1º de mayo en La Habana
Al fin llegó el 1º de mayo del año 50 de la revolución. El discurso del secretario general de la Confederación de Trabajadores Cubanos, Salvador Valdés Mesa, ante el auditorio de la Plaza de la Revolución, donde cada año se concentran los resignados ciudadanos que se ven obligados a participar en esta algarabía continua que es el castrismo, no tiene desperdicio para los economistas que creen saber algo de esta Ciencia. Una vez más, a tenor de lo que opinan los dirigentes sociales de la Isla, se puede concluir por qué este país es un auténtico desastre en su organización económica y en su modelo para atender las necesidades de la población.
La primera parte del discurso ha ido dirigida, cómo no, a situar el origen de los problemas de la economía cubana en los tres ciclones que pasaron por la Isla el pasado año, cuyos daños, calificados de cuantiosos, los contemplan como los “más devastadores de nuestra historia”, para afirmar que “el extraordinario esfuerzo desplegado por los trabajadores y todo nuestro pueblo, que han evidenciado una vez más su solidaridad, capacidad de sacrificio y voluntad de salir adelante”.
Hasta aquí posiblemente nada que objetar. Aunque se han dado múltiples cifras sobre las consecuencias de los ciclones y su efecto devastador, Cuba siempre ha estado acostumbrada a este tipo de fenómenos atmosféricos desde tiempos inmemoriales. La lenta recuperación de los daños, de las infraestructuras y las viviendas, reconocida por Valdés Mesa en su discurso, no tiene justificación alguna, si no es en términos de la ineficiencia y la falta de productividad del régimen comunista que dirige los destinos del país. Sin embargo, lo que es más cínico aún es culpar de ese atraso e ineficiencia a la crisis económica mundial que, textualmente, “Más aún cuando la humanidad se encuentra inmersa en una crisis económica global que torna compleja la situación política, económica y social a escala internacional, esta impacta sobre los pueblos y pone a los trabajadores ante un panorama desolador, del que ningún país escapa”.
Y la guinda del pastel, ¿a que ya la han adivinado? Textualmente, “en nuestro caso se suman los efectos del férreo bloqueo económico que mantiene el gobierno de Estados Unidos hace casi medio siglo, con la obsesiva y fracasada pretensión de destruir a la Revolución”.
A continuación, la consigna que para muchos es como un disco rayado: “La unidad y la resistencia frente a cualquier obstáculo en que nos ha formado Fidel, son pilares sobre los que se erige erguida y triunfante la Revolución cubana y se convierten en las principales banderas de combate para todos los tiempos. Continuaremos apoyando resueltamente las medidas que adopta nuestro gobierno para atenuar los efectos de la crisis sobre la población”.
Para acabar mostrando un rotundo desconocimiento de lo que son las reglas de funcionamiento de la economía, y de por qué en Cuba cada vez irán las cosas peor si no se pone fin al modelo, textualmente, “A los trabajadores nos corresponde estar en la primera línea de esta batalla, con una mayor consagración al trabajo que es la fuente principal de creación de las riquezas; en la elevación de la producción y la productividad; por la reducción de los gastos y los costos; por crecer en las exportaciones e incrementar todos los renglones que disminuyan importaciones. Para el logro de estos objetivos se impone trabajar con más disciplina, con más calidad en todos los servicios que se prestan y desarrollar una cultura del ahorro como la más importante fuente de recursos a nuestro alcance”.
Este argumentario político e ideológico, lleno de falsedades y errores conceptuales y técnicos, es una mezcla de perfeccionamiento empresarial, de análisis marxista de costes de producción, de la autarquía trasnochada, y aventura más medidas de disciplina y control sobre la población laboral, y lo más increíble, propone desarrollar una cultura del ahorro. Sí, amables lectores, no creo haberme equivocado al transcribir el discurso de las páginas de Granma Internacional: el máximo dirigente del sindicato único pidiendo a los resignados cubanos más ahorro, ¿más ahorro? Pero, ¿esto es tener sentido común? ¿Es lo que se corresponde con la realidad, o tal vez nos hemos equivocado de país?
Para acabar, a los españoles, en particular, quiero preguntarles, ¿a qué les suena este cierre de discurso? Hagan un poco de memoria, por favor.
Trabajadores y compatriotas de la Capital y de todo el país.
Alcemos nuestras banderas y nuestras voces para que resuene de un polo a otro del planeta, de un continente a otro, la decisión irrenunciable de este extraordinario y combativo pueblo, de construir el socialismo bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba, de Fidel y de Raúl.
