El impacto de las nuevas medidas EEUU sobre la economía castrista
Elías Amor Bravo, economista
El régimen castrista
está de celebraciones.
Los departamentos del
Tesoro y de Comercio de los Estados Unidos han anunciado el pasado
martes nuevas medidas relacionadas con Cuba, en materias sensibles
como las transacciones financieras, las exportaciones y los viajes.
La noticia ha sido bien acogida en el régimen castrista que, de
manera inmediata, se ha lanzado a presentarla como un éxito en el
diario oficial Granma.
El alcance de estas
medidas, sus implicaciones y efectos para la economía castrista y,
los resultados que cabe esperar de las mismas es una cuestión que ha
atraído el interés de los analistas y observadores de estos temas.
Este será el objetivo de este post.
En materia de
transacciones financieras, que tanto necesita el improductivo
sistema económico del régimen para compensar la pérdida a corto
plazo de la generosa subvención procedente de los dólares
bolivarianos, este nuevo paquete de la administración Obama tiene
como objetivo principal la concesión libre de créditos a las
instituciones financieras de Estados Unidos (bancos comerciales
estadounidenses que radiquen en su territorio, o fuera de este, y
también a los de otros países radicados en EEUU, por ejemplo, los
bancos españoles acreditados en EEUU que operan en Cuba) para
suministrar financiación, incluidas las cartas de crédito, a las
exportaciones o reexportaciones autorizadas, exceptuando las ventas
agrícolas que por ley están sujetas a pagos en efectivo por
adelantado.
En suma, la
financiación de las exportaciones de EEUU a Cuba es una realidad, lo
que reduce el riesgo financiero de quién debe pagar, en este caso,
el régimen. Conviene tener en cuenta que otros países que comercian
habitualmente con la Isla, como España, poseen estos mismos sistemas
de financiación de la exportación acompañados de generosas pólizas
de seguro que tratan de dar cobertura a posibles quebrantos en las
relaciones comerciales con el régimen. Nada nuevo, por tanto.
Habrá que valorar el
impacto que tiene esta medida sobre la corriente exportadora de EEUU
a Cuba, y si realmente contribuye a su incremento, pero no parece que
vaya a ser muy significativo si se compara con los resultados de
otros países. Los intereses de los granjeros proteccionistas de
Arkansas pueden estar bien protegidos, pero la capacidad de
endeudamiento del régimen castrista es limitada. Y eso lo sabe todo
el mundo.
La operatoria de los
bancos extranjeros radicados en Cuba era un asunto controvertido que
había venido creando problemas a las instituciones financieras en
sus relaciones internacionales con demandas en los tribunales de
EEUU, que terminaban siendo archivadas. En cierto modo, despejada la
deuda de los Castro con el Club de París no tenía mucho sentido
mantener una exigencia de solvencia que, en cualquier caso, puede
verse deteriorada en cualquier momento en el futuro. De ahí que
ahora la responsabilidad recaerá en quienes otorguen su confianza a
aquellos que, en general, no tienen una historia crediticia muy
solvente.
En el ámbito de las
exportaciones, los resultados son controvertidos. Poco después
del acuerdo de diciembre de 2014, que iniciaba el deshielo en las
relaciones entre el régimen castrista y la administración Obama, se
autorizó la exportación de productos norteamericanos a Cuba,
específicamente materiales de la construcción, equipamiento y
herramientas para uso del sector no estatal, así como el
equipamiento y herramientas para la actividad agrícola, también no
estatal. Además, se aprobó la reexportación desde un tercer país
de artículos estadounidenses para actividades científicas,
arqueológicas, culturales, ecológicas, educacionales, deportivas,
investigaciones, de preservación histórica y reuniones
profesionales.
No parece que las
exportaciones hayan tenido la dinámica que, en su momento, se
preveía. El sector no estatal en la economía castrista apenas ha
adquirido la dimensión y capacidad suficientes para ser un buen
cliente de los Estados Unidos. En vez de atender las razones que
realmente limitan esa capacidad de gasto, que no son otras que las
imposiciones del régimen y la voluntad política que ese sector
privado no adquiera dimensiones que puedan poner en peligro el poder
político castrista, los negociadores de EEUU lanzan balones fuera y
anuncian, a partir de ahora, en materia de exportaciones, nuevas
medidas que contemplan una política general de aprobación de
licencias para productos agrícolas, así como insecticidas,
pesticidas y herbicidas.
También, se incluyen
nuevas licencias para equipos destinados a la seguridad de la
aviación civil y los vuelos comerciales internacionales, incluyendo
aviones arrendados a empresas de propiedad estatal. Esto último está
directamente relacionado con los acuerdos preliminares sobre los
vuelos comerciales entre ambos países de diciembre del pasado año.
Además, se ha abierto
de forma muy notable la concesión de licencias para las
exportaciones y reexportaciones de mercancías y programas
informáticos destinados a organizaciones de derechos humanos,
personas físicas y organizaciones no gubernamentales que promuevan
la actividad independiente en Cuba; y en el área de las
telecomunicaciones, la entrada de equipos al país.
Una vez más, la
administración Obama ha puesto especial atención en la concesión
de licencias específicas para las exportaciones y reexportaciones de
productos dirigidos a satisfacer las necesidades del pueblo cubano,
pero a partir de ahora se incluyen las compras que realicen las
empresas estatales, agencias y organizaciones del Gobierno cubano.
