¿Frijoles en las vegas de tabaco? No, gracias

Elías Amor Bravo economista

Los que todavía recuerdan cómo era Cuba antes de la llamada revolución, saben que el tabaco era un cultivo próspero, rentable, eficiente y lo que es más importante aún, su explotación estaba en manos de pequeños propietarios que trabajaban con esmero las tierras que habían conseguido a base de ahorro, esfuerzo y dedicación. 

La cultura del cultivo de tabaco, que llevó a las primeras protestas de Cuba frente a la metrópoli en una fecha tan remota como el siglo XVIII, ya se encontraba arraigada en la Isla por entonces. A ninguno de aquellos productores de entonces se les ocurrió lo que ahora plantea Díaz Canel de “diversificar cultivos con el tabaco para lograr la soberanía alimentaria”.

Es decir, el heredero de la revolución que arruinó a los prósperos tabaqueros expropiando sus pequeñas explotaciones para convertirlos en asalariados dependientes del estado, quiere que los productores cultiven malanga, frijoles o ñame, por decir algo, entre las vegas tabaqueras.

Esta es la última ocurrencia de los comunistas para producir más comida en Cuba. No podría ser peor y da una idea, bastante aproximada, de la preocupación que existe en los círculos de poder por una situación que empieza a ser realmente grave. Los cubanos no tienen qué comer, y lo poco que entra a los mercados se tiene que pagar a precios de escándalo, y el hambre continua empieza a hacer estragos.

Díaz Canel no tendrá éxito con su iniciativa. Es más, de llevarla a término puede conducir a un escenario en que, ni tabaco, ni viandas, ni frijoles, ni verduras, ni nada. De hecho, como se informó en la reunión se han sembrado más de 100 hectáreas de soya que dicen van a aportar la semilla para poder plantar en el segundo semestre del año unas 800 hectáreas, pero, y aquí viene la cuestión, “destinadas fundamentalmente a la alimentación animal, en programas como el porcino”, y ya veremos que pasa con el ganado después. La comida para la población seguirá pendiente.

En Pinar del Río, donde se lanzó este mensaje majadero en una de las reuniones de balance con las autoridades locales, saben que esto no es posible, y que la capacidad de producir tabaco y, hacerlo con calidad y esmero, no guarda relación con otras cosechas. Y mucho menos, en campos compartidos. Más aún cuando se están planteando para el año que viene (después de superar los estragos de este año) una campaña de tabaco grande, cercana a las 13.000 hectáreas, que “demandará un esfuerzo significativo para hacer frente a la fase agrícola y para acometer la reconstrucción de más de 4.000 nuevas casas de cura”. Que jueguen con el segundo rubro de la exportación cubana es algo inaceptable.

Además, es mucho más simple aún. La cultura del tabaco no se puede aplicar al desarrollo de otros cultivos. Hay que concentrar todos los recursos en ella. Para que todo salga bien. Díaz Canel debería saber que si en Pinar del Rio existe concentración y especialización en la producción de tabaco, eso no es por designio divino alguno, sino porque en el extremo occidental de Cuba se presentan unas condiciones excepcionales de suelo y clima para el cultivo del tabaco. Así lo vieron los tabaqueros que huyeron de La Habana a mediados del siglo XVIII y desde entonces, esto es incuestionable. Intentar cambiar eso, es ir contra natura. Una perversión comunista más, de esas que pueden dejar huellas de las que luego, será imposible recuperarse. Más o menos, lo mismo que hizo el comandante con el sector del azúcar a comienzos de este siglo y ahora Cuba ni siquiera logra zafras para atender el consumo nacional.

Díaz Canel habla de que “se pueden explotar las tierras” y a tal fin sugiere que se aprovechen los polos productivos y la diversificación de los cultivos, pero se queda, como siempre, en el umbral de los cambios organizativos que requiere la producción agrícola en Cuba, que tienen que ver con el marco jurídico de derechos de propiedad privada.

