Indicios de criminalidad en el consumo de combustibles
Es un ejemplo interesante de qué sucede en la economía de Cuba, y cómo se analizan las innumerables ineficiencias de un sistema económico basado en el obsesivo control centralizado de la producción y la actividad productiva, combinado con un exceso de propiedad en manos del Estado.
Ha sido publicado en el diario Granma por Ronald Suárez Rivas. Se refiere al control del consumo de combustible. El análisis se circunscribe a Pinar del Río, pero muy bien podría servir para cualquier otra provincia de Cuba. A mí como economista, me parece una pieza genial, por eso les traigo algunos comentarios.
La primera conclusión que cabe extraer del artículo es que el abigarrado sistema de control comunista del consumo de combustible es muy ineficiente, y presenta tantas dificultades en su aplicación, que lejos de conseguir sus objetivos, los entorpece.
Veamos por qué. “Ni las bombas automáticas, ni las tarjetas magnéticas, las pastas especiales para detectar una adulteración, bastan para asegurar el control del combustible”, dice el autor textualmente. El balance de los últimos cuatro años tras la puesta en funcionamiento de un nuevo equipamiento de control del consumo de combustible en los servicentros de Pinar del Río por CIMEX muestra “que los medios tecnológicos no son suficientes”.
Manteniendo la moda reciente de culpar a los otros de los problemas del país, se destaca que, “en muchos lugares siguen faltando oídos receptivos”. La culpa no es del sistema, que nadie puede cuestionar o atacar, a pesar de que demuestra su ineficiencia. En última instancia, es la aplicación lo que no funciona. Y añade textualmente, “las inspecciones señalan una y otra vez el escaso chequeo de las hojas de ruta y el uso inadecuado de las tarjetas magnéticas; pero esa es solo la punta del iceberg. Debajo, se encubre el desvío de un recurso imprescindible para el desarrollo del país”.
Y entonces el artículo se recrea con una descripción de la picaresca existente. “Así lo sugieren las estadísticas. De otro modo no podría explicarse que el año pasado los 1.293 vehículos privados con motor diesel (una buena parte de ellos registrados como porteadores particulares), solo hayan consumido como promedio en servicentros 6,6 litros”. Que alguien nos diga donde hay que firmar.
Para añadir, “O sea, que 289 camiones, 198 camionetas, 93 jeeps, 703 autos y ocho paneles circularon durante todo el 2009 sin acudir apenas a las pistas de combustible”.
Y entonces se formulan las preguntas. La respuesta, siempre dentro del sistema, la tiene Iván Deulofeu, director general de la Empresa comercializadora de combustible (CUPET) en Vueltabajo, que expone las principales irregularidades detectadas la venta de gasolina y diesel por parte de los choferes de algunas entidades a “pisteros inescrupulosos”.
Los vehículos tienen cada uno su tarjeta magnética para utilizar los servicentros. En vez de pagar los servicios a los precios de mercado libremente, en Cuba hay un sistema de tarjeta para adquirir el combustible que sólo es proporcionado por el Estado en régimen de monopolio.
Lo que parece es que esa tarjeta, que el sistema quiere que sea de titularidad individual, circula más de lo que se planifica. Es decir, se produce de forma sistemática “un incumplimiento de la indicación de que cada vehículo posea su propia tarjeta magnética, y se viola la normativa de que en una empresa a lo sumo dos personas conozcan su código de carga. Según Iván, cuando esto sucede en una empresa, “simplemente el control se pierde”.
Normal Iván. No todo el mundo trabaja igual. No todo el mundo desea vivir igual. Hay gente que está dispuesta a sacrificar horas de un ocio gratuito por trabajo remunerado. Y esa libertad se tiene que respetar Iván, para que la gente pueda ser productiva, su trabajo sirva para algo, y el país salga adelante. Si, a lo mejor tu esto no lo puedes comprender, pero es que así funcionan las cosas, y no metiendo el dedo planificador en todas partes.
No conforme con lo expuesto, las autoridades quieren tener una información más precisa y para ello han establecido un seguimiento de las "tarjetas dudosas", es decir, aquellas con saldos muy altos (más de 500 litros de gasolina o más de 2 000 litros de diesel) o que realizan por encima de cinco descargas en un mismo día. Nada más y nada menos que en Pinar del Río en 2009 fueron identificadas 7.132 tarjetas con esas características. Les recuerdo que el número de vehículos era de 1.239. Es decir, el paso siguiente es “criminalizar” cualquier indicio de actividad económica libre.