Los analistas han
interpretado esta cesión como una muestra de debilidad de Estados
Unidos, que finalmente ha tenido que reconocer la realidad de una
economía en la que más del 65% del PIB es controlado por el estado,
y en el que el consumo privado compite con un consumo estatal
propiciado por las políticas garantistas del régimen, que están en
la base de la coerción ejercida sobre los ciudadanos. Con esta
medida, el sector no presupuestado castrista podrá aumentar su
participación en el suministro de alimento y enseres a los cubanos,
un claro retroceso con respecto a la libertad económica y el
desarrollo de los mercados.
De ese modo, los
productos agrícolas, las creaciones artísticas, la educación, el
proceso de alimentos, la preparación, respuesta y recuperación de
desastres, la salud pública y sanidad, la construcción y renovación
de viviendas, transporte público, y la construcción de
infraestructuras dirigidos a satisfacer las necesidades del pueblo
cubano, pero suministrados por entidades del sector presupuestado, es
decir, estatales, pasan a formar parte de las autorizaciones a la
exportación que entran en vigor.
La aceptación de la
participación del régimen y su aparato de poder económico en la
corriente de bienes y servicios procedentes de Estados Unidos supone
una victoria del castrismo que obtiene un reconocimiento parcial de
su hegemonía y trasmite una clara señal de que cualquier proceso
económico en la Isla pasa por el marco de las relaciones del
régimen, que no está dispuesto, bajo concepto alguno, a ceder
poder. La aceptación de la participación del estado castrista en
las negociaciones que hasta ahora se dirigían al fomento de la
actividad no estatal, es, digámoslo claramente, una victoria del
régimen.
El acuerdo contempla,
eso si, la continuidad de la política general en vigor, consistente
en denegar las exportaciones y reexportaciones de artículos por
parte de empresas estatales, agencias y otras organizaciones del
Gobierno cubano que generen esencialmente ingresos para el Estado,
como es el caso de la extracción o producción de minerales y otras
materias primas, el turismo, las fuerzas armadas, la policía, los
servicios de inteligencia y los órganos de seguridad.
Por último, los
viajes. Además de las exportaciones y la financiación
crediticia, los acuerdos han hecho referencia, igualmente, a los
viajes a Cuba, en particular la autorización para la investigación
de mercado, mercadeo comercial, negociación de contratos y ventas,
entregas acompañadas, y la instalación, arrendamiento u
ofrecimiento de servicios en nuestro país. Por otra parte, se
autorizan las estancias de corta duración del personal que opera o
presta sus servicios a las embarcaciones y aeronaves que transportan
pasajeros entre los dos países.
Se han aprobado,
igualmente, los viajes y otras transacciones relacionadas con la
producción profesional mediática o artística, incluyendo la
filmación o producción de programas de los medios de comunicación
(como películas y programas de televisión), grabaciones de música
y la creación de obras de arte, incluyendo la contratación de
nacionales cubanos y el envío de regalías u otros pagos.
Además, los nuevos
acuerdos extienden la licencia general que se otorgaba para la
asistencia a eventos organizados en Cuba, de modo que ahora también
permite la organización de reuniones y conferencias profesionales, así como los viajes y transacciones relacionadas
con la organización de competencias de federaciones deportivas
internacionales amateur y semi profesionales, espectáculos públicos,
clínicas, talleres, otras competencias atléticas y no atléticas,
así como exhibiciones. Además, se eliminan los requisitos de que
las ganancias de los eventos sean donadas a ciertas organizaciones,
así como la obligatoriedad de que algunos eventos sean dirigidos
parcialmente por viajeros estadounidenses.
El régimen no puede
menos que mostrar su satisfacción con este nuevo paquete de medidas
de la administración Obama, y de hecho, Granma lo califica como
“otro paso de avance en las relaciones entre ambos países y
confirman que aún es posible continuar vaciando de sentido al
bloqueo que pesa sobre Cuba, a partir de eliminar las restricciones
que no están codificadas en ley”.
Sin embargo, aprovecha cualquier foro para volver a la carga, como en el CELAC. Al mismo tiempo, las
autoridades del régimen se quejan de que las nuevas decisiones
vuelven a dejar fuera la posibilidad de utilizar el dólar en las
transacciones financieras internacionales cubanas, algo que sin dudas
encarece y entorpece todas las negociaciones de nuestro país. Un
factor que, no cabe la menor duda, condicionará la unificación
monetaria que desean las autoridades,y que esconde graves
dificultades en cuanto a su implementación.
Otro aspecto que recibe
las críticas del régimen es la limitación a determinados servicios
de las exportaciones permitidas a las empresas estatales cubanas, al
tiempo que se requieren evaluaciones y licencias específicas. A ello
se añade que no se amplía a otros sectores lo aprobado para el de
las telecomunicaciones, donde hoy es posible hacer inversiones,
vender a empresas del Estado cubano servicios, software, dispositivos
y equipos, aunque no de alta tecnología. Se destaca, además, que
otros aspectos que no se tocan aún, son los relacionados con las
exportaciones hacia Estados Unidos y el de la autorización de los
viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba, bajo la sombrilla de los
intercambios pueblo a pueblo individuales. La cuestión es qué puede
exportar Cuba en las condiciones actuales a Estados Unidos que este
país necesite y esté en condiciones de adquirir.
Lo siento. Cualquier
país del mundo puede realizar actualmente con el régimen castrista
muchas más operaciones que las ahora autorizadas. Sin embargo, ello
no ha servido para que la democracia y las libertades se abran camino
en la Isla, y mucho menos, para que los cubanos vivan mejor. Alguien
debería avisar a los que se han integrado en el proceso negociador
entre EEUU y los Castro, que la libertad económica, aun siendo
necesaria para cualquier avance político, no es suficiente en la
Isla por el extremo poder que ejerce el régimen sobre la sociedad.
Convendría pensar más en estas cosas antes de continuar con las
regalías.
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