lugar, por los pensionistas de las distintas modalidades, hasta un total de 1.764.424 el 38,4% del total, seguido de las personas que se dedican a los quehaceres del hogar, 1.413.310 el 31% (las mujeres suponen el 98%), y, a continuación, los estudiantes, 739.847 un 16%.
Excluyendo estos tres grupos citados que forman en todos los países el núcleo principal de inactividad, y que suponen el 85,4% del total, interesa observar cómo se compone el restante 14,6% de inactivos, formado por beneficiarios de la asistencia social (57 mil), las personas que no realizan ninguna actividad (167 mil) las que declaran no querer trabajar (92 mil) y las que se encuentran en otra situación (340 mil). Estos tres últimos colectivos de inactividad deben ser tenidos en cuenta a la hora de realizar una estimación más ajustada de la tasa de desempleo.
A partir de estos datos generales, entre 2020 y 2022 se observan una serie de cambios en la composición del mundo laboral en Cuba que merecen especial atención.
Coinciden en el tiempo un descenso de la población activa, que alcanzó un total de 212.860 personas mientras que su contraparte, la población inactiva, aumentó en 155.707 personas, con tasas de variación respectivas del -4,28% y 3,5%, respectivamente. El efecto combinado de estos dos procesos viene a confirmar el abandono masivo del mundo del trabajo en Cuba ante la falta de expectativas y el envejecimiento de la población, lo que reduce los activos y al mismo tiempo, incrementa la inactividad. En concreto, combinando ambos procesos la población de 15 años y más se ha reducido en 57.153 personas de 2020 a 2022.
Estos movimientos de signo opuesto han coincidido con un descenso del nivel de ocupación en un -4,71% con respecto a 2020, el equivalente a 231.364 personas, que han visto perder sus empleos ante la falta de opciones de trabajo reales en el tejido productivo. En otros términos, en dos años más la destrucción de empleo ha afectado a más de 230.000 cubanos.
El proceso descrito de destrucción de actividad y empleo está afectando en mayor medida a los hombres que a las mujeres. La población activa masculina descendió en 143.309 personas, una cifra muy superior a la de mujeres, 59.551, más del doble, con tasas de variación respectivas del 4,95% y 3,16%. Por lo que respecta a los inactivos, se produjo un resultado similar, los hombres aumentaron un 7,35%, en total 113.732 personas más, en tanto que las mujeres inactivas crecieron en 41.975, un 1,45%.
Por lo que respecta a la ocupación por sexos, los hombres volvieron a registrar un mayor descenso del empleo, 165.149 personas, que las mujeres, 66.215.
De igual modo, tanto las zonas rurales como las urbanas registraron los mismos procesos de ajuste de actividad y empleo. Los activos en las zonas urbanas y rurales descendieron, -4,03% y -5,14% respectivamente y por otro lado, la ocupación descendió tanto en las zonas urbanas, como en las rurales, 173.280 personas en la primera, 58.084 en la segunda.
Los datos revelan que se está acelerando el proceso de envejecimiento de la población activa, donde los que tienen 40 años y más alcanzaron el 60% del total en 2022. En particular, el grupo de edad de 50 a 59 años supuso el 28,8% en tanto que el mayor porcentaje de los segmentos de edades tuvo lugar en los de 45 a 54 años con el 28,2% del total. A resultas, la tasa de participación (o tasa de empleo, medida por la relación entre los activos y la población mayor de 15 años) se redujo hasta el 50,8% en 2022, dos puntos porcentuales menos que en 2020.
La ocupación estatal siguió siendo mayoritaria, representando el 72,3% del total, 3.382.905 personas, en tanto que la no estatal el 27,7% restante, 1.298.023. Los cambios en favor de las formas no estatales tienen un impacto reducido. De hecho, los ocupados en entidades no estatales se redujeron del 30,4% en 2020 al 27% citado de 2022. Las medidas no dan resultados.
En el sector estatal, las mujeres representaron el 45,8% del empleo en tanto que en el sector no estatal el porcentaje femenino fue claramente inferior, 18,3%. Teniendo en cuenta el empleo total, las mujeres suponen el 86,7% de empleo estatal y el 13,3% restante no estatal.
Por otra parte, el empleo estatal se concentró en tres sectores principales Salud (563 mil), Educación (506 mil) y Administración defensa (308 mil), que, en total supusieron 1.377.000 empleos el 40% del total. En la agricultura estatal todavía trabajaban 345.025 personas y 259 mil lo hacían en las industrias estatales.
En el empleo no estatal las formas más representativas fueron los cuentapropistas, que alcanzaron un total de 761.175 incluyendo los trabajadores contratados por los cuentapropistas, el 16,8% del total. Las cooperativas no agropecuarias generaron el 3,6% de los empleos y los pequeños agricultores el 2,9%. Porcentajes insignificantes que igualmente confirman el escaso impacto de las reformas.
El empleo no estatal se concentró en cinco actividades, Agricultura con 446 mil, Comercio, 198 mil, Servicios comunales 127 mil, Construcción 109 mil y Transporte 106 mil, el 75% del total.
La destrucción de empleos estatales alcanzó desde 2020 un 1,1% equivalente a 36.675 personas, en tanto que la eliminación de empleo no estatal fue mayor, en 194.689 personas, un 13,1% contribuyendo al descenso del 84% global.
Por nivel de estudios, el 76,7% de los ocupados posee estudios superiores o medio superiores. Por el contrario, el 23,3% restante posee estudios primarios o medios. Como cabría esperar, el análisis por sectores y ramas de actividad ofrece notables diferencias con relación al nivel de estudios de los ocupados. En los “logros de la revolución”, Salud y Educación, se concentra el 50% de los que tienen estudios superiores. En la agricultura y ganadería, sin embargo, se concentra el 56% de los que tienen estudios primarios.
En cuanto al nivel de desempleo en 2022, su nivel alcanzó 84.700 personas, con un crecimiento del 28% con respecto a 2020, unas 18.504 personas más. Pero esta cifra debe ser valorada a la vista del aumento experimentado por los inactivos, lo que elevaría notablemente el resultado final.
Por sexos, el aumento del paro entre los hombres 11.840 personas, fue casi el doble que las mujeres, 6.664. En la zona urbana, el desempleo aumentó en 17.336 personas, en tanto que en la zona rural creció en 1.168.
La tasa de desempleo se situó en 1,78% en 2022, superior al 1,33% de 2020. Estos datos podrían verse modificados si se incorporan a la cifra de desempleados los inactivos que no realizan ninguna actividad (167 mil) y los que declaran no querer trabajar (92 mil) y la proporción correspondiente del grupo de otros, lo que elevaría la cifra de desempleo real a 190.000 personas. Una definición más ajustada de la tasa de paro, en tales condiciones, ascendería a un 4% sin tener en cuenta los niveles de subempleo que existen en numerosas empresas y organismos estatales.
Los inactivos que no estudian ni trabajan aumentaron en 12.673 personas con 58.817 hombres más, y el descenso de 46.144 mujeres. Los desalentados son personas pertenecientes a la población inactiva en edad laboral que han abandonado toda búsqueda de trabajo porque creen que no lo encontrarán. Ascendieron a 83.938 personas en 2022.
El mundo laboral cubano se encuentra así condicionado por la caída de la actividad y el aumento significativo de la inactividad, coincidiendo con una importante destrucción de empleo que afecta, sobre todo, al sector no estatal, que sigue sin remontar sus cifras en la economía. Esta imagen negativa del mundo laboral tiene su contraparte en la pésima situación económica, que lastrada por la ideología, no consigue superar el actual impasse.
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