Juicio de Londres, ¿Quién defiende la verdad?

Elías Amor Bravo economista

Ya se acabó el tiempo de la esperanza. Al final, el régimen ha actuado como cabía esperar. Ni “superintendencia”, ni Banco Central, ni nada que se parezca a una comunicación profesional y ajustada a la realidad con relación al juicio sobre la demanda contra el Banco Nacional y la República de Cuba ante el Alto Tribunal de Londres. Incluso, hasta la web del Banco Central, en vez de los comunicados del organismo administrativo elegido para dar a conocer los hechos, ofrece vínculos a las páginas web de la prensa estatal. Todo muy acorde con la naturaleza totalitaria del régimen comunista cubano. Poca verdad en todo ello y mucha desinformación.

Y como no podría ser de otro modo, la comparsa mediática castrista ha dicho adiós con un nuevo título “Nuestra posición es defender la verdad”, que trata de crear un clima de opinión artificial en un asunto en que, como los hechos se han encargado de mostrar, el régimen ya ha perdido, sea cual sea el veredicto del tribunal.

El responsable de la manipulación final no es otro que el ministro de justicia, Oscar Silvera, que aterrizó en Londres, de forma sorpresiva, para asistir a las conclusiones del juicio durante la presentación de los informes finales de los abogados. Una presencia anómala, porque viene a confirmar un estilo muy propio de quién se dedica a vigilar sus intereses como un carcelero a sus presos, sin autonomía ni responsabilidad. Viaje más, viaje menos, el coste del juicio debe andar por los 5 o 6 millones de euros. Un pequeño bocado para tanto sainete trasnochado. Ya veremos qué pasa.

Pero volviendo a la prensa estatal cubana, el ministro de justicia consideró importante meter sus narices en el juicio, porque en su criterio y en el del régimen que representa, la separación de poderes es papel mojado, y la justicia inglesa debe saber, sobre todo, quién puede estar en condiciones de crear problemas, incluso desde una isla alejada del Caribe.

Con su presencia, el ministro confirma que el régimen está preocupado por la demanda judicial en el Alto tribunal de Londres. Una demanda que, desde el primer momento y sin paliativos, se entendió como un grave incumplimiento de las obligaciones de deuda por parte de Cuba.  Mal mensaje a los mercados financieros. El ministro se atribuyó el papel de representar al Banco Nacional y al estado comunista, sacando pecho, pero lo sorprendente es que esta función ya había sido encargada a despachos de abogados, por cierto, bien caros, así que nadie entiende a qué se debe esa presencia estentórea e inoportuna.

Es justo lo contrario de lo que declaró el ministro. Cuanto más importante sea un asunto en los tribunales, menor debe ser la participación, activa de las partes demandadas en el juicio. Dejarse ver en Londres, tiene poco de profesional y muestra un increíble miedo a perder, que se acaba convirtiendo en ridículo. El cubano de a pie, asfixiado en la espera de una cola en la que no va a conseguir nada para ese día, observa el viaje del ministro a Londres como una oportunidad para comer bien durante unos días y poco más. Su desapego al régimen aumentará.

El ministro se mostró satisfecho por el desarrollo del juicio y, sobre todo, el “cumplimiento del cronograma previsto”, a la vez que destacó “la seriedad y estricto apego a las normas por parte del Tribunal inglés y sus autoridades en la organización de cada uno de los momentos del proceso”, y se vanaglorió de permitir desde Cuba “el cumplimiento de los protocolos de índole tecnológico y legal exigidos por la Corte inglesa”. Una valoración cuanto menos, precipitada, y que, en todo caso, por corrección política, debería esperar al final del proceso, cuando exista la oportuna sentencia. Hay quien ve en estas palabras un ejercicio de intento de manipulación que parece indicar que el juicio se ha celebrado gracias a que La Habana lo ha facilitado, cuando es justo lo contrario. El régimen comunista cubano es la parte acusada y todo el proceso se orienta a determinar las responsabilidades que ya se verán en la sentencia. Cualquier otro planteamiento tiene poco sentido.

Pero lo mejor de todo es cuando el ministro afirma que “no hubo revelaciones en el juicio que cambiaran la posición”. Y, otra vez, se desacredita. Porque si algo parece haber quedado claro es que CRF no es un fondo buitre y tiene en sus manos una deuda adquirida legalmente del régimen comunista cubano. De hecho, CRF demostró las numerosas solicitudes de pago de la deuda, que nunca fueron atendidas en La Habana. Su objetivo era cobrar, por medio de procedimientos lícitos, una deuda que colgaba desde más de 30 años atrás.

El desarrollo de las audiencias ha servido para mostrar que el régimen ha basado buena parte de su defensa en un testigo que cumple pena de prisión por haber sido culpado de delitos que en Cuba no se pueden cometer sin conocimiento de los superiores. Las evidencias y documentos que se han mostrado durante el proceso dan la razón a los demandantes, y la tesis del régimen de que se exigió el pago de la deuda después del huracán Irma, quedó comprometida por las numerosas reclamaciones producidas antes y después. El recurso al embargo, que siempre es muy sufrido para el régimen comunista, ni se citó esta vez en Londres. Tendrían sus razones.

El ministro habló de noticias falsas y ataques mediáticos durante el juicio, al afirmar que “mienten y engañan porque no tienen la razón”, pero al decir este tipo de cosas vuelve a encender luces de alarma de potenciales inversores en Cuba y, al mismo tiempo, traslada a los actuales acreedores la conveniencia de empezar a mover ficha para que la deuda se pueda cobrar. La actitud hostil de La Habana con un acreedor, de los muchos que forman la larga nómina, es negativa y no aporta beneficio alguno para quien tiene problemas para financiarse de forma regular en los mercados internacionales de capital.

De ese modo, se ha llegado a la situación menos favorable para los intereses del régimen, cualquiera que sea la sentencia de la jueza.  El régimen se ha equivocado en tratar de convertir un procedimiento judicial de naturaleza mercantil en un proceso político contra los fondos buitres y la deuda internacional. Con ese cuento, no se llega a ningún sitio (Argentina, 2014 en Nueva York). Si alguien se ha saltado las reglas de la libertad de expresión ha sido la delegación cubana. La falta de costumbre a la libertad de prensa, que tienen los comunistas cubanos, los lleva a ver campañas hostiles allí donde solo hay libertad de información. Deberían ir aprendiendo.

El ministro justificó la nómina de los equipos legales diciendo que para la “defensa se contó con los servicios jurídicos de un bufete internacional de primer nivel en Iberoamérica; ese despacho coordina las acciones mediante los barristers y solicitors que exige la ley inglesa”. Recurrir a este tipo de abogados ofrece una idea bastante aproximada de lo agobiados que se encuentran en La Habana con este caso, para el que no han escatimado en gastos y se preparan, sea cual sea la sentencia, para asumir el pago de honorarios astronómicos que se tendrá que asumir en breve plazo. El cubano de a pie, desesperado en una cola en la que no va a conseguir algo de comida para el día, se asombrará al escuchar las retribuciones de los abogados y dará más aun la espalda a su régimen, alegrándose de una posible derrota en el tribunal.

Toca esperar la sentencia. No es fácil predecir el resultado. La división de poderes que existe en los estados democráticos de derecho no aconseja jugar como hace el régimen. De lo que no cabe duda es que defender la verdad en este juicio, no ha sido un ejemplo para el castrismo, más preocupado por manipular, por la propaganda y por salirse con la suya. Como hace, o intenta hacer, siempre.

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