La economía castrista en el primer semestre de 2014
Elías Amor Bravo, economista
Granma se ha hecho eco de una nueva reunión del consejo de ministros castrista celebrada el pasado sábado 21, en la que se ha vuelto a prestar atención a la evolución de la economía, y se presentó un balance sobre la implementación de los llamados “Lineamientos”. Raúl Castro no las tiene todas consigo, cuando declara abiertamente, que “tenemos una tarea gigantesca por delante, pero no podemos permitir que nos abrumen los problemas, ni amedrentarnos ante ellos… Debemos ser optimistas porque ese ha sido siempre el espíritu de la Revolución”.
¿Tarea gigantesca, miedo a los problemas, optimismo revolucionario? Lo cierto es que para los economistas que se utilicen frases de este tipo para delimitar lo que es nuestro trabajo cotidiano, no deja de ser un elogio. O tal vez, una forma como otra cualquiera de escurrir el bulto. A ello me dedicaré en las próximas líneas.
Lo primero es la forma de medir el comportamiento de la economía. A diferencia de otros países, en los que existen sistemas de medición de la coyuntura económica que comprometen datos y cifras en determinadas fechas, como muestra de la necesaria credibilidad de la política económica, en Cuba, tiene que ser Adel Yzquierdo quien haga referencia a la marcha de la economía.
Y claro, poner esta tarea en manos del ministro de economía, no hace más que restar la credibilidad necesaria de la información. En ausencia de entidades especializadas en la producción de informes de estadística sobre la economía a corto plazo, Yzquierdo presentó los datos del primer semestre de la economía para señalar que “crece con relación al 2013 aunque no se alcanzan los niveles previstos en el Plan, lo cual induce una desaceleración superior a la esperada”.
Crece, ¿cuánto y cómo?
Al parecer un 0,6% en el semestre, lo que equivale a menos del 1,4% anual, o dicho de otro modo, la economía crece a algo menos de la mitad de lo que lo hacía un año antes, que era un 2,7%. La economía castrista experimenta un menor crecimiento que viene arrastrado por el deficiente comportamiento de la industria manufacturera, dominada por empresas estatales controladas por el ejército y la seguridad del estado, que sigue siendo un quebradero de cabeza para el régimen.
Por el contrario, Yzquierdo señaló que los mayores crecimientos se registran en “el transporte, el almacenamiento y las comunicaciones, la agricultura, la ganadería y la silvicultura, la industria azucarera, así como los hoteles y restaurantes”. No deja de ser curioso que el dinamismo económico lo protagonicen aquellas actividades en que se ha producido una mayor participación de los agentes privados. Que tomen buena nota.
¿Es un crecimiento sostenible, o por el contrario despilfarra recursos?
Las informaciones ofrecidas por Yzquierdo apuntan a que los indicadores de producción, consumo, generación, importación y exportación de los portadores energéticos han mostrado signos positivos, lo que indica la creciente dependencia de la economía castrista del petróleo de Venezuela, y los daños que una interrupción del suministro podría tener sobre los débiles equilibrios internos. Otro sector que parece exhibir buenos resultados es el del transporte, cuya dinámica positiva puede continuar durante todo el año.
En cuanto a las inversiones, necesarias para recuperar el déficit de infraestructuras del país, Yzquierdo afirmó que “se cumplen al cierre del primer semestre, aunque está previsto concluir el año con un 95% del plan”, con lo que nuevamente quedarán por debajo de las previsiones, sin aportar ese dinamismo que necesita la economía en la que el gasto público superfluo sigue descontrolado. Sin más inversiones, la economía no podrá alcanzar las dimensiones que necesita para superar su atraso. Los problemas relacionados con la “obtención de suministros de forma oportuna, el déficit de fuerza de trabajo, la baja productividad y las insuficiencias en las contrataciones y ejecución de los financiamientos externos” actúan como un pesado lastre para la economía cuya solución va más allá de los parches parciales adoptados en los “Lineamientos” y que apuntan a un giro de 180º en la gestión de la economía.
Como viene siendo habitual en la retórica castrista de la economía, los fracasos vienen producidos porque “no se logran los ingresos externos planificados; por la existencia de condiciones climatológicas adversas; y las insuficiencias internas que continúa enfrentando nuestra economía”, señala Yzquierdo, “todo esto en el marco de una compleja situación internacional y un recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos”.
Y poco más. Los mismos problemas de siempre.
El eterno “déficit en determinados productos demandados por la población” provocado por atrasos en las importaciones, tanto de productos terminados como de materias primas para la producción nacional, o las llamadas “inejecuciones de gastos que alcanzan un 97,8 %, y que vienen producidas por los incumplimientos en la esfera productiva”.
Lo cierto es que tras más de 55 años de control absoluto de la economía y de imperio de la planificación central de la economía, los problemas de desabastecimiento y de inejecuciones han pasado a ser estructurales en la economía castrista, y aun cuando las autoridades reconocen que “no resultan favorables para la economía y se expresan en déficit temporales de productos, con la necesidad de mayores niveles de importación” continúan produciéndose de forma reiterada, sin que nadie ponga solución a los mismos.
La economía castrista se queda atrás. Pierde fuelle. Reduce sus ritmos de crecimiento respecto del año anterior, invierte menos en infraestructura y acentúa la dependencia de la energía procedente de Venezuela. Las autoridades asisten complacidas a un escenario que puede acabar planteando serias dificultades, conforme la economía de América Latina continúe reduciendo sus ritmos de crecimiento, haciendo inviables los planes de apertura al exterior.
No se acierta con las políticas, porque sigue faltando un diagnóstico real de los problemas de la economía, que tienen su origen en la confiscación de los derechos de propiedad de los años 60 y la exclusión de los cubanos de la riqueza productiva del país. Sin un retorno a un marco estable y protegido para el ejercicio de la propiedad privada, la actualización del socialismo será papel mojado. Existe espacio para las reformas que no se ha explorado aún por las autoridades. Lamentablemente, cuando lo hagan, porque no les quedará más remedio, será muy tarde. Ojalá reaccionen.
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