A propósito de la internacionalización de la economía cubana

Elías Amor Bravo economista 

El otro día, el programa Cuadrando la Caja, que se autodefine como “una propuesta televisiva para debatir sobre temas medulares de la economía cubana desde el socialismo” abordó el tema de la inserción internacional de la economía cubana.

Interesante. Rafael Montejo actuó como presentador, y participaron Jorge Casals del Centro de Investigaciones de Política Internacional del MINREX, Carola Salas directora del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional y Antonio Romero del mismo centro.

Los temas fueron planteados a continuación en forma de preguntas.

¿Qué se entiende por inserción internacional de la economía cubana? ¿Cuál es el contexto en que esta inserción ocurre? Y ¿Cómo ha cambiado? ¿Qué limitaciones existen para ello y cuáles potencialidades? ¿Qué transformaciones son necesarias para aprovechar estas últimas?

Por inserción internacional de la economía se entiende cómo se relaciona y cómo se vincula a otras, en dependencia de qué factores. Nada que objetar a esta definición. Pero supeditar la situación de Cuba al marco de las relaciones con Estados Unidos devuelve la problemática al embargo/ bloqueo, del que ni siquiera los analistas se quieren, o pueden separar.

En realidad, Cuba está plenamente insertada en la economía mundial porque comercia, recibe inversiones, turistas, vende mercancías y servicios libremente y sin ataduras, salvo las que impone su política de pago de deudas que es nefasta, a más de 190 países del mundo, que, además, se vanaglorian de hacerlo. La inserción internacional de la economía cubana es total. Y se puede medir con el grado de apertura al comercio, que es uno de los más elevados del mundo. Tan solo tiene problemas con Estados Unidos, y en este caso, incluso, existe comercio que se debe pagar al contado, y se recibe más del 30% de los turistas que entran al país. Además, desde Estados Unidos llegan alrededor de 8.000 millones de dólares en remesas, que sostienen la débil demanda que tienen los cubanos por la pérdida de poder adquisitivo de la inflación.

Un poco de historia ayuda a entender cómo se llega a la situación actual. De hecho, si alguien no fomentó la apertura internacional de la economía cubana fue la larga etapa de dependencia de la URSS y del telón de acero, en plena guerra fría, cuando el comercio cubano se integró en la modalidad de comercio de pajarera de los países pertenecientes al socialismo real. Negar estas evidencias es intentar esconder la realidad.

Por eso, durante 30 años nadie se acordó del embargo/bloqueo decretado por Kennedy. Solo fue tras la caída del muro de Berlín que se vio que las recetas comunistas habían sido nefastas para la economía cubana. Esta experimentó una grave crisis por su incapacidad para adaptarse a la nueva división internacional del trabajo que surgió de la transformación del Este de Europa a la democracia y las libertades. El shock que recibió la economía cubana devino en un “período especial” en que el PIB de la economía se redujo más de un 35%, y Cuba se quedó sin competitividad mundial de la noche a la mañana.

Y en estas condiciones, el régimen encontró que el modelo de relaciones, de dependencia, la importancia relativa de la economía cubana, sus potencialidades económicas, capacidad negociadora, geopolítica y competitividad no servía para adaptarse al nuevo contexto de la creciente globalización que afectó a la economía mundial durante las últimas décadas del siglo pasado y primera del actual.

Las autoridades comunistas entendieron que Cuba no estaba preparada para insertarse en la nueva economía mundial, y los focos de crecimiento económico quedaban lejos de sus fronteras, o definidos por tesis ajenas al modelo estalinista que el régimen cubano se empeñaba en mantener a cualquier precio. La Venezuela de Chávez ayudó a superar la situación de caos, pero la economía quedó debilitada y así se llegó al escenario actual, con una situación completamente distinta para pensar en la inserción económica internacional.

El escenario internacional actual es muy complejo y, en tales condiciones, la toma de decisiones no está siendo fácil para alguien que se empeña en seguir un modelo económico obsoleto para afrontar este nuevo escenario. Es más fácil recurrir al bloqueo/embargo para señalar los obstáculos, pero la realidad es muy diferente, porque la escasa competitividad de la economía cubana, que dificulta su plena inserción, obedece a factores internos que dependen de su estructura productiva y sus niveles competitivos. Y estos condicionantes internos no funcionan realmente como debieran, porque necesitan cambios estructurales en profundidad, que el régimen ni quiere impulsar ni está dispuesto a llevarlos adelante.