A Cuba ¡no la tendrán jamás!
¡Comience el desfile!
¡Viva el 1ro de Mayo!
¡Vivan Fidel y Raúl!
Si, no se equivocan. Es la dictadura castrista.
La primera parte del discurso ha ido dirigida, cómo no, a situar el origen de los problemas de la economía cubana en los tres ciclones que pasaron por la Isla el pasado año, cuyos daños, calificados de cuantiosos, los contemplan como los “más devastadores de nuestra historia”, para afirmar que “el extraordinario esfuerzo desplegado por los trabajadores y todo nuestro pueblo, que han evidenciado una vez más su solidaridad, capacidad de sacrificio y voluntad de salir adelante”.
Hasta aquí posiblemente nada que objetar. Aunque se han dado múltiples cifras sobre las consecuencias de los ciclones y su efecto devastador, Cuba siempre ha estado acostumbrada a este tipo de fenómenos atmosféricos desde tiempos inmemoriales. La lenta recuperación de los daños, de las infraestructuras y las viviendas, reconocida por Valdés Mesa en su discurso, no tiene justificación alguna, si no es en términos de la ineficiencia y la falta de productividad del régimen comunista que dirige los destinos del país. Sin embargo, lo que es más cínico aún es culpar de ese atraso e ineficiencia a la crisis económica mundial que, textualmente, “Más aún cuando la humanidad se encuentra inmersa en una crisis económica global que torna compleja la situación política, económica y social a escala internacional, esta impacta sobre los pueblos y pone a los trabajadores ante un panorama desolador, del que ningún país escapa”.
Y la guinda del pastel, ¿a que ya la han adivinado? Textualmente, “en nuestro caso se suman los efectos del férreo bloqueo económico que mantiene el gobierno de Estados Unidos hace casi medio siglo, con la obsesiva y fracasada pretensión de destruir a la Revolución”.
A continuación, la consigna que para muchos es como un disco rayado: “La unidad y la resistencia frente a cualquier obstáculo en que nos ha formado Fidel, son pilares sobre los que se erige erguida y triunfante la Revolución cubana y se convierten en las principales banderas de combate para todos los tiempos. Continuaremos apoyando resueltamente las medidas que adopta nuestro gobierno para atenuar los efectos de la crisis sobre la población”.
Para acabar mostrando un rotundo desconocimiento de lo que son las reglas de funcionamiento de la economía, y de por qué en Cuba cada vez irán las cosas peor si no se pone fin al modelo, textualmente, “A los trabajadores nos corresponde estar en la primera línea de esta batalla, con una mayor consagración al trabajo que es la fuente principal de creación de las riquezas; en la elevación de la producción y la productividad; por la reducción de los gastos y los costos; por crecer en las exportaciones e incrementar todos los renglones que disminuyan importaciones. Para el logro de estos objetivos se impone trabajar con más disciplina, con más calidad en todos los servicios que se prestan y desarrollar una cultura del ahorro como la más importante fuente de recursos a nuestro alcance”.
Este argumentario político e ideológico, lleno de falsedades y errores conceptuales y técnicos, es una mezcla de perfeccionamiento empresarial, de análisis marxista de costes de producción, de la autarquía trasnochada, y aventura más medidas de disciplina y control sobre la población laboral, y lo más increíble, propone desarrollar una cultura del ahorro. Sí, amables lectores, no creo haberme equivocado al transcribir el discurso de las páginas de Granma Internacional: el máximo dirigente del sindicato único pidiendo a los resignados cubanos más ahorro, ¿más ahorro? Pero, ¿esto es tener sentido común? ¿Es lo que se corresponde con la realidad, o tal vez nos hemos equivocado de país?
Para acabar, a los españoles, en particular, quiero preguntarles, ¿a qué les suena este cierre de discurso? Hagan un poco de memoria, por favor.
Trabajadores y compatriotas de la Capital y de todo el país.
Alcemos nuestras banderas y nuestras voces para que resuene de un polo a otro del planeta, de un continente a otro, la decisión irrenunciable de este extraordinario y combativo pueblo, de construir el socialismo bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba, de Fidel y de Raúl.
A Cuba ¡no la tendrán jamás!
¡Comience el desfile!
¡Viva el 1ro de Mayo!
¡Vivan Fidel y Raúl!
Si, no se equivocan. Es la dictadura castrista.
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