Sin propiedad privada no hay futuro

Son muchos los amigos y conocidos que me preguntan en estos días sobre el sentido de las reformas anunciadas en el régimen castrista para "mejorar el funcionamiento de la economía". Hay interés en conocer lo que puede ocurrir en los próximos años con el giro introducido por las autoridades castristas después de largos meses de reflexión y discusión.
Las medidas, hasta la fecha, se han concretado en la expulsión masiva de trabajadores del sector estatal para su canalización hacia el sector que gestiona con criterios privados (cooperativas, UBPs, cuentapropistas, etc) y un aumento anunciado de las licencias para el ejercicio de una serie de actividades económicas.
Los que siguen de cerca estas informaciones, no acaban de valorar lo que pueden significar en términos de su impacto sobre el funcionamiento de la economía. Tiempo habrá para evaluar los resultados.
Hasta la fecha, la entrega de tierras para ponerlas en explotación no ha servido para mejorar la producción y la productividad agrícola, y la autorización para el ejercicio de determinadas actividades no ha servido tampoco para paliar la permanente escasez de bienes y servicios en Cuba.
51 años no pasan en balde. El sistema económico cubano fue destruido, primero en 1959cuando se alteraron sus bases de funcionamiento de los primeros 50 años de existencia de la República, y que habían situado a Cuba como una de las potencias económicas regionales y mundiales. Posteriormente, en 1967 se eliminó cualquier vestigio de propiedad privada, en una apuesta por emular el estalinismo más violento y agresivo en el que, finalmente, en la Isla se criminalizaron las actividades privadas y empresariales. Todo bajo el control y la intervención de los poderes públicos, en aras a una ideología única inspirada en la propaganda castrista.
Ahora, cuando el régimen da muestras de agotamiento, se anuncia el deseo de las autoridades de fomentar la actividad empresarial privada. Pero hay que preguntarse cómo se va a desarrollar ese proceso.
Porque en Cuba, por desgracia, no va a existir propiedad privada para los cubanos. Todo lo más, para extranjeros que inviertan en sectores estratégicos, pero los ciudadanos cubanos que apuesten por las actividades por cuenta propia, seguirán estando tutelados por un estado intervencionista que regulará e intervendrá su actividad para evitar la acumulación, el crecimiento y el desarrollo.
Por lo tanto, las medidas anunciadas serán un fracaso en la medida que el régimen castrista reinstaure un sistema de derechos de propiedad sin exclusiones para todos los cubanos. Y ese es el primer paso y fundamental para que las reformas avancen. La devolución de las propiedades confiscadas a sus legítimos propietarios, mediante fórmulas legales e imaginativas, debe servir para poner un poco de orden en el amasijo de pobreza de las estructuras de la economía cubana y sentar las bases para su desarrollo futuro. Mucho me temo que en los planes del régimen no se plantea el asunto de las devoluciones, ni mucho menos la fijación de un marco estable de derechos de propiedad, ya que el castrismo basa su poder, precisamente, en mantener a la población sin libertad económica y política.
El fracaso está anunciado. No hay que hacerse excesivas ilusiones. Mientras el estado controle y posea la economía, establezca un marco de control burocrático sobre las decisiones empresariales y no garantice que la propiedad se generalice para todos los cubanos, de forma legítima, nada cambiará en Cuba. Todo lo más, una cohorte de antiguos empleados estatales acostumbrados a resolver, tendrán que desarrollar esas actividades en el marco de la nueva legalidad para pagar más impuestos y aflorar sus rentas. Nada nuevo bajo el sol. El fracaso está anunciado.

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