¿Pero es tan difícil producir tomates? Lecciones de economía castrista


Elías Amor Bravo, economista


En estos días de zozobra, en los que la economía castrista avanza en la implementación de los llamados “Lineamientos”, una estrategia de política económica que busca la “actualización del socialismo”, me ha llamado la atención un artículo en Granma en el que se hacía referencia a las protestas de “campesinos individuales y cooperativistas del municipio de Calixto García al conocer que parte de la cosecha de tomate prevista para entregar a la industria, no sería contratada por la Unidad Comercializadora de Productos Agropecuarios del territorio, es decir, Acopio”.


En esencia, la protesta aflora uno de los problemas fundamentales de la economía castrista desde que se decretó la confiscación masiva de propiedad privada y el ejercicio de la libertad de empresa hace más de medio siglo. Acopio, en el punto de mira de los productores.


No es raro que la producción y la comercialización tengan enfrentamientos en las economías de mercado. Negociaciones de precios, condiciones de suministro, calidades y calibres de las producciones, pertenencia a denominaciones de origen calificadas, forman un marco suficientemente amplio para la apertura de discusiones periódicas entre los dos grandes ámbitos de la economía productiva. Sin embargo, al final, todos convergen en el objetivo de propiciar a los consumidores productos de calidad, a buenos precios y conseguir a través de la venta, beneficios para la inversión.


Este razonamiento, aparentemente impecable, no pertenece al ámbito de la economía castrista, donde los productores ven en Acopio el origen de buena parte de los males que impiden a la economía crecer y mejorar.


De ese modo, los campesinos se comprometen a producir más, en ese empeño por reducir la dependencia exterior que dispara los costes de las importaciones de alimentos año tras año, y desde la organización política e institucional de la economía, la planificación central dirigida por burócratas del partido, desconocedores de las bases de la oferta y demanda, no se hace otra cosa que poner trabas, bloquear de forma descarada los objetivos productivos. Y en la cúpula de poder, se limitan a mirar para otro lado.


Magnífico trabajo de Granma, que ha ido contactando con varios productores. José Ramírez Rodríguez, presidente de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) William Soler, ubicada en el Consejo Popular Guayabo, quienes han lanzado críticas contra Acopio por sus incumplimientos.


Al parecer Acopio redujo cifras de compra a los productores como consecuencia de la demanda industrial, y Granma se dirige en demanda de información a Vivian Martín García, directora de una empresa especializada en conservas de vegetales. Y esta directivo lanza las responsabilidades hacia arriba, y las atribuye a la Delegación Provincial de la Agricultura, que tras el paso del huracán Sandy, solo podía garantizar menos de la mitad de lo comprometido.


Los agricultores no entienden nada. Y créanme, yo tampoco. Al parecer, cuando los directivos de la Agricultura en la provincia hicieron la planificación y el desglose por municipio de lo que debían contratar sobre la base de lo informado a la industria, no tuvieron en cuenta que los calixteños no fueron golpeados por el meteoro y ejemplarmente redoblaron los esfuerzos y las acciones para producir y acopiar alimentos con destino a las zonas devastadas. Una vez más, el origen de los problemas a los órganos superiores de planificación.


Entonces cabe preguntarse, ¿para qué planificadores que hacen mal su trabajo? ¿No sería mejor que los calixteños libremente negociaran sus ventas a quiénes les compraran lo producido, sin tanto compromiso, asignación de cuotas y demás majaderías castristas?



Pero, de veras, ¿cómo quieren que la economía pueda funcionar con estos corsés, trabas y errores? No llevan un mes, o un año haciendo este trabajo de control. Son más de 50 años apuntalando un sistema que desconoce las enormes ventajas que tiene que las decisiones de oferta y demanda se basen en la información de precios.


Siempre están culpando a alguien de los fracasos. Cuando no es el “criminal bloqueo exterior que limita la economía”, son los ciclones. Cuánto esfuerzo perdido en balde, y cuántas necesidades de los consumidores que se podrían atender de manera racional y eficiente.


El artículo no tiene desperdicio, y ciertamente va desgranando episodios en los que se puede observar la debilidad de la planificación económica en algo tan simple como la producción de tomates. Que si aparecen producciones elevadas en un  mes, como enero, de forma inesperada, que si faltas de información por los productores, que si molidas de emergencia, no previstas. ¿Qué quieren que les diga? No da para más.


Lo peor es que siguen en las mismas. El artículo de Granma señala que “para algunos de esos directivos, los productores siembran y cosechan sin informarlo en busca de oportunidades ocasionales, pero una vez iniciada la cosecha, reclaman la contratación para ampararse en la seguridad de los precios estatales, (…) es decir, persiste el ineficaz control sobre las siembras y las cosechas, una de las causas de los planes mal elaborados”.


Si en vez de tanto planificador y tanta burocracia, dejasen a los guajiros cubanos recuperar su espacio perdido, y la aparición de empresas de distribución que dejaran a Acopio a un lado, por lo que representa de lastre e ineficiencia, pienso que todo podría cambiar, y desde luego, a mejor. No lo digo yo, lo dice Yanet Peña Rodríguez, jefa de la Consultoría Jurídica del municipio y estudiosa de los procesos contractuales, al afirmar: "todavía no hay correspondencia entre lo planificado por concepto de compraventa con las empresas comercializadoras y la producción real proveniente de las cooperativas, campesinos y demás entidades del sector agrícola". La esencia del auténtico bloqueo.

Tomado de Miscelanea de Cuba, 23 de enero de 2013

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