Esto lleva al debate de las potencialidades que tiene Cuba y que no son aprovechadas. Potencialidades que existen y que se encuentran relacionadas con el devenir de los hechos históricos. Y no se trata de regresar al escenario anterior a 1959, porque la historia no se puede recorrer al revés, sino se sacar el máximo provecho de aquello que se tiene y gestionarlo de la forma más eficiente. Esto significa que se requieren reformas que saquen a la luz esas potencialidades para favorecer la inserción económica externa de Cuba. Las autoridades tienen que asumir desafíos desde el punto de vista político, de la política económica, de la configuración de la estrategia y desarrollo y del ajuste de algunas condiciones internacionales para desarrollar esas potencialidades.

Y ciertamente, en el programa se habló del obstáculo fundamental que existe para la inserción en el ámbito monetario y financiero. Pero esto no es debido al embargo/bloqueo, sino a la pésima política de endeudamiento de Cuba, desde tiempos de Fidel Castro, cuando se proclamó no pagar las deudas, y con ello, se redujeron las facilidades para acceder a los mecanismos de financiamiento internacional. Al mismo tiempo, la cosecha de caña, que servía como instrumento de prefinanciación, entró en una debacle tras el cierre de centrales y el abandono de tierras, lo que cerró otra vía financiera. Esto significa que, si Cuba tiene dificultades financieras, ello es debido a su régimen.

Participar en los organismos financieros internacionales no es garantía para obtener recursos monetarios.  Si existen límites a la capacidad para acceder a créditos, a créditos internacionales, y con ello aumenta el riesgo país, la responsabilidad es de la falta de credibilidad y confianza del gobierno.

Para ello, habría que actúa de otro modo y dejar de ser un país de riesgo que mejore el atractivo para los inversores internacionales. Y esto requiere reformas estructurales que el régimen no quiere acometer. El no asumir el pago de la deuda externa, el reiterado incumplimiento de los compromisos internacionales en materia de deuda externa es un mal heredado de los tiempos irresponsables de Fidel Castro que sus herederos tienen que resolver si se quiere recuperar la credibilidad financiera del país. Actuar de ese modo, permitiría acceder a nuevos créditos que ayuden a la renegociación de la deuda. Un comportamiento proactivo.

Otro ejemplo se encuentra en la fallida política de inversión extranjera, que lleva casi 30 años sin apenas avances en línea con lo que pretendía el régimen en su momento. Los importes siguen siendo insuficientes y los compromisos que se generan no se cumplen fundamentalmente. Las cosas no salen bien. Se requieren medidas de reforma que ni están ni se esperan. Las apuestas más recientes como vincular la inversión extranjera a los nuevos actores de la economía y al desarrollo local no es una opción adecuada. Lo cierto es que el régimen desvincula a los nuevos actores económicos privados de la inversión extranjera, que solo autoriza para el sector empresarial estatal, lo que limita y condiciona muchos proyectos viables.

Los expertos coincidieron en que los sectores con más posibilidades de inserción internacional de la economía son la biotecnología, la industria medico farmacéutica y el turismo. A ellos, se añade, en general, los servicios profesionales vinculados al software, marketing, diseño gráfico, industrial, auditorias, a los servicios de consultoría empresarial. Nadie apostó por los capítulos tradicionales de la exportación cubana de mercancías, que se dan por perdidos.

Los servicios se prestan por pequeñas y medianas empresas con proyección global que ocupan los nichos de mercado que las grandes multinacionales del sector no pueden atender y que generan importantes volúmenes de negocio a nivel mundial. Para ello, hace falta flexibilizar los mecanismos para que este sector de los servicios salga a los mercados internacionales y conquiste mercados internacionales. En particular, esto requiere poner en valor el capital humano y científico que existe en el país, sin límites ni ataduras, apostando por el trabajo online. No es fácil compatibilizar esta apuesta con la defensa del socialismo, y aquí llegan las contradicciones.

Comentarios

  1. Excelente y didactico articulo en linea con articulos anteriores.

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