A propósito del Acuerdo Número 30/11 del Banco Central de Cuba: otro desastre a la vista

INFORME SOBRE LA MEDIDA ADOPTADA POR EL REGIMEN CASTRISTA EN RELACION CON LA PARIDAD DE LOS CAMBIOS

1.- Planteamiento del problema
El Acuerdo No. 30/11 del Comité de Política Monetaria del Banco Central de Cuba publicado en Granma y firmado por Ernesto Medina Villaveirán, Ministro-Presidente del Banco Central de Cuba, hoy viene a trastocar de forma muy deficiente el actual sistema cambiario del régimen castrista. Sus consecuencias sobre la economía actual, en proceso de despliegue de una serie de medidas incoherentes y parciales para fomentar su dinamismo, van a ser muy negativas. Veamos por qué.
Los economistas denominamos tipo de cambio al indicador que expresa el valor de una moneda extranjera en unidades de moneda nacional. Esta definición sigue la convención británica. El peso cubano, desde su creación, siguió esta definición.
El tipo de cambio tiene su origen para justificar las relaciones comerciales entre los países con monedas distintas. Si por ejemplo, una empresa francesa vende productos a una empresa cubana, desea cobrar en euros, por lo que la empresa cubana tendrá que disponer de suficientes euros para pagar al empresario francés. El lugar en que las personas y empresas pueden adquirir monedas extranjeras es el mercado de divisas. En este mercado, de forma continua, se determina el precio de cada una de las monedas en términos de la moneda nacional. A este precio se le denomina tipo de cambio.
En la economía castrista han venido funcionando: el peso cubano, el peso convertible cubano (conocido como CUC), el dólar estadounidense y el euro.
El peso cubano tradicional, relegado a las transacciones realizadas dentro del régimen de distribución racionada del país y por tanto, cada vez menos útil para las transacciones principales. No tiene tipo de cambio con las divisas extranjeras y su circulación es interna, denominando en él los depósitos y las cuentas nacionales. Su única referencia es el CUC, al que se accede con 24 pesos cubanos. De hecho, muchos emprendedores se ven obligados a cambiar a CUC los pesos cubanos que obtienen con la venta de sus productos, por ejemplo alimentos, para posteriormente comprar los bienes intermedios que se necesitan para su prestación, que deben ser adquiridos en CUC.
El CUC una moneda artificial creada para extraer recursos impositivos de la circulación de las divisas en la Isla, sobre todo del dólar, después del Período especial. Fue cuando esta moneda se convirtió en depósito de valor y de transacciones estables en la Isla, y la única que tiene establecido un tipo de cambio con el p, a 24 CUC.
Por último, las divisas extranjeras, básicamente dólares y euros, que se aceptan en la mayor parte de las transacciones económicas formales e informales. Los pagos que realizan los turistas con tarjetas de crédito, por ejemplo, ofrecen esta opción, lo mismo que las transacciones económicas internacionales.
Todo ello ha supuesto una notable confusión, no sólo para los viajeros en lo relativo a las diferentes monedas que son empleadas en Cuba, sino para las empresas que realizan transacciones comerciales, muchas veces con dificultades para repatriar libremente sus beneficios a la casa central.
Fue entonces que el gobierno empezó a tomar decisiones de todo tipo que lejos de mejorar la situación, la fueron empeorando.
Así, en noviembre de 2004, se eliminó la libre circulación del dólar estadounidense en todo el país, lo que vino acompañado de una serie de medidas de recentralización económica que eliminaron cualquier eventual liberalidad del período especial.
Más tarde, la Resolución 80/2004 del Banco Central de Cuba, establecía que a partir del 8 de Noviembre de ese mismo año el dólar tendría un impuesto del 10% en el cambio con respecto al peso convertible cubano, CUC; o sea por cada 100 dólares cambiados se recibirían solamente 90,00 CUC. La medida de naturaleza recaudatoria no sólo perjudicaba a las familias, sino también a muchas empresas que desarrollaban sus actividades en la Isla.
Posteriormente, y sin justificación macroeconómica alguna, en abril de 2005 se adoptó el Acuerdo Número 15 del Comité de Política Monetaria castrista, según el cual el tipo de cambio del peso cubano convertible CUC con relación al dólar estadounidense y demás monedas extranjeras se revaluaba en un 8%.

