Sector agropecuario cubano: falta de recursos y derechos de propiedad

Elias Amor Bravo economista

Nos vamos acercando, pero no acabamos de llegar. No obstante, un artículo publicado en Escambray titulado “Sacar la Agricultura del papel” que aborda la situación de la agricultura y la ganadería en Sancti Spiritus, se ha acercado bastante al problema y las soluciones que necesita el sector agropecuario cubano para dar de comer a toda la población y evitar las carencias que lo acosan.

El articulo se acerca, y mucho, al origen de todos los males, cuando identifica la “falta de recursos” como el factor que limita la capacidad productiva del sector. Y da un paso adelante, cuando afirma que con respecto a la tierra, que es el factor productivo principal, “no se trata de entregar tierra por entregar, sino ponerla en manos de usufructuarios con capacidad de trabajo si se quiere buscar una respuesta productiva rápida y eficaz”.

Esa puesta a disposición no se concreta de forma clara, pero si se sigue leyendo hay una firme apuesta por entrar de forma directa en la distribución de los medios de producción, cuando se afirma, que para mejorar la producción hay que “controlar y lograr que la tierra se use para el destino previsto, y resolver lo de las áreas ociosas en entidades estatales que no las utilizan ni permiten que se entreguen”.

Blanco y en botella. El articulista no lo dijo, pero eso se llama propiedad privada de la tierra y libertad a los productores agropecuarios para que decidan qué producir, cuánto y a qué precios, y sobre todo, distribuir libremente sus cosechas sin imposiciones monopólicas del estado comunista. Unos cambios necesarios para que se produzca más y se satisfagan las necesidades de la población al tiempo que se moderen los precios.

Es bueno que en Cuba, en la prensa estatal, se empiece a hablar de estas cosas. Basta ya de una visión ideológica única y predominante, como la comunista. Existen soluciones alternativas mucho más eficientes para poner fin a la pléyade de "carencias, problemas, descontrol, cifras, explicaciones, contrataciones de mangas cortas frente a las necesidades, altos precios que ahogan la mesa familiar" a resultas de la deficiente política agropecuaria comunista. El artículo llega a cuestionar que exista más de una Agricultura: la de los recorridos y visitas, y la que llega al consumidor. Buena clasificación.

Esa agricultura mal gestionada, controlada por el estado que se resiste a dar poder a los productores independientes, condiciona la vida de los cubanos y hace muy difícil comer y, sobre todo, después de la tarea ordenamiento, pagar los precios por los escasos productos que llegan a los mercados. Más aun, cuando la canasta normada cada día aporta menos en cantidad y calidad. Los cubanos sufren por la falta de comida, y los productores por los quebrantos de precios, costes, salarios y sobre todo tierra, que tienen que afrontar para sobrevivir. Oferta y demanda por los suelos.

Y de ese modo, 2022 cerró con un año pésimo para el sector agropecuario, pese a las “63 medidas” y nada hace presagiar que 2023 vaya a ser mejor. Todo lo contrario. Y como dice el artículo de Escambray, esta situación de crisis estructural ya no es culpa “de bloqueo, apagones, falta de combustible, plagas y recursos”. Poco a poco los cubanos se acercan al origen del problema que es la distribución de los derechos de propiedad de la tierra, el hecho de que la tierra, el principal factor de producción, sea del estado y que este la administre con arrendamientos ridículos al sector privado como único espacio de libertad económica.

Y de ese modo, el articulo observa la existencia de hectáreas de tierra de cultivo que siguen ociosas, mientras hay nuevas personas o productores establecidos solicitándolas para explotarlas o terrenos entregados hace años sin impacto productivo. ¿Por qué tiene que ocurrir esta situación que va contra los intereses de los ciudadanos? La desmotivación hace que las tierras entregadas no se exploten adecuadamente. 

Los que buscan tierras de cultivo no reciben los arriendos si no son confiables para los comunistas locales. La libertad queda alejada del marco jurídico de derechos de propiedad de la tierra. Eso es antieconómico, y los resultados están a la vista, no hay producción. Y con la ganadería aún peor, teniendo en cuenta que las cabezas siguen siendo del estado y se mantienen los castigos a los productores que realicen sacrificios no autorizados. El artículo dice que en la ganadería lo que ocurren por culpa de desnutrición y accidentes, son “muertes, baja natalidad y vaivenes de la leche, alrededor del rebaño aflora un volcán todos los días”.

En el artículo se realiza una magnífica descripción del desastre de la ganadería comunista y se cita a experiencia de Sancti Spíritus, donde faltan piensos de importación para el rebaño y eso genera insuficiencia alimentaria, la leche se ha convertido en el tsunami del sector, lo mismo a la hora de producirla o acopiarla que de intentar distribuirla en los horarios establecidos. Fracasó la idea de subir el precio de compra a 20 pesos el litro porque lejos de favorecer, fue en contra del encargo estatal, lo que por suerte abrió espacios para el trabajo por cuenta propia y las modalidades de venta de derivados de la leche. También se incumplieron las entregas de leche fijadas en los contratos estatales. Las medidas del régimen no han servido para corregir la situación. Todo lo contrario. "Ni leche, ni ternero, ni crecimiento de la masa y su correlato con el autorizo al sacrificio legal".

Y otro tanto de la secuela de experimentos fracasados en la agricultura, como la papa agroecológica, la comercialización con las “63 medidas” para incentivar la producción, tampoco ha funcionado. Las "carencias de insumos y el trips de las flores apagaron las frijoleras y ahora el territorio no reporta contratación de dicho grano para el encargo estatal" a la vez que el precio de este producto se ha disparado en diciembre.

El artículo afirma que “se vuelve una rareza encontrar frutas a cualquier precio, la contratación de comida pactada para el 2023 se considera insuficiente de cara a las necesidades”, y frente a este cuadro de despropósitos, el responsable principal del desastre, la dirección del Partido en la provincia hizo su propio análisis diciendo que “falta trabajo y exigencia con lo que tenemos contratado, no podemos seguir permitiendo que el tomate bueno, la mejor malanga o el plátano de más calidad se vayan para el mercado informal y entonces los productos malos sean los que lleguen a la placita de Acopio”. Pues entonces, ¿a dónde quieren que vayan? ¿a ver qué hacen los comunistas para que la racionalidad económica no tenga lugar? Desde luego, las soluciones comunistas están acabadas. No sirven.

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