Hagamos un poco de historia. Los españoles, seguro que se acuerdan muy bien. Estamos en 1972. Régimen de Franco. ¿Cree alguien en su sano juicio que las puertas de la Unión Europea, en aquella época un simple “mercado común”, se podrían abrir para una dictadura que había permanecido aislada a nivel internacional desde 1939? Evidentemente, no. Los demócratas españoles, los que luchaban por instaurar en España un sistema de libertades y pluralismo como el que ya funcionaba en otros países de Europa, se habrían sentido rechazados por sus homólogos vecinos y, con toda probabilidad, habrían restado a la institución europea los valores de confianza y reclamo que años más tarde habría de tener. Evidentemente, no. El proyecto de construcción europea no daba oportunidad a la dictadura franquista, como tampoco favoreció a ninguna otra dictadura. La sociedad española tuvo que esperar a que Franco muriese, a que se produjera la transición democrática, y en 1986, con varias pruebas superadas, las