¿Empresas militares y socialistas? No, gracias

El diario Granma, que suele prestar especial atención a las noticias económicas de la Isla, se pregunta en un interesante artículo de Juan Varela y Pedro de la Hoz, que abre una serie: “¿Quién dice que la empresa estatal socialista es inviable?” en referencia a la experiencia de la Unión Agropecuaria Militar. La respuesta no puede ser otra: con toda la modestia, yo mismo.
No existe una sola empresa socialista viable, y considero que la experiencia de la Unión Agropecuaria Militar ni puede, ni debe ser útil ni para la gestión empresarial de Cuba, ni para nadie. ¿Cuándo han sido los militares gestores empresariales eficientes? Otorgar a quién tiene la honrosa misión de defender y proteger a los ciudadanos de un país la gestión empresarial, es sólo un ejemplo más de la enloquecida situación actual de la economía cubana, y por qué no puede funcionar.
La dirección militar no tiene nada que ver con la dirección empresarial. No me extraña, por ejemplo, que “Murilo cuente dos veces al día los animales a su cargo y lleve números exactos de la progresión de su peso”. Ese recuento cuartelero no se corresponde con la eficacia de la gestión de las empresas modernas que se basa en buscar nuevos mercados, servicios, productos y necesidades para ofrecerlos en condiciones competitivas y de calidad, todos los días.
Otro ejemplo, la doctora en ciencias Caridad Robaina, “que predica con su ejemplo en las casi dos décadas que lleva en la agricultura ha estado siempre en el surco, con los pies en la tierra”. Y yo me pregunto, ¿para qué Caridad? En un entorno empresarial y competitivo, tu puesto no estaría posiblemente ahí, aunque reconozco que te puede gustar. Seguramente estarías dirigiendo la investigación y el desarrollo de nuevos productos en un entorno de tecnología avanzada y con un equipo a tu cargo al que podrías pedir y exigir responsabilidades. Nada que ver con esa Unión Agropecuaria Militar UAM del Minfar a la que perteneces y en la que compartes el resultado de tu esfuerzo con otras 25.000 personas. ¿Para qué? ¿Qué obtienes de todo eso?
Y así todos los ejemplos que se citan en el artículo, Nelson, Papito, llegan a aburrir con la letanía de la ineficiencia y de hacer las cosas como no se tienen que hacer. Al menos, en una economía de mercado y de propiedad privada que, indudablemente, funciona mucho mejor que la centralizada y planificada cubana.
Al parecer, la tesis que sostienen los autores es que “las circunstancias obligan. Al desaparecer la Unión Soviética y derrumbarse el campo socialista en Europa, Cuba perdió, de golpe y porrazo, el 85% de su comercio exterior y descendió bruscamente en un 35% el Producto Interno Bruto”. Hasta aquí todos de acuerdo. Lo mejor habría sido poner punto y final entonces a una época de despilfarro, ineficiencia y pérdida de competitividad y generar condiciones para la rápida transformación económica del país. Pero, claro, primero estaba la “batalla de las ideas” y demás propaganda contra el enemigo del imperio.
Entonces apareció la solución, y “las Fuerzas Armadas Revolucionarias requerían no solo mantener sino incrementar su vitalidad, y una parte fundamental de la logística debía encaminarse hacia la cobertura de las necesidades de alimentación de las tropas” asumieron un papel que en ningún otro país del mundo civilizado podrían tener.
Haciendo un poco de historia, “el 11 de julio del 2008, al clausurar la primera sesión ordinaria de la séptima legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el General de Ejército Raúl Castro evocó aquel momento crítico con las siguientes palabras: Primero dijimos que los frijoles eran tan importantes como los cañones, y cuando la situación se agravó, llegamos a afirmar que los frijoles eran más importantes que los cañones. ... No hubo lamentos ni justificaciones. Las tropas marcharon a los campos agrícolas y en un plazo relativamente breve produjeron sus alimentos. ... De forma simultánea se fueron organizando las estructuras empresariales que asumieron gradualmente esas producciones, y los combatientes regresaron a sus actividades habituales. Se creó la Unión Agropecuaria Militar, cuyas siglas dicen UAM".
Y entonces, el gigante creció y creció, sin control y absorbiendo cada vez más y más funciones que no le corresponden. Actualmente, “la UAM cuenta con 12 empresas agropecuarias militares provinciales —en el caso del territorio habanero son dos, la del este y la del Oeste—, la empresa agroforestal de montaña Coronel Arturo Lince González, en Guantánamo, la pecuaria genética Niña Bonita, cerca de la capital; una entidad de Servicios Generales y otra de Aseguramiento Agropecuario —a esta última se adscriben talleres integrales territoriales y una unidad constructora—; el centro de producción y desarrollo Agrofar, en Villa Clara; la granja militar integral Atabey, el complejo acuícola Juan José, y la sociedad mercantil Cubagro S. A. Otras dos empresas se definen por la especificidad de sus producciones: la de Motembo, en el norte de Villa Clara, con un peso decisivo en frutales, y la de más reciente creación, Cubasoy, en Ciego de Ávila, para el fomento de la soya”. Y todavía hay quién piensa que en Cuba no se puede hacer una transición a la economía de mercado libre. ¿Sabemos cuál es el valor de todo ese sector empresarial que pertenece al Estado?.
¿Es razonable propiciar en manos del ejército el crecimiento de una empresa de estas características? ¿Tiene sentido impulsar la transformación económica de un país poniendo a disposición de quiénes tienen la fuerza de las armas la gestión de la economía? Tengo mis serías dudas. Seguiremos tratando de desentrañar estas claves económicas del castrismo raulista.

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