2.- Análisis de la medida
Lo que ahora hacen las autoridades, es volver a la situación anterior, es decir, a la paridad entre el dólar y el CUC existente antes de 2005, justificada de forma insólita en el Acuerdo por “la propia dinámica de nuestra economía en los años posteriores, agravada por los daños y pérdidas ocasionados por los huracanes ocurridos en el año 2008, así como los efectos de la crisis económica internacional, caracterizada por una gran volatilidad de los mercados monetarios, nos obliga a replantearnos la conveniencia de mantener una tasa de cambio del peso convertible frente al dólar estadounidense y demás divisas, que no se corresponde con las necesidades económicas del país en las condiciones actuales”.
El texto del Acuerdo señala que esta decisión se adopta para “dar un paso discreto dirigido a propiciar una mejoría en el balance de divisas del país, pues constituye un estímulo a la actividad exportadora y al proceso de sustitución de importaciones; lo cual unido a una mayor efectividad de la planificación, de los procedimientos utilizados para la asignación de las divisas, superior racionalidad en el manejo de la emisión monetaria y el incremento de la productividad y la eficiencia en la economía nacional, favorecerá el establecimiento de condiciones más propicias en nuestras relaciones financieras externas”
De igual modo, en el Acuerdo se señala que “continúa vigente el gravamen del 10 % aplicado a quien desee comprar pesos convertibles con dólares estadounidenses en efectivo, como compensación por los costos y riesgos que origina la manipulación de estos últimos como consecuencia del irracional e injusto bloqueo económico, financiero y comercial, impuesto desde hace más de medio siglo por el gobierno de Estados Unidos a Cuba”.
Y añade posteriormente, “esta decisión no afecta la tasa de cambio actual del peso cubano con relación al peso convertible en CADECA, que se mantiene fijada en 24 pesos cubanos para las operaciones de venta de pesos convertibles por la población a CADECA y 25 pesos cubanos para las operaciones de compra de pesos convertibles por la población a CADECA. Tampoco modifica la tasa de cambio oficial del peso cubano contra el peso convertible, utilizada en la contabilidad del sector estatal, que establece que un peso cubano es igual a un peso convertible.
Todas estas decisiones, convirtieron el sistema cambiario castrista en un galimatías que hace muy difícil obtener cálculos directos y automáticos como los que se necesitan en la economía real. Así, para determinar cuántos CUC se pueden comprar con un dólar de EEUU es preciso tener en cuenta, de forma simultánea tres parámetros discrecionales:
a) el gravamen implementado por la Resolución 80, del 10%,
b) la depreciación anunciada en el Acuerdo Número 15 del Comité de Política Monetaria, del 8%, como si el tiempo no hubiera transcurrido en balde, y
c) el margen comercial que se aplica en este tipo de transacciones, que es variable pero está en torno al 3,5%, se mantiene constante, según señala el Acuerdo.
En varios artículos recientes, sobre todo Granma, se ha hecho referencia a las prácticas sin escrúpulos que se han dispersado por toda la Isla, contra los turistas, sacando provecho de este complejo marco de interrelaciones entre monedas, impuestos y comisiones, sin tener en cuenta que las mismas tienen su origen en la propia obsesión del castrismo por hacer infranqueable y complejo el sistema. No parece que la decisión vaya por ahí.
Si ahora el régimen castrista decide unificar la moneda, en torno a la paridad entre el dólar y el CUC que es el mecanismo de paridad interna, que no externa, se habrá vuelto a la situación de partida a través de un movimiento en sentido contrario, es decir, devaluación. Al mismo tiempo se abren otros problemas y dificultades, no menores.
La medida plantea como objetivo primordial recaudar más divisas, promoviendo la actividad exportadora. Tal vez pueda ocurrir lo contrario. Desde 2005 cuando se adoptó la revaluación unilateral del CUC con relación al dólar, la situación de las divisas en juego en los mercados mundiales es muy distinta, y ello, no se ha trasladado sobre la situación respectiva de la economía castrista, que ha permanecido ajena a estos procesos.
Lejos de fortalecer la economía cubana y su competitividad, el retorno a la paridad con el dólar, con una devaluación encubierta de la misma proporción, significa que, con los mismos dólares se obtienen más CUC, pero ello, no asegura que se pueda comprar también más.
Los efectos clásicos de una devaluación no competitiva, como la acordada por las autoridades del régimen castrista, son un aumento del precio de las importaciones (que la economía necesita en prácticamente todos los sectores y ramas de actividad y cuya sustitución vía producción interna es compleja con las trabas que existen en la actualidad) y una mejora de las exportaciones vía precios más bajos.
La combinación de estos dos efectos debería permitir, en una economía ordenada y convencional, un aumento del superávit comercial y de las divisas vía sustitución de importaciones, pero en la economía castrista, no es viable.
Los instrumentos cambiarios han ido cayendo en desuso. Desde las uniones monetarias como la europea, a los sistemas de libre flotación, que los mercados permiten ajustar de forma continua a las monedas, el margen discrecional de los gobiernos para devaluar se ha ido perdiendo en los últimos años. Además, como se observa en los manuales de Economía, la devaluación, sin otras medidas monetarias y fiscales de acompañamiento, no suele producir los efectos esperados.
Por ello, al igual que en cualquier devaluación discrecional del tipo de cambio, el ajuste perjudica a los importadores, que van a ver cerradas muchas oportunidades de negocio en los mercados mundiales en contra de lo que debe ser uno de los principales objetivos de la economía, su inserción en la economía internacional.
Las remesas de las familias van a aumentar en términos monetarios, pero pueden perder capacidad de compra, si los productos ven aumentar su precio, lo que afectará negativamente el potencial de consumo interno de los cubanos, haciendo más difícil la adquisición de productos liberalizados, casi todos procedentes del exterior.
La amenaza de inflación interna, que hasta ahora aparecía como un interrogante, ya se convierte en una realidad, y esa devaluación encubierta de la moneda significa precios más altos a corto y medio plazo, con sus consecuencias negativas sobre la incipiente liberalización de la economía.
Por el contrario, no queda claro que esa devolución del CUC a su valor de 2005 se corresponda con una mejora de la competitividad de las exportaciones de la economía castrista, sobre todo si se tiene en cuenta cuál ha sido la evolución del dólar desde entonces, (una progresiva depreciación y una guerra constante con la divisa china para no perder competitividad) que se va a trasladar sobre los sectores más abiertos al exterior de la economía cubana.
Por lo tanto, poco fortalecimiento cabe esperar de la economía cubana con estas medidas, más bien todo lo contrario.
La decisión de equiparar el CUC al dólar significa, una vez más, aunque las autoridades no lo reconozcan, la dolarización de la economía castrista, su vinculación a las desventuras y felicidades macroeconómicas del vecino del norte. Es decir, la economía cubana queda atada al ciclo económico de EEUU, y que cada uno obtenga la lectura que quiera.
Lo lamentable es que vuelvan de nuevo a afirmar la convicción de que la planificación burocrática es el remedio de todos los males, cuando se señala expresamente que “unido a una mayor efectividad de la planificación, de los procedimientos utilizados para la asignación de las divisas, superior racionalidad en el manejo de la emisión monetaria y el incremento de la productividad y la eficiencia en la economía nacional, favorecerá el establecimiento de condiciones más propicias en nuestras relaciones financieras externas”.
No es cierto. La planificación comunista es contraria a los intereses de los mercados mundiales de divisas y cuanto antes lo reconozcan, mejor. Ni Fidel Castro cometería una decisión tan perjudicial para la economía cubana del futuro, ya que la presente está descontado el fracaso.