Díaz Canel está obsesionado por la falta de comida, sabe que esta es la principal preocupación de una población que ya no está para concentraciones por el 1º de mayo en ninguna plaza y que en cualquier momento se lanzará a pedir libertad en cualquier localidad de la Isla, pero la solución que ha planteado en Pinar del Río no va a servir para producir alimentos y puede acabar causando estragos en la de tabaco. Avisado está.

Y claro, para salirse con la suya, el dirigente comunista mostró su enfado por que existan tierras que permanecen ociosas en algunas comunidades rurales. Debería preguntarse por qué las tierras se encuentran en esa situación y la explicación no la va a encontrar en el embargo/bloqueo, a buen seguro, se encontrará en el marco jurídico de derechos de propiedad. E incluso en una deficiente gestión de los arrendamientos por parte de su organización comunista local. Las tierras ociosas en todo caso pertenecen al estado y este es el único responsable en tanto no se modifique el régimen de propiedad. Si esas tierras fueran de titularidad privada, a buen seguro no estarían ociosas.

Y claro, como no tienen respuesta para impulsar, como hicieron los vietnamitas con el Doi Moi. los cambios en la propiedad de la tierra, Díaz Canel dice que es necesario “desarrollar sistemas productivos locales fuertes en los municipios, que aporten al territorio, a la provincia y a la nación, y afirmó que ello tiene que estar recogido en las estrategias de desarrollo territorial”, lo que nos lleva de nuevo a la descentralización local de competencias, último de los mantras de la gestión comunista en Cuba, al que ya se ha hecho referencia en este blog en varias entradas anteriores.

¿Qué quiere Díaz Canel? Lo dijo en Pinar del Río, “todo el mundo tiene que crear módulos pecuarios. Todas las entidades que puedan tener áreas de autoconsumo deben establecerlas, no solo para abastecer el comedor, sino para venderles a sus trabajadores”. Suena a sálvese quien pueda. Puercos o vacas en la parte trasera de las viviendas, cultivos en macetas, parques o jardines. La misma idea loca de siempre, que no va a ningún sitio.

Incluso, en algún momento de la reunión, se preguntó “¿Por qué no logramos que esas excepciones se conviertan en regla? ¿Qué nos falta para generalizar esas buenas experiencias?”. Apostar por el sector privado y decir la verdad. Una vez más, en Pinar del Río, los dirigentes comunistas volvieron a destacar que alrededor del 90% de la producción agrícola está en manos de diferentes formas de gestión privada, sin embargo, la responsabilidad con la alimentación del pueblo la tiene el gobierno. Falso lo uno y lo otro. la gestión privada no es libre y por ello, no se le pueden exigir responsabilidades de ningún tipo. Está condicionada por el estado, que es el dueño real de los medios de producción y limita, dirige y controla la actividad privada, carente de autonomía. La responsabilidad de la alimentación no es del estado, ni debe ser. Esa es otra mentira política, que puede suponer graves consecuencias.

En la reunión de Pinar del Río se dijo algo a tener muy en cuenta, “si quienes tienen esa responsabilidad estatal no cumplen lo que les corresponde, que es ir a donde están los productores, sentarse a negociar, contratar, firmar contratos con las responsabilidades claras de lo que le toca a cada cual, y las penalidades si esos compromisos se incumplen, ¿Cómo vamos a cumplir ese mandato que es garantizar la satisfacción de las necesidades del pueblo?”.

Ha sido la primera reunión en que los dirigentes del régimen, además de la responsabilidad del bloqueo/embargo, han pedido “reflexionar sobre lo que se ha dejado de hacer y pudo haberse hecho con más creatividad, pues hay cosas que dependen de nosotros mismos”, al tiempo que se volvió a exigir “firmeza en el enfrentamiento al delito y la corrupción”. El alegato final pidió “disminuir la cantidad de reuniones y lograr sistemas de trabajo ágiles, que resuelvan los problemas de la gente. Hay que ir al pueblo, escucharlo, eso genera confianza y apoyo”. La causa está perdida.

 

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