La inflación en Cuba no depende de la libertad de precios

Elías Amor Bravo economista

Sabido era que los comunistas empezarían a utilizar argumentos de todo tipo para justificar el aumento desmesurado de los precios en la economía cubana, sobre todo de la Alimentación, un 62,9% en tasa interanual. Que no engañen. 

No han esperado mucho, y de ese modo, ya han empezado a publicarse notas en las que se atribuye a la descentralización de facultades de precios la responsabilidad principal. Y, sin embargo, se dice que la descentralización de precios es una estrategia que se considera necesaria para que ”haya más caminos por los que puedan transitar las empresas estatales socialistas hacia la eficiencia”.

Y ni lo uno ni lo otro es verdad. Porque la descentralización no es el origen del descontrol de los precios. Y la salvación de las empresas estatales socialistas en crisis no pasa tampoco por esa estrategia. Consecuencia, los dirigentes han metido a la economía en una espiral de precios en la que los establecimientos que prestan servicios comerciales y de gastronomía han empezado a fijar sus precios de forma independiente, básicamente porque los bienes y servicios que prestan, también han subido. Y este círculo vicioso no va a parar al menos a corto plazo.

Es injusto atribuir a la descentralización de decisiones de precios la responsabilidad de la inflación. Realmente, hay que ir más atrás en la cadena de distribución para comprobar que la parálisis y los problemas ya vienen del agro. Allí no aumenta la producción, simplemente porque los agricultores y ganaderos no tienen motivaciones para ello, y los costes que tienen que pagar, les comen la escasa rentabilidad que obtienen.

Como se carece de recursos productivos, la poca producción que se obtiene sale a unos precios altos porque hay demanda dispuesta a comprar. Una demanda que es sistemáticamente superior a la oferta lo que se traduce en rigidez de los precios

La descentralización y la flexibilidad no son la causa de los precios altos, sino la escasa oferta de bienes y servicios. Solución: la misma de siempre, producir más.

De nada sirve descentralizar decisiones en la comercialización, si no se otorgan los mismos principios en la producción. Las unidades agropecuarias están atadas al cumplimiento de un plan absurdo, que les impide aumentar la producción para atender una mayor demanda. Es fácil de entender. Antes de la tarea ordenamiento, cuando no se admitía la descentralización y los precios eran topados, todavía era peor, porque entonces los mercados estaban vacíos. 

Ahora es cierto que hay más oferta, pero insuficiente para atender la demanda, y por eso, los precios suben y suben. Los comunistas quieren dirigir todo el proceso, excluyendo al sector privado de las actividades de producción e intermediación, y con eso, escasea la oferta, Acopio hace de las suyas y lo que es peor, cargan todo el aparato de delación, represión y castigo contra vendedores a los que acusan de especuladores y cosas peores.

El problema está en el modelo económico. Y la prensa estatal retuerce los argumentos para no reconocer esta realidad de precios muy elevados, salarios que no permiten llegar a fin de mes, precios altos incluso en el ámbito estatal donde puede ser gratis entrar a un espectáculo pero luego dentro cualquier consumo alcanza precios abusivos. Y claro, las preguntas que recogen son todas ellas inocentes, como por ejemplo, ¿Por qué un mismo producto tiene diferentes precios según el establecimiento y siempre es alto? ¿Por qué centros estatales y particulares compiten en quién vende más caro?

La respuesta es simple. Básicamente porque eso es lo que tiene que ocurrir. Lo que pasa en Cuba es que las consecuencias de la tarea ordenamiento empujan a los cubanos al peor ángulo de esa correlación de precios y cantidades. ¿La razón? Pues muy sencilla, el régimen no hizo los deberes y puso en marcha decisiones que han acabado dando resultados pésimos porque antes faltaron otras actuaciones necesarias para que la máquina funcionase bien, y todas ellas en la esfera de la producción y ligadas a los derechos de propiedad.

Hay algún intento de culpar a las mipymes de la explosión de precios, acusándolas de buscar márgenes desproporcionados y de no suministrar sus productos a las empresas estatales buscando el máximo beneficio en otros establecimientos. ¿Se ha preguntado alguien por qué ocurre esto y qué lleva a la mipyme a discriminar su negocio? ¿No habrá detrás de este comportamiento una necesidad de lograr la MLC que el estado no facilita,  que resulta esencial para acceder a los mercados de insumos? Y claro, ello lleva a la cuestión angular: ¿Por qué sigue existiendo en Cuba una doble moneda en circulación cuando crear una sola fue el objetivo, incumplido, de la tarea ordenamiento?

Y todo esto ocurre en el ámbito de una estructura económica intervencionista, burocrática, ineficiente que es la principal característica del modelo comunista o socialista que se reivindica por las autoridades y que se ha visto que es obsoleto. Que exista un ministerio de finanzas y de precios es un buen ejemplo de esta anomalía que supone Cuba a nivel mundial. La lucha contra los aumentos de precios acabará dañando el modelo y será su enterrador definitivo, pero llegar a ese estadio va a tener, ya los está teniendo, unos costes muy elevados social y económicamente.

Ahora lo que hay es una combinación desgraciada de precios altos y desabastecimiento que confirman el fracaso de la tarea ordenamiento dos años después de su adopción. Los dirigentes no saben cómo resolver esta situación, y se corre el riesgo de que quieran volver a la situación anterior de precios topados, centralizados y controlados, cuyos efectos son bien conocidos.

Una solución que se plantea es que las ofertas que se expendan al turismo se realicen al cambio de 120 CUP, vigente para los viajeros internacionales que ingresan al país. ¿Control de tipo de cambio para transacciones? Otra medida que limita los mercados. Hay preocupación por parte de quienes pretenden asegurar servicios al turista internacional a precios competitivos, lo que no siempre resulta fácil con la escasa producción de alimentos. Algunos hoteles de lujo en Cuba no pueden ofrecer a sus turistas el buffet que ofertan en la publicidad. Y encima a precios muy elevados.

Hay quienes lanzan críticas contra ese tipo de cambio congelado de 1X120 cuando todavía el resto de las entidades siguen aplicando el oficial de 1X24, mientras que en la calle oscila a diario a niveles muy superiores. Otro fracaso de la tarea ordenamiento.

De todo ello, cabe concluir que la descentralización de facultades y la escasez cotidiana, amargan la vida al ciudadano, que cada día se aleja más y más de sus dirigentes, al comprobar que todo lo que hacen empeora de forma sistemática su vida. La prensa estatal  dice textualmente sobre este asunto, “la descentralización, las nuevas resoluciones, el desorden de la economía, la galopante inflación y las facultades otorgadas a directivos de empresas y UEB provocan una dispersión de precios que atolondra y lacera profundamente el bolsillo de quienes solo cuentan con el salario como fuente de ingreso”.

Pero esto no ocurre por casualidad. Hay un responsable: el régimen, que mantiene a la economía bajo el control del modelo comunista de la constitución de 2019, y que no quiere abrir espacios hacia las libertades reales de los agentes económicos.

 

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