Los primeros resultados del control no dejan lugar a dudas. El castrismo no da de comer, pero en cuanto se pone a espiar y a delatar tiene un éxito formidable. Vean si no. Algunas empresas —generalmente dedicadas al transporte de carga— ubican una persona cerca de los servicentros con un par de tarjetas, con la misión de abastecer a todos los carros de la entidad, dificultando sobremanera cualquier tipo de fiscalización.
En otros casos, una tarjeta con un saldo demasiado elevado, digamos 50.000 litros, se puede averiar, y mientras el problema se resuelve, la actividad para la cual estaba destinado ese combustible se detiene. Surgen así las fracturas. Además, no se puede ejercer control cuando un mismo dispositivo es empleado para surtir a varios vehículos a la vez. Si se hace eso, el principio de la tarjeta magnética se pierde. Aquí entran las obsoletas instalaciones existentes en el país.
Entonces, ¿en qué quedamos?
Hasta el partido único se ha implicado en este asunto. Guillermo Sarmiento, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial, admite el descontrol y señala "evidentemente, existe una brecha en el control. Las auditorías y supervisiones realizadas que arrojan calificaciones de mal, lo están indicando".Aún así, considera que el tema ha tenido una evolución. Actualmente, afirma, la cifra de irregularidades detectadas es muy inferior a la de hace dos o tres años.
Otra vez, vuelve la posición dogmática. La que no es capaz de ver otros escenarios. O si los ve, no los puede defender. “El simple hecho de ajustarse a un plan no parece razón suficiente para afirmar que los portadores energéticos se emplean adecuadamente. Para ello también es preciso establecer acciones de control efectivas y adoptar una actitud más enérgica hacia quienes siguen haciendo resistencia a las medidas de orden”.
Para empezar, lo más lógico sería profundizar la búsqueda en aquellos organismos con mayor cantidad de tarjetas dudosas, o donde las auditorías arrojaron calificaciones de mal. A fin de cuentas, para nadie es secreto que el uso indebido de los recursos del Estado siempre se suele agazapar en río revuelto.
Ante esa evidencia, ¿no parece más razonable que el Estado deje esta actividad si es manifiestamente ineficiente?
Ha sido publicado en el diario Granma por Ronald Suárez Rivas. Se refiere al control del consumo de combustible. El análisis se circunscribe a Pinar del Río, pero muy bien podría servir para cualquier otra provincia de Cuba. A mí como economista, me parece una pieza genial, por eso les traigo algunos comentarios.
La primera conclusión que cabe extraer del artículo es que el abigarrado sistema de control comunista del consumo de combustible es muy ineficiente, y presenta tantas dificultades en su aplicación, que lejos de conseguir sus objetivos, los entorpece.
Veamos por qué. “Ni las bombas automáticas, ni las tarjetas magnéticas, las pastas especiales para detectar una adulteración, bastan para asegurar el control del combustible”, dice el autor textualmente. El balance de los últimos cuatro años tras la puesta en funcionamiento de un nuevo equipamiento de control del consumo de combustible en los servicentros de Pinar del Río por CIMEX muestra “que los medios tecnológicos no son suficientes”.
Manteniendo la moda reciente de culpar a los otros de los problemas del país, se destaca que, “en muchos lugares siguen faltando oídos receptivos”. La culpa no es del sistema, que nadie puede cuestionar o atacar, a pesar de que demuestra su ineficiencia. En última instancia, es la aplicación lo que no funciona. Y añade textualmente, “las inspecciones señalan una y otra vez el escaso chequeo de las hojas de ruta y el uso inadecuado de las tarjetas magnéticas; pero esa es solo la punta del iceberg. Debajo, se encubre el desvío de un recurso imprescindible para el desarrollo del país”.
Y entonces el artículo se recrea con una descripción de la picaresca existente. “Así lo sugieren las estadísticas. De otro modo no podría explicarse que el año pasado los 1.293 vehículos privados con motor diesel (una buena parte de ellos registrados como porteadores particulares), solo hayan consumido como promedio en servicentros 6,6 litros”. Que alguien nos diga donde hay que firmar.
