Carbón vegetal por marabú: ¿una apuesta sostenible?
Elías Amor Bravo, economista
¿Quién lo iba a decir? Hace unos años, cuando Raúl Castro decidió entregar tierras en arrendamiento a pequeños agricultores, en un intento desesperado de mejorar la productividad en el campo cubano dominado por la propiedad estatal, la presencia del marabú produjo alarmas. La temida plaga por los guajiros cubanos se había extendido de forma inmisericorde por los antiguos campos de cultivo, abandonados tras décadas de desidia y abandono por parte del gobierno castrista. La puesta en funcionamiento de la tierra cedida por Raúl Castro exigía esfuerzos titánicos a los arrendatarios.
Muchos tiraron la toalla ante la falta de
recursos, otros se especializaron en la producción de carne para
consumo inundando los mercados a corto plazo, los menos se unían a
otras cooperativas en un intento de acopiar insumos y medios de
producción que permitieran el desbroce de los campos infestos de la
plaga. De manera sorprendente, diez años después, la exportación
de carbón vegetal, en concreto a Estados Unidos, producido a partir
del marabú se ha convertido en una significativa fuente de ingresos
que puede incrementarse en los próximos años, como se destaca en un
artículo en Granma.
No seré yo quién cuestione cualquier indicio de
actividad económica próspera en el marasmo de ineficacia de la
economía creada por los hermanos Castro bajo las rígidas reglas del
estalinismo colectivista y la absurda planificación central. Tengo que reconocer que siento
especial simpatía por esta actividad especializada en la fabricación
de carbón vegetal a partir de una plaga que crece de manera
espontánea en los campos abandonados por la propiedad estatal del
castrismo que, sin embargo, antaño, fueron explotaciones eficientes
de productos agropecuarios.
El problema es que no conviene lanzar campanas al
vuelo. No veo a Cuba como primera potencia mundial en la exportación
de carbón vegetal. Y ello por muchas razones.
Primero, porque como dice el representante de la
empresa española, que está detrás de la explotación comercial del
marabú como carbón vegetal, la ventaja competitiva es muy débil y reside “en que
en el mundo entero la materia prima que se utiliza para hacer carbón
hay que pagarla y en Cuba se da silvestre. Eso lógicamente
incrementa las utilidades”. Y tanto que las incrementa. Los datos
que ofrece Granma son espectaculares: “el precio por tonelada está
entre 330 dólares para el carbón de primera y cerca de 260 para el
de baja granulometría". Si los costes son prácticamente nulos, los
beneficios son espectaculares.
Otros datos son sorprendentes. Una caballería de
marabú genera 140 toneladas de carbón para la exportación, que
revierte en cerca de 46.000 dólares, potencialidades que se derivan
del carácter silvestre de la materia prima y que no se paga por
ella. La planta de las Tunas, que se menciona en Granma, está en
condiciones de generar ingresos superiores a los siete millones de
dólares. No parece mucho, pero hay que tener en cuenta que el carbón
vegetal es un producto de gran demanda en numerosos países. En Cuba
se producen 25.000 toneladas y se exportan alrededor de 10.000. Los
trabajadores, en número de 400, perciben salarios medios de 3.000
pesos, casi 6 veces más que la media.
Segundo, porque no creo que exista suficiente
marabú en el campo cubano para alcanzar escalas de producción
sostenibles en el tiempo. Esta “fiebre” del marabú, que se
parece mucho a la del oro en el oeste de Estados Unidos, puede acabar tan pronto
como se extraiga toda la maleza creada por años de abandono de los
campos, y entonces, habrá que esperar otra vez. En todo caso, como no podría ser de otro modo, la
empresa estatal que se encarga de esta actividad, la Empresa
Provincial de Flora y Fauna (EPFF) ya empezó a establecer planes para 2016 en
3.500 toneladas, con el objetivo de llegar a las 6.000 en un futuro
cercano. Difícil. Los responsables de la empresa temen al estricto
cumplimiento de exigentes normas de calidad, que obliga al carbón a
pasar por un proceso para acercarlo a los estándares
del mercado. Cuba es el único país del mundo en que el Estado se
dedica a fabricar carbón vegetal. Increíble.
Tercero, los problemas de comercialización y de
tecnología. Actualmente, se realizan por una empresa española que
llegó a acuerdos con el régimen en 2007. Pero esta empresa tiene
intereses en numerosos países, como Paraguay, Argentina, Venezuela,
República Dominicana, Nicaragua. La empresa estatal que produce el
carbón, no parece tener capacidad para comerciar en los mercados
mundiales ni tampoco para avanzar en los diseños tecnológicos.
Cuando las cosas se pongan difíciles, y eso no tardará mucho, ya
veremos quién se encarga de vender y a qué precio. Los cargamentos
a EEUU, que han salido recientemente de la isla, ponen de manifiesto
que los argumentos del embargo se caen por su propio peso. Lo que
tiene que hacer Cuba es producir artículos que tengan demanda en los
mercados mundiales. Este la tiene, pero ¿por cuánto tiempo?
Cuarto. Como se señala en el artículo de Granma,
la producción de briquetas y su consiguiente exportación exige
potenciar la siembra de la yuca para el almidón, e instalar un
laboratorio que permita certificar la calidad del producto terminado.
La yuca es un producto alimenticio básico en la dieta de los
cubanos. Cuánta mas yuca se destine a la fabricación del carbón
vegetal, menos se dedicará a los mercados de consumo. La competencia
entre alimentos y bienes intermedios no deja de ser un contrasentido
para los planificadores de la economía estatal castrista. Otra vez
el círculo vicioso de la economía y sus efectos sobre los precios.
En tales
condiciones, pienso que los días del carbón vegetal tunero pueden
estar contados. Se desbrozan los campos, pero entonces ¿qué
ocurrirá con la materia prima en unos años? El marabú es
silvestre, no admite explotaciones como por ejemplo, el eucalipto. Habría que ir investigando qué hacen otros. Lo
normal es que los campos que se recuperen se destinen a otras
producciones. ¿Qué ocurrirá entonces? ¿La propiedad
estatal que decidirá? Además, cuando aparezca la competencia, que la habrá en
otros países, ¿que hará la empresa comercializadora?. Lo más
probable es que abandone. ¿Entonces será la empresa estatal de
flora y fauna capaz de asumir la tecnología y las ventas de lo que
pueda quedar? No veo futuro a este oro negro, como otras tantas
cosas. Pan para hoy, y hambre para mañana. Si el estado castrista,
planificador central y dueño de todos los medios de producción, no
lo sabe hacer mejor, simplemente que se retire ya de la economía y la deje en manos de los cubanos.
Estoy mas que seguro que el capital generado por esta actividad ,puede tener como fin la tan anelada diversificación de los sectores económicos ademas un paso de avance para los que somos emprendedores en este y otro negocio, ante toda esta avalancha de opiniones aseguro que en mi radio de acción existe materia prima para cubrir 10 años sostenido de explotación con mas de 21540 ha de murabu virgen para la producción y existe una cultura en los carboneros de no depredar el marabusal sino trabajar el que les da producción y dejar el relevo plantado en las sabanas camagueyanas.
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