La historia con distintos rostros
Hagamos un poco de historia. Los españoles, seguro que se acuerdan muy bien. Estamos en 1972. Régimen de Franco. ¿Cree alguien en su sano juicio que las puertas de la Unión Europea, en aquella época un simple “mercado común”, se podrían abrir para una dictadura que había permanecido aislada a nivel internacional desde 1939? Evidentemente, no. Los demócratas españoles, los que luchaban por instaurar en España un sistema de libertades y pluralismo como el que ya funcionaba en otros países de Europa, se habrían sentido rechazados por sus homólogos vecinos y, con toda probabilidad, habrían restado a la institución europea los valores de confianza y reclamo que años más tarde habría de tener.
Evidentemente, no. El proyecto de construcción europea no daba oportunidad a la dictadura franquista, como tampoco favoreció a ninguna otra dictadura. La sociedad española tuvo que esperar a que Franco muriese, a que se produjera la transición democrática, y en 1986, con varias pruebas superadas, las puertas de Europa se abrieron de par en par. Desde entonces, es posible afirmar, que España ha sido uno de los países que más se han beneficiado de los valores democráticos, de pluralismo y libertad que inspiran a la Unión Europea, y el balance es muy positivo en todos los aspectos, económicos, sociales y políticos.
Lo sucedido con Cuba y la OEA es un ejemplo de lo contrario. Bajo un régimen comunista, que jamás ha renunciado a sus valores marxistas, leninistas y colectivistas, la OEA decidió que Cuba no debería formar parte de la organización inspirada en principios y valores democráticos occidentales. Cuba fue expulsada de la OEA a comienzos de los años 60, y el régimen de Fidel Castro hizo de las suyas a nivel regional e internacional, utilizando el conflicto y el acoso permanente como estrategia para amordazar a un pueblo y una sociedad.
Casi cincuenta años después, la misma institución que expulsó a Cuba, por unos determinados motivos que se siguen manifestando porque la constitución cubana no ha suprimido la orientación ideológica que estuvo en el origen de su expulsión, decide que la Isla, con su mismo régimen, con los mismos dirigentes, y la misma carga ideológica, puede acceder cuando quiera a la OEA.
Y entonces viene lo mejor. La denominada “patada” castrista. Ahora dicen en La Habana que a Cuba no le interesa la OEA. Después de haber convertido la ausencia de la Isla del foro continental en un argumento central del mensaje de acoso, aislamiento y marginación promovido por el enemigo del Norte, ahora el castrismo dice que no tiene interés alguno en formar parte de la OEA. ¿A alguien le recuerda esto algo? A mi sí. Cuando la Unión Europea decidió ofrecer a Cuba apoyo económico y suculentas ayudas de cooperación a cambio de mover ficha, el castrismo devolvió una “patada” diciéndole a la Unión Europea que se guardara su dinero. Muchos no comprendieron el rechazo a la oferta. Otros sabían que Castro tenía la carta guardada en la manga del petróleo de Chaves.
Pero, ¿ahora qué tiene?
Evidentemente, no. El proyecto de construcción europea no daba oportunidad a la dictadura franquista, como tampoco favoreció a ninguna otra dictadura. La sociedad española tuvo que esperar a que Franco muriese, a que se produjera la transición democrática, y en 1986, con varias pruebas superadas, las puertas de Europa se abrieron de par en par. Desde entonces, es posible afirmar, que España ha sido uno de los países que más se han beneficiado de los valores democráticos, de pluralismo y libertad que inspiran a la Unión Europea, y el balance es muy positivo en todos los aspectos, económicos, sociales y políticos.
Lo sucedido con Cuba y la OEA es un ejemplo de lo contrario. Bajo un régimen comunista, que jamás ha renunciado a sus valores marxistas, leninistas y colectivistas, la OEA decidió que Cuba no debería formar parte de la organización inspirada en principios y valores democráticos occidentales. Cuba fue expulsada de la OEA a comienzos de los años 60, y el régimen de Fidel Castro hizo de las suyas a nivel regional e internacional, utilizando el conflicto y el acoso permanente como estrategia para amordazar a un pueblo y una sociedad.
Casi cincuenta años después, la misma institución que expulsó a Cuba, por unos determinados motivos que se siguen manifestando porque la constitución cubana no ha suprimido la orientación ideológica que estuvo en el origen de su expulsión, decide que la Isla, con su mismo régimen, con los mismos dirigentes, y la misma carga ideológica, puede acceder cuando quiera a la OEA.
Y entonces viene lo mejor. La denominada “patada” castrista. Ahora dicen en La Habana que a Cuba no le interesa la OEA. Después de haber convertido la ausencia de la Isla del foro continental en un argumento central del mensaje de acoso, aislamiento y marginación promovido por el enemigo del Norte, ahora el castrismo dice que no tiene interés alguno en formar parte de la OEA. ¿A alguien le recuerda esto algo? A mi sí. Cuando la Unión Europea decidió ofrecer a Cuba apoyo económico y suculentas ayudas de cooperación a cambio de mover ficha, el castrismo devolvió una “patada” diciéndole a la Unión Europea que se guardara su dinero. Muchos no comprendieron el rechazo a la oferta. Otros sabían que Castro tenía la carta guardada en la manga del petróleo de Chaves.
Pero, ¿ahora qué tiene?
Y eso que en la etapa del dictador Franco, específicamente cuando entro el "Gobierno del Opus" comenzó a haber cierta apertura económica. Pero en Cuba, ni eso...
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