Para añadir, “O sea, que 289 camiones, 198 camionetas, 93 jeeps, 703 autos y ocho paneles circularon durante todo el 2009 sin acudir apenas a las pistas de combustible”.
Y entonces se formulan las preguntas. La respuesta, siempre dentro del sistema, la tiene Iván Deulofeu, director general de la Empresa comercializadora de combustible (CUPET) en Vueltabajo, que expone las principales irregularidades detectadas la venta de gasolina y diesel por parte de los choferes de algunas entidades a “pisteros inescrupulosos”.
Los vehículos tienen cada uno su tarjeta magnética para utilizar los servicentros. En vez de pagar los servicios a los precios de mercado libremente, en Cuba hay un sistema de tarjeta para adquirir el combustible que sólo es proporcionado por el Estado en régimen de monopolio.
Lo que parece es que esa tarjeta, que el sistema quiere que sea de titularidad individual, circula más de lo que se planifica. Es decir, se produce de forma sistemática “un incumplimiento de la indicación de que cada vehículo posea su propia tarjeta magnética, y se viola la normativa de que en una empresa a lo sumo dos personas conozcan su código de carga. Según Iván, cuando esto sucede en una empresa, “simplemente el control se pierde”.
Normal Iván. No todo el mundo trabaja igual. No todo el mundo desea vivir igual. Hay gente que está dispuesta a sacrificar horas de un ocio gratuito por trabajo remunerado. Y esa libertad se tiene que respetar Iván, para que la gente pueda ser productiva, su trabajo sirva para algo, y el país salga adelante. Si, a lo mejor tu esto no lo puedes comprender, pero es que así funcionan las cosas, y no metiendo el dedo planificador en todas partes.
No conforme con lo expuesto, las autoridades quieren tener una información más precisa y para ello han establecido un seguimiento de las "tarjetas dudosas", es decir, aquellas con saldos muy altos (más de 500 litros de gasolina o más de 2 000 litros de diesel) o que realizan por encima de cinco descargas en un mismo día. Nada más y nada menos que en Pinar del Río en 2009 fueron identificadas 7.132 tarjetas con esas características. Les recuerdo que el número de vehículos era de 1.239. Es decir, el paso siguiente es “criminalizar” cualquier indicio de actividad económica libre.
Los primeros resultados del control no dejan lugar a dudas. El castrismo no da de comer, pero en cuanto se pone a espiar y a delatar tiene un éxito formidable. Vean si no. Algunas empresas —generalmente dedicadas al transporte de carga— ubican una persona cerca de los servicentros con un par de tarjetas, con la misión de abastecer a todos los carros de la entidad, dificultando sobremanera cualquier tipo de fiscalización.
En otros casos, una tarjeta con un saldo demasiado elevado, digamos 50.000 litros, se puede averiar, y mientras el problema se resuelve, la actividad para la cual estaba destinado ese combustible se detiene. Surgen así las fracturas. Además, no se puede ejercer control cuando un mismo dispositivo es empleado para surtir a varios vehículos a la vez. Si se hace eso, el principio de la tarjeta magnética se pierde. Aquí entran las obsoletas instalaciones existentes en el país.
Entonces, ¿en qué quedamos?
Hasta el partido único se ha implicado en este asunto. Guillermo Sarmiento, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial, admite el descontrol y señala "evidentemente, existe una brecha en el control. Las auditorías y supervisiones realizadas que arrojan calificaciones de mal, lo están indicando".Aún así, considera que el tema ha tenido una evolución. Actualmente, afirma, la cifra de irregularidades detectadas es muy inferior a la de hace dos o tres años.
Otra vez, vuelve la posición dogmática. La que no es capaz de ver otros escenarios. O si los ve, no los puede defender. “El simple hecho de ajustarse a un plan no parece razón suficiente para afirmar que los portadores energéticos se emplean adecuadamente. Para ello también es preciso establecer acciones de control efectivas y adoptar una actitud más enérgica hacia quienes siguen haciendo resistencia a las medidas de orden”.
Para empezar, lo más lógico sería profundizar la búsqueda en aquellos organismos con mayor cantidad de tarjetas dudosas, o donde las auditorías arrojaron calificaciones de mal. A fin de cuentas, para nadie es secreto que el uso indebido de los recursos del Estado siempre se suele agazapar en río revuelto.
Ante esa evidencia, ¿no parece más razonable que el Estado deje esta actividad si es manifiestamente ineficiente?
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