Los donativos a Cuba no sirven para que la economía mejore
Elías Amor Bravo economista
Al régimen le encanta hablar de donativos y de ayudas. Pero, ¿se puede vivir en Cuba con ello? ¿Son suficientes para atender las necesidades de los cubanos? Evidentemente, no. Los comunistas se acostumbraron a vivir de las migajas conseguidas a nivel internacional, que se suelen recibir por motivos ajenos al esfuerzo, la competitividad y la eficiencia. A la jerarquía conseguir estos donativos les supone viajar al exterior en misiones, dietas, compra de productos, favores, etc. pero el pueblo llano ni se entera.
Tenemos un buen ejemplo cerca. Se trata del donativo a Pinar del Río para impulsar la construcción de viviendas y la participación de técnicos vietnamitas en la producción de arroz en Camagüey. Las dos noticias acapararon interés en la prensa estatal comunista y van en esa línea.
De la primera ¿Qué se puede decir? Pues que los titulares de las 102.000 viviendas afectadas por el paso del huracán Ian en Pinar del Río siguen esperando que alguien les tienda una mano. No es posible ir al mercado y comprar los materiales de construcción y contratar la mano de obra. La espera al estado es obligada. El estado es dueño de la vivienda y debe hacerse cargo de ella, y es el único que puede facilitar medios de producción y productores.
Por eso, el donativo surge como la solución al problema, venga de donde venga, aunque siempre se valora positivamente que tenga su origen en “amigos” del régimen comunista. Este es el caso del proyecto "Defensores de la salud en la verdad, la unidad y la empatía" (un consorcio integrado por organizaciones como la Coalición Answer, The People's Forum, el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico, la Alianza Martiana, el Comité de Solidaridad con Cuba - Western Sydney (Australia), y Mexico Solidarity Network).
Según dicen el donativo permitirá disponer de 40.000 libras de materiales y recursos para impulsar la edificación de vivienda, 18.000 libras de cubiertas de chapa ondulada y unas 20 libras de concreto; además de plantas eléctricas, ventanas, madera contrachapada, taladros, entre otros elementos.
Las autoridades se vanaglorian de que en Pinar del Río se ha recibido desde el paso destructor de Ian cerca de medio centenar de donativos que, según dicen, son de “gran representación de diferentes naciones, con ayuda para los damnificados del territorio”. Se tiene la impresión de que el régimen valora más esa donación internacional colegiada que resolver el problema real y acuciante de los que se quedaron sin viviendas. Es el eterno vivir de una idea falsa de las solidaridad, que es insuficiente para que los pinareños vuelvan a tener viviendas en condiciones.
Mucho más práctico y realista sería haber puesto los recursos nacionales a disposición de Pinar del Río para resolver en el menor tiempo posible los daños del ciclón. Pero la dinámica es el donativo de la solidaridad y aguantar y esperar.
Esta dependencia del donativo tiene su plasmación en otra noticia publicada, la que hace referencia a los especialistas vietnamitas que participan en validación de variedades de arroz en Camagüey.
Aquí la solidaridad está revestida en un proyecto de cooperación Vietnam y Cuba de la Empresa Agroindustrial de Granos Ruta Invasora de Vertientes, que como dice la prensa estatal “ratifica las entrañables relaciones de amistad que manifiestan los gobiernos y pueblos”, pero no mejora la alimentación ni que haya más arroz en las bodegas para comprar.
Aquí el donativo consiste en la asesoría de especialistas de Vietnam pertenecientes al proyecto de colaboración entre ambos países. Como si en Cuba no hubieran especialistas de este cultivo, los hubo, los hay y los habrá. No es para menos, el arroz es elemento fundamental de la dieta alimenticia de los cubanos. Con él no se juega.
Entonces, ¿A qué vienen estos expertos vietnamitas? ¿Cuál es su cometido? Pues bien, al parecer asesoran a los arroceros camagüeyanos en todas las siembras del grano y la producción de esas semillas, a través de tecnologías de trasplante mecanizado y manual, esta última en menor escala. También ayudan en nivelación de suelos, combinadas arroceras y tractores, que permiten disminuir las pendientes y de esa manera se propicia la gestión del riego y de la población de plantas en los campos. También entregaron equipos de laboratorio, medios de transporte, fertilizantes e implementos agrícolas para la preparación de tierras. En esencia, los vietnamitas donan transferencia de tecnología de conocimientos que en Vietnam han servido para mejorar los rendimientos del arroz. Pero en Cuba esas "recetas" no dan resultado. ¿Se ha preguntado alguien por qué?
La nota de la prensa estatal ofrece detalle de los aportes vietnamitas a la donación, pero desde luego, no habla en absoluto de la receta del éxito de aquel país en su transformación como potencia arrocera en Asia. Las reformas del Doi Moi, que se ignoran de forma deliberada en la prensa estatal, están detrás de estos cambios, pero en Cuba nadie quiere hablar de ellas. Estoy seguro que los arroceros camagüeyanos recibieron alguna información no formal, de sus colegas vietnamitas del proceso. En aquel país están orgullos de lo conseguido con las reformas de la propiedad privada de la tierra.
El régimen comunista cubano actúa siempre de la misma forma y se blinda ante la cooperación internacional y los donativos que recibe para mantener la vigilancia y control sobre la economía y evitar su transformación hacia la modernidad, la eficiencia y la productividad. Esa obstrucción forma parte de la lucha del régimen contra todo aquello que pueda poner en peligro el poder de la tríada que gobierna el país. Así les va. Sin viviendas en Pinar del Río y sin arroz en Camagüey. El que sale perdiendo, el pueblo cubano.
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