La incertidumbre y la economía cubana

La economía cubana no sólo se diferencia de la del resto del mundo en el absurdo de la existencia de un control absoluto de la producción por parte de unos burócratas que creen poseer una superioridad moral y un conocimiento mayor que el del mercado para asignar los bienes y servicios, sino también de un marco institucional en que están ausentes los derechos de propiedad y en el que nadie posee riqueza a la que referir sus decisiones de consumo, por otra parte, sometidas a un riguroso control y racionamiento.
En tales condiciones, sólo la proximidad al círculo estrecho de poder que dirige el país, y la plena asunción del modelo político del régimen, garantizan a un pequeño núcleo de la sociedad, un nivel de renta y de acceso a consumo que supone diferencias notables con respecto a la población.
Una economía de estas características se rige por indicadores que nada tienen que ver con los que se utilizan en las economías occidentales para evaluar la coyuntura y la evolución a medio plazo. Por eso, lo que está sucediendo en estos días en Cuba, desde la muerte de Orlando Zapata, también tiene su impacto negativo sobre la economía. Veamos por qué.
Las informaciones independientes que proceden de la Isla hablan de la intensificación en unos pocos días de una política de tolerancia cero hacia cualquier tipo de manifestación pública contraria a la ideología oficial. La falta de comunicación que existe en la sociedad cubana hacia las actividades de los grupos de oposición lleva a que mucha gente no pueda comprender el por qué de este aumento desmedido del control y la represión, por lo que es normal que se disparen los rumores. Uno de los que más se escuchan en La Habana es que Raúl Castro ha abandonado el país, sin rumbo fijo poco después de la partida de Lula. Es una buena idea de qué es lo que está sucediendo en la Isla, y el aumento imprevisible de la incertidumbre, lo que tiene consecuencias muy negativas sobre una economía burocratizada y carente de referencias vitales en el mercado.
En La Universidad de La Habana al parecer se han producido retiradas de matrícula y expulsiones a alumnos que han manifestado abiertamente la disconformidad con el inmovilismo del gobierno. Imágenes difundidas a través de you tube muestran a estos estudiantes protestando por la calidad de los alimentos que se les suministran o por las ausencias de determinados profesores. El malestar en la Universidad es otro factor que arroja inquietud en un país que prima el acceso a los estudios universitarios a la mayoría de la población para formarlos en ocupaciones que, posteriormente, se encuentran mal retribuidas y sometidas a control.
De igual modo, se sabe que ante los próximos comicios, muchos ciudadanos están declarando abiertamente que el régimen no ha cumplido la mayor parte de las demandas, y promesas, que surgieron de los debates abiertos por Raúl Castro poco después de llegar al poder hace casi dos años, de modo que la sensación de fracaso y frustración va en aumento de forma exponencial.
Una vigilancia ideológica que alcanza al control de las comunicaciones por internet, suprimidas y controladas a la mayor parte de la población con acceso a las mismas, y el aumento de las reclamaciones en los centros de trabajo por el acceso a páginas web contrarias a la ideología oficial del régimen. Otro tanto, sucede con las comunicaciones telefónicas, principalmente con el exterior, aunque la liberalización del uso de móviles, a pesar de su coste, ha facilitado en mayor medida el contacto con el exterior.
En una economía en la que se produce, en muy poco período de tiempo, una situación como la descrita, el aumento de la incertidumbre provoca más improductividad, desgana y opciones por el descontrol en la fuerza laboral. La desmotivación de los trabajadores cubanos, tantas veces denunciadas por Granma en los últimos meses, tiene su origen en el propio sistema que es la verdadera causa del bloqueo que sufre la economía y sociedad cubana. Si a ello se añade la detención del empresario de Estados Unidos que sigue preso, sine die, en las cárceles castristas por el delito de entregar ordenadores portátiles a la población, no creo que todo ello sirva para estimular la actividad económica y la producción, sino más bien, todo lo contrario. Tiempo al tiempo, pero la economía cubana, con estas actuaciones, no va a llegar mucho más lejos.

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