¿Llega el marketing al castrismo?
¿Qué significa la aparición en la guía telefónica de '286 anuncios de
publicidad'?
Este sería el subtítulo para un artículo publicado en el diario gubernamental
Granma, con el título Más de 500 anuncios e inscripciones en
Páginas Amarillas, en el que se da cuenta de esta primera experiencia en la
que los trabajadores por cuenta propia pueden dar a conocer sus servicios
utilizando soportes comerciales propios de las estrategias de marketing.
Hablar de publicidad y marketing en la Cuba castrista es equivalente a
propaganda y manipulación política.
Desde el triunfo de la llamada "revolución",
los cubanos han asistido impasibles a una comunicación persuasiva y continuada,
dirigida desde la cúpula del poder, para convencerles de lo imposible. Las
carreteras y calles de las ciudades se han llenado de vallas y carteles con
fotografías del líder máximo y reproducciones de sus mensajes. Las emisoras de
radio, televisión y la prensa plana apuestan por reproducir los mismos mensajes.
Excluida la publicidad comercial de la realidad económica y social de los
cubanos, la propaganda política forma parte de la dieta diaria a la que nadie
puede renunciar.
Sin embargo, antes de la "revolución", existía en Cuba un sector altamente
especializado de profesionales y empresas de medios de comunicación,
publicistas, especialistas en investigación de mercados, marketing y disciplinas
gerenciales similares, de vanguardia a nivel internacional. Muchos de aquellos
profesionales, en el exilio, desarrollaron carreras exitosas al frente de
grandes corporaciones multinacionales que destinan cuantiosos recursos al
marketing y la publicidad.
Ahora, nos presentan como un éxito y ejemplo de los "cambios" introducidos
por Raúl Castro en la economía que en los cuatro volúmenes de la edición actual
del directorio telefónico, a nivel nacional, "aparezcan publicados 286 anuncios
de publicidad y 223 inscripciones de trabajadores del sector no estatal que
contrataron tales servicios". Con independencia de que no existen datos de
contraste para valorar en términos cuantitativos y cualitativos lo que esto
significa, qué duda cabe que estamos ante un fenómeno nuevo que merece un cierto
análisis.
Durante décadas, los consumidores cubanos no han sido libres de elegir los
bienes y servicios que desean consumir. Sometidos a una persistente escasez
derivada de la improductividad del sistema político y económico impuesto por la
tiranía, las posibilidades de acceder a bienes y servicios dependían de las
penosas anotaciones en una libreta de racionamiento, y de las ocasiones, muchas
de ellas al margen de la ley, de conseguir
bienes y servicios en la economía sumergida. No se conoce experiencia
colectivista similar en otros países del mundo. Cuando un cubano sale del país,
y respira libertad, su primera sorpresa y asombro es comprobar que el mercado
produce y distribuye variedad de bienes y servicios, a precios muy distintos, y
en condiciones de calidad y servicio impensables en Cuba. No siempre fue así.
Los cubanos que vivieron antes de la "revolución" aun recuerdan la época en la
que todo lo que uno quería, lo podía conseguir.
Situar medio siglo después las preferencias, y la elección entre alternativas
como base del comportamiento económico, no es una opción fácil. Nos lleva, qué
duda cabe, hacia el modelo propio de la economía de mercado. En este modelo, las
ofertas competitivas tratan de satisfacer las necesidades y deseos de clientes,
con capacidad económica para adquirir los productos que suministran en un
intercambio libre y voluntario.
La pregunta es, ¿se dan en Cuba actualmente esas
condiciones?
No deja de ser curioso que "arrendamiento de habitaciones, los restaurantes y
los fotógrafos" sean las categorías de servicios prestados por trabajadores por
cuenta propia que alcanzan una mayor demanda de inserciones en las páginas
amarillas. Servicios muy orientados por la demanda de consumo, que arranca de
niveles muy bajos, pero que se encuentra estimulada por las remesas que el
exilio y la diáspora envían puntualmente a sus familias en la Isla. Esas remesas
están haciendo crecer el consumo interno, y sostener las débiles bases del
régimen, en este último tramo ciertamente precario de su existencia.
Con esta medida, el régimen mata dos pájaros de un tiro. De un lado, ETECSA
gana dinero cobrando a los trabajadores por cuenta propia las inserciones, eso
si en CUC (los directivos dicen que la impresión se realiza en el exterior y,
además, no se puede obviar el encarecimiento de la tonelada de papel en el
mercado mundial, indicador que comprende el 70 % del total de los gastos por las
inserciones en las páginas amarillas). De otro lado, se traslada una cierta
sensación de "cambios" económicos que nada tiene que ver con el funcionamiento
ordenado y eficiente de una economía de mercado libre.
Tengo mis dudas de que la publicidad en las páginas amarillas de ETECSA sirva
para algo, sobre todo cuando la aspiración de todos los cubanos es disponer de
un acceso a internet o un celular para poder comunicarse con el resto del mundo.
Además, el pago obligatorio de las inserciones en CUC vuelve a poner de
manifiesto la escasa confianza, incluso en el ámbito de las empresas estatales,
del peso cubano, cada vez más aislado del círculo más dinámico de la economía.
La exigencia de documentos como la identificación fiscal o la licencia para la
contratación de la publicidad apunta a un nuevo mecanismo de control de los
trabajadores por cuenta propia por parte del régimen. Por último, y como se
destaca en el artículo, el número de inserciones de publicidad es muy escaso, y
aun cuando se defienda un aumento del interés por las mismas a lo largo del
presente año, mi recomendación a los trabajadores por cuenta propia es que el
marketing y la publicidad tienen instrumentos mucho más eficaces para
relacionarse con sus clientes que las guías de teléfonos.
Tomado de: Diario de Cuba, 31 de mayo de 2012
Tomado de: Diario de Cuba, 31 de mayo de 2012
Comentarios
Publicar un comentario