En defensa de los trabajadores por cuenta propia
Elías Amor Bravo, economista
Hace unos días,
Orlando Freire destacaba en un artículo en DDC las críticas que con
frecuencia se pueden leer en la prensa oficialista del régimen
contra los trabajadores por cuenta propia. Críticas que se
concentran fundamentalmente en los precios de los bienes y servicios
ofertados por los trabajadores por cuenta propia y en el libre juego
de la oferta y la demanda en la formación de los precios.
El diseño de una
economía de base estalinista con un sector privado dependiente del
estado está en la esencia de los llamados “Lineamientos”. Allí
se sustentan ideas que no dejan mucha esperanza para cambios en las
instituciones que regulan el funcionamiento de la economía
castrista: la empresa estatal socialista seguirá siendo el eje del
sistema y la planificación central de la economía se mantendrá sin
que los derechos de propiedad pasen a estar plenamente reconocidos.
En ese contexto, se
antoja que la tarea de los trabajadores por cuenta propia, parece
ciertamente difícil. Convertidos en una parte marginal del sistema,
no resulta extraño que el régimen acometa sus ataques llegando a
afirmar que “actúan según las leyes de la selva".
Las críticas del
régimen a los trabajadores por cuenta propia son interesantes porque
abren un espacio desconocido en la homogénea realidad estalinista de
la economía cubana. Que se hable de los nuevos emprendedores cubanos
hasta en las Comisiones Permanentes de la Asamblea Nacional del Poder
Popular, es una muy buena noticia.
Sin embargo, las
críticas son injustas. Y desde luego, esconden parte de la verdad.
El trabajo por cuenta propia se desenvuelve en unas condiciones
difíciles, que ha recibido nuestro análisis en diversas ocasiones.
Desde impuestos elevados, a la inexistencia de mercados mayoristas en
los que comprar materias primas, las dificultades para contratar
libremente trabajadores, la falta de un sistema bancario y
crediticio, o la asfixiante presión de las declaraciones juradas de
ingresos personales. Todo ello hace que la complejidad de la
actividad desborde los estándares internacionales.
Ya no es solo una
cuestión de precios elevados, que refleja el deficiente
funcionamiento de las leyes de la competencia, por propio interés
del régimen. Es la ausencia de un marco jurídico adecuado para el
desarrollo de unas actividades que, en cualquier otro país del
mundo, solo pueden crecer, generar riqueza y empleo, beneficios y
sostenibilidad a medio y largo plazo. El pequeño sector del trabajo
por cuenta propia en Cuba no podrá experimentar esta evolución,
porque al régimen no le interesa. Y el estado socialista hará todo
lo posible por evitar que se consolide porque le temen.
Se queja el oficialismo
de precios elevados. Incomprensible. Si los trabajadores por cuenta
propia se dirigen a un mercado en el que los sueldos medios no
superan los 24 dólares al mes, los precios deberían ajustarse a ese
nivel de poder adquisitivo. Si suben, la demanda será menor, salvo
que se encuentre estimulada por unas remesas procedentes del exterior
que, en las condiciones actuales, son las que permiten a los cubanos
superar las graves carencias de su economía. El régimen considera a
as remesas la única tabla de salvación, y ha adoptado medidas
concretas para facilitar que los recursos procedentes del exterior
reviertan sobre la economía. Los trabajadores por cuenta propia
podrían conseguir una participación importante en ese flujo de
renta, pero el régimen no hace otra cosa que cerrarles el paso.
Otro ejemplo. La
dualidad monetaria. ¿Por qué el régimen no pone fin cuanto antes a
esta práctica que viene creando no pocos problemas en el
funcionamiento de la economía? La respuesta es clara. Con las dos
monedas, resulta más fácil mantener el control sobre los
trabajadores por cuenta propia, focalizando sus actividades en el
sector de la moneda fuerte cuyas dimensiones son bien conocidas. De
ese modo, no existe posibilidad alguna de ejercer un efecto tracción
sobre la economía subvencionada y de naturaleza ineficiente. Los
trabajadores por cuenta propia recurren en mayor medida al
aprovisionamiento procedente del exterior, vía “mulas”, que a la
producción nacional. El régimen no interviene. La dualidad
monetaria supone mayor nivel de complejidad administrativa e incurrir
en unos costes de gestión que, con una sola moneda, no deberían
existir.
No obstante esas
evidencias, la prensa del régimen ya ha tomado partido en contra de
los trabajadores por cuenta propia. El oficialismo castrista se
pierde en alegatos contra los precios elevados o la presunta
desprotección de los consumidores. Eso es lanzar bombas de humo para
ocultar los verdaderos problemas. Hay que proteger a los nuevos
trabajadores por cuenta propia, se necesita crear un marco adecuado
para el desarrollo de sus actividades y rebajar la presión. Los
mecanismos de regulación se deben adaptar a las necesidades de los
nuevos emprendedores. Si ello no ocurre, pronto aparecerán las
reivindicaciones.
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