A propósito del modelo de empresa que necesita Cuba
Elías Amor Bravo economista
La prensa estatal comunista se ha hecho eco de una reunión de un rimbombante consejo interinstitucional de uno de los macro programas del plan nacional de desarrollo económico y social hasta el 2030, el relativo a "gobierno, institucionalidad y macroeconomía”. En dicha reunión, al parecer, se ha estado estudiando las bases del anteproyecto de una ley de empresas, que está incluida en el calendario de normas a aprobar por la Asamblea nacional este mismo año.
Según las fuentes consultadas, el régimen quiere que esta Ley de empresas, en concreto su anteproyecto sea sometido a discusión y aprobación en diciembre de este año por la Asamblea. En concreto, desde el 2022 los dirigentes trabajan en la concreción de las bases que podría tener esa normativa.
Y como sucede en estos asuntos económicos, mal comienza el régimen su aventura. En la reunión del consejo interinstitucional fueron difundidos los resultados de una encuesta realizada a 646 empresarios estatales, según dicen “en busca de los primeros consensos”. Tal y como está la situación de las empresas en Cuba, tal vez se debería haber investigado lo que opinan otras entidades empresariales que funcionan en el país, como los socios de cooperativas, los emprendedores establecidos como trabajadores por cuenta propia, los arrendatarios de tierras, o directivos de las nuevas mipymes, entre otros. Yendo solamente a los empresarios estatales, el régimen ya anticipa por dónde va a ir la Ley de empresa. Excluyendo a estos otros colectivos, la futura norma presenta un deficiente punto de partida.
El ministro Gil es quien se ha colocado al frente del equipo que pretende elaborar la norma, y en su comparecencia en el consejo declaró “la importancia del proceso de debates y consultas que se desarrollará en todo el territorio nacional, en aras de enriquecer el documento inicial, ahora en preparación para someterlo a la valoración de la dirección del país”. Pero claro, si los debates se organizan solo con aquellos que pertenecen al ámbito empresarial estatal y se dejan fuera los modelos alternativos que ya funcionan en el país, ni enriquecimiento, ni consensos, ni nada parecido. Los trapos sucios se lavan en casa, y todos tan contentos.
No reconocer que, en Cuba, además de los estatales, existen otras entidades que emprenden desde una visión no estatal o mixta, es no querer reconocer la realidad, y partir en una cuestión tan relevante para el país como son las empresas, de una visión ideológica y sesgada, realmente no lleva a ningún sitio. No en vano, el predominio de la empresa estatal socialista se hace depender de un supuesto “llamado de Raúl Castro a estremecer la empresa estatal socialista” a la vez que se exige que sirvan como guía del proceso de elaboración de la norma, “la constitución de la República, los Lineamientos del VII Congreso del Partido y la Conceptualización del Modelo Económico Cubano”. ¿De verdad son necesarias estas mimbres fracasadas para elaborar un cesto de futuro, como es la ley de empresas? La ideología impide ver con claridad las cosas, y por ello, estamos ante un nuevo fracaso.
De hecho, la prensa estatal informó que la encuesta presentada al consejo valoró los primeros consensos que debe tener la Ley en términos de alcance, objetivos y principios. E insisto, todo ello se ha logrado sin consultar con un solo trabajador por cuenta propia. La cortedad de miras es inadmisible. Los comunistas cubanos siguen sin contemplar a ese compatriota que abre todos los días la persiana para ser independiente del estado, como empresario. Ellos que se lo pierden.
En la susodicha encuesta, de la empresa estatal se valoran sus movimientos organizativos y descentralización, tipología, la integración, el patrimonio, las formas de asociarse o expandirse, el régimen económico, la autonomía, las relaciones financieras con el estado, la participación de los trabajadores, los órganos de dirección, la responsabilidad social y el control y la auditoría interna, entre otros. Es como si estuvieran hablando de otro mundo, cuando la realidad actual de la empresa estatal cubana es que sigue atrapada en un círculo vicioso de impagos e insolvencia, que se arrastra desde la entrada en vigor de la tarea ordenamiento. Por cierto, el régimen no ofrece información de cómo va ese proceso.
Gil, junto a su viceministra y mano derecha, Odriozola, justificaron esta referencia a la empresa estatal en la futura Ley por el “peso que tiene en la economía cubana, como principal aportadora de bienes y servicios, por lo cual debe distinguirse por su eficiencia y eficacia”. Y dicho esto, ¿no sería mejor aprovechar la ley para cambiar esta posición dominante que no ha servido para mejorar la calidad de vida de los cubanos?
En este punto, los dirigentes se preguntaron sobre ¿Cuál es el modelo de empresa que necesitamos? y en este punto, hicieron referencia a aspectos, sin duda interesantes, como sus misiones, gobernanza, juntas de gobierno, papel de las Osde (organización superior de dirección empresarial), asignación de recursos, facultades para promover la inserción internacional y creación de negocios con inversión extranjera. Es decir, más de lo mismo que existe en la actualidad, sin abrir espacios para las nuevas entidades que luchan por abrir espacios en la economía cubana. Los comunistas parecen estar interesados solo en las empresas estatales y las extranjeras, pero no contemplan empresarios cubanos. Grave error.
El gran economista cubano Jorge Sanguinetty, hace unos días ofreció una lección magistral de lo que se necesita hacer con las empresas en Cuba y qué modelo debería ser el implementado por el régimen para que estas entidades florezcan y contribuyan a la generación de empleo y riqueza en la nación. Propiedad privada, autonomía, mercado, libertad de elección, rentabilidad y acumulación y todo ello generalizado para todos los cubanos. Nada que ver con entretenerse en florituras como el ministro y su viceministra, hablando de misión, juntas o gobernanza. Hay aspectos mucho más importantes que la futura ley comunista ni siquiera va a atender, y solo por motivos ideológicos.
No quieran pedir peras al olmo, ni busquen mucho más. Cuba seguirá siendo un páramo para las empresas privadas y un fracaso de las estatales, cuando todo el mundo se mueve en la dirección opuesta. Al parecer en la reunión del consejo interinstitucional no se habló más del contenido de la ley, pese a que representantes de la academia y de varios organismos expusieron sus criterios en torno a la futura normativa. De todo ello, nos hemos quedado sin saber. Al parecer, algunas de estas posiciones eran inadmisibles en la pétrea organización ideológica del sistema económico cubano.
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