Los trabajadores por cuenta propia y el poder económico en Cuba
Elías Amor Bravo, economista
En Juventud Rebelde se hacen eco de un dato
ciertamente importante que merece nuestra atención.
Al parecer, el
número de trabajadores por cuenta propia en Cuba aumentó en 55.560
el pasado mes de septiembre comparado con el mismo mes de 2016. La
cifra total se sitúa en 579.415
personas, frente a las 522.855 del pasado año, según datos del
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Cualquiera que sea
la perspectiva que se adopte frente a este dato, no cabe duda que es
positivo. En la economía castrista, los avances hacia la libertad de empresa y
la independencia del estado totalitario, aún cuando los derechos de propiedad sigan proscritos y se penalice la generación de renta y riqueza, deben ser bien recibidos, y
en este blog que se defiende la empresa privada y el mercado como
ejes del funcionamiento de una economía, no vamos a cuestionar el
resultado.
En todo caso, estas cifras ponen de manifiesto que
la tendencia al incremento de la actividad por cuenta propia es más
lenta de lo que sería deseable, y que lo cierto es que apenas un 12%
de la población ocupada en Cuba ha optado por esta fórmula para
llevar adelante sus proyectos e ilusiones. O dicho de otro modo, un
abrumador 88% de los empleos siguen estando en el ámbito del sector
estatal presupuestado, las empresas estatales, y demás
organizaciones inspiradas en la cultura estalinista de la economía
castrista. Cierto es que los 579.415 valientes trabajadores por
cuenta propia que existen actualmente superan los 391.500 que había en 2011 y
este es un dato que nos debe dar gran satisfacción, pero aún Cuba
está muy lejos de lo que representa el empleo privado en otros
países. Y estando a gran distancia, los problemas
estructurales de la economía seguirán existiendo, en buena medida
por el escaso interés de los dirigentes políticos por perder el
control de la economía.
Dicho de otro modo, si el trabajo por cuenta
propia se quiere identificar por el régimen como una fuente de
empleo y de producción de bienes y servicios para la población, me
parece bien. En mi opinión es mucho más que eso, es una puerta
hacia la libertad y la elección de modelos de vida, producción y
consumo al margen de la envejecida oficialidad castrista. Un síntoma
de que en Cuba, 58 años de prácticas estalinistas y totalitarias en
el control de la economía no han servido para erradicar el
sentimiento de independencia y libre empresa de los cubanos, el mismo
que hizo a la República florecer en sus primeros 59 años de
existencia y que la llamada revolución castrista quiso hacer
desaparecer de la realidad social en la busca de un “modelo de hombre
nuevo” que, por suerte, no se ha llegado a materializar.
Los que defendemos para Cuba un nuevo modelo
económico en que se respeten los derechos humanos económicos, tan o
igual de importantes que los civiles, políticos y democráticos,
siempre vamos a estar del lado de estos trabajadores por cuenta
propia, cuya fotografía, según los datos oficiales, es si cabe, más
interesante aún.
Así es de celebrar que un 32% sean jóvenes. Magnífico.
Eso quiere decir que el trabajo por cuenta propia ha venido para
quedarse, crecer y multiplicarse. Que el 33% sean mujeres es otro
dato admirable. La mujer cubana ha descubierto en la independencia
económica y la aventura empresarial una vía para crecer e
integrarse en el mundo económico, cuyos resultados se verán a medio
y largo plazo, pero sin duda, serán altamente positivos. El peor
dato, hace referencia a ese 15% que se ve obligado a combinar la
actividad por cuenta propia con el empleo en el sector estatal.
Lamentable porque viene a indicar que muchas de estas pequeñas
empresas tienen muy poca productividad y capacidad para crecer, en
buena medida porque el estado totalitario se ha encargado de ello
limitando los oficios y ocupaciones en que se pueden desarrollar
proyectos independientes de emprendedores y aplicando una pesada
carga tributaria y fiscal que lastra la generación de rentas y la
acumulación necesaria en las primeras etapas de cualquier negocio.
Sorprende, desfavorablemente que un 11% sean jubilados, lo que indica
que con pensiones de miseria y que estar en casa con 60 años
sin hacer nada, lo mejor es poner en marcha una actividad que proporcione
los ingresos para una vida mejor. Finalmente, al régimen
le viene muy bien financiar los menguados presupuestos de la
Seguridad Social con los nuevos cotizantes, que son 402 805 personas.
La fotografía oficial dibuja la concentración de
trabajadores por cuenta propia en elaboración y venta de alimentos,
con 61.301 contratados, y transporte de carga y de pasajeros, con
57.911.Actividades que antes prestaba el estado castrista y que
cuesta comprender cómo es posible que tras la “ofensiva
revolucionaria” de 1967 un país pudiera haber funcionado durante tantos años, sin contar con la
iniciativa privada en estas actividades. O dicho de otro modo, que un
estado se dedicara a hacer fritas o servir guarapos, y actuar como porteador de
mercancías. Increíble, pero cierto.
Más interesante, según los datos oficiales, es
que 39.442 personas tengan licencia para dedicarse a actividades que
son ciertamente interesantes, como el arrendamiento de vivienda, de
habitaciones y espacios, y otros 24.736 como agente de
telecomunicaciones, una de las actividades que ha experimentado un
mayor crecimiento en la economía desde que se liberalizó el
establecimiento por cuenta propia. Estas dos actividades son muy
importantes por su capacidad de contratar trabajadores. En total
suman 152.251, no está nada mal.
Así que entre obstáculos jurídicos y visitas de
inspectores, racionamiento de los oficios y actividades, más impuestos y cargas sociales injustos, alquileres elevados e
intervenciones continuas por parte del estado, los pequeños emprendedores cubanos han ido
aumentando su número, mientras que el régimen, en vez de dar facilidades al
desarrollo de estas empresas independientes, no hace
otra cosa que pensar en cómo controlarlos e interferir en su
actividad. Me temo lo peor de ese último consejo de Ministros de
agosto que decidió aprobar una serie de medidas para iniciar lo que
llaman “un proceso sistemático de revisión y perfeccionamiento
encaminado a corregir deficiencias, de manera que ninguna acción
quede al margen de la legalidad”. Casi nada. Nos podemos esperar
cualquier cosa.
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