Comentarios

  1. No sabes lo que hablas, este articulo no creo que haya sido confeccionado por un economista, dices cosas disparatadas que ni siquiera se corresponden con la realidad actual de Cuba, es verdad que tenemos múltiples monedas circulando, pero que país no las tiene, se esta preparando el terreno para eliminar la dualidad monetaria que es un problema y todos lo sabemos, solo recordar que el fenomeno de la dobre moneda en cuba viene condicionada por la presencia del bloqueo económico y se resolvería fácilmente si lo levantaran y pudiéramos comercializar directamente con la posibilidad de hacer transacciones con el dolar estadounidense.
    A ustedes lo que mas les molesta de "nuestras decisiones disparatadas" es que no nos hayan madurado lo suficiente como para caer (te acuerdas de la política de la fruta madura verdad?)

    ResponderEliminar
  2. Bueno, tal vez tengas razón. El análisis se basa en las consecuencias directas de una evaluación para una economía que precisa importar la mayor parte de lo que precisa. Precios más altos en los mercados mundiales unido a una moneda más débil, ya verás. Si vives en Cuba, lo notarás pronto, pero para mal. Y te puedo asegurar que eso no lo deseo realmente. Gracias por tu participación.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Muy deficientes resultados en la construcción de viviendas en el primer semestre

¿Qué pasó con el turismo en 2023? ¿Y qué pasará en 2024?

Lecciones de economía con el ministro Regueiro