Los miedos del régimen castrista


Elías Amor Bravo

Siempre he pensado que los llamados “servicios de inteligencia” se dedican a una actividad realmente compleja, sobre todo cuando abordan el estudio y análisis de las condiciones económicas y sociales en los distintos países. Basta con echar un vistazo al CIA World Book of Facts para comprobar la enorme cantidad de estadísticas que se disponen por la agencia para cada uno de los países del mundo, convirtiéndose este banco de datos abierto en un instrumento de consulta obligada para quienes realizan estudios de marketing internacional o similares. 

A pesar de todo, acertar en los diagnósticos no suele ser fácil y, en ocasiones, los sesgos son muy superiores a los que se aceptan en cualquier test estadístico de rigor. En cambio, otras veces, las conclusiones que se obtienen en este tipo de estudios son tan evidentes y directamente observables que, al formularse, en cierto modo, declaran la injustificada utilización de fondos, en ocasiones muy elevados, para financiar este tipo de organizaciones y sus trabajos. Algo así deberán pensar las autoridades de La Habana cuando lean las declaraciones del jefe de inteligencia estadounidense, James Clapper en las que señala que “las reformas económicas impulsadas por el presidente cubano, Raúl Castro, son implementadas "gradualmente" y con cautela, ante el “miedo de inestabilidad en la isla".

Insisto. Para llegar a esta conclusión, no hacen falta servicios de inteligencia ni nada parecido. Ellos lo dicen continuamente. En las discusiones de los “lineamientos” ya decían que eran un instrumento para actualizar el socialismo. En la conferencia del partido el fin de semana pasada han vuelto a declarar la ideología única.

Además a lo largo de sus más de 50 años de existencia, el castrismo ha sido muy cauto ante la inestabilidad, propiciando cualquier tipo de acción, desde la represión violenta hasta la propaganda barata, para evitar cualquier síntoma de protesta o movilización no controlada. De hecho, las organizaciones de masas, los sindicatos, las instituciones que ha creado el castrismo a lo largo de su existencia, son instrumentos destinados a mantener la estabilidad a cualquier precio.

Por ello, la conclusión que obtiene la “inteligencia de EEUU” de que las autoridades del régimen están implementado las reformas económicas anunciadas el año pasado sólo gradualmente por miedo a la inestabilidad”, no representan novedad alguna. Parafraseando al legendario yedi de Star Wars cuando le dice al joven Anakin, que el miedo conduce a la ira, esta al odio y este al sufrimiento, lo que finalmente lleva “lado oscuro” de la fuerza, que es donde se encuentra el régimen castrista, si se me permite la comparación.

Tal vez la realidad es que el castrismo siempre ha tenido miedo a lo largo de toda su existencia. Un miedo profundo al contraste de sus ideas, de sus propuestas descabelladas y destructivas con las de otras organizaciones políticas. De hecho, han vuelto a rechazar el pluripartidismo reafirmando la dictadura del PCC para los próximos años en la conferencia del pasado fin de semana. Y para colmo de males, eleva el miedo al máximo rango al calificar textualmente como “enemigos” a todos los que no piensen como los comunistas cubanos. Ejemplar.

Y ahora es cuando viene lo mejor, porque la “inteligencia de EEUU” dice que el "delicado" proceso de reformas busca "revivir la decaída economía sin relajar el control político sobre la población”. El ejemplo, según Clapper, ha sido el retraso sine día del recorte de más de un millón de trabajadores de las nóminas estatales, que posiblemente no se vuelva a reactivar, en un ejemplo del miedo del régimen a los levantamientos populares en Cuba similares a los producidos en otras partes del mundo. Y la entrega de tierras, y el crédito, y los carretilleros, y las condiciones para el ejercicio del trabajo por cuenta propia, etc, etc, todo absolutamente todo está determinado por el miedo a perder el control.

El pragmatismo que algunos quieren ver en Raúl Castro, inmerso en un conjunto de medidas dirigidas a superar la crisis económica en la isla y la ausencia de divisas, tiene su parangón en el miedo al impacto que estas reformas puedan tener en demanda de una mayor autonomía política, más pluralismo y respeto a los derechos individuales. Por ahí, no están dispuestos los viejos comunistas a pasar. Por eso, continuamente están levantando el pie del acelerador, y no asumen la necesidad de un giro de 180º en la economía hacia la propiedad privada y la economía de mercado, únicos ejes de solución para un problema estructural y de largo plazo.

¿Más miedos? Pues sí. El informe de la “inteligencia de EEUU” aporta otras dos obviedades. De un lado el temor a la derrota de Chávez en Venezuela y la pérdida de la financiación de los petrodólares. Bueno, ya se está viendo la recepción a Dilma Rousseff en La Habana para intentar captar proyectos de inversión de Brasil en el sector azucarero. Pero esto es más que evidente, y no requiere mucho análisis.
¿Otro miedo? Las redes sociales. La detención de Alan Gross y su condena a prisión tienen mucho que ver con el control de las telecomunicaciones y el freno a la comunicación por medio de las modernas tecnologías. Y luego van, y abaratan el coste de las llamadas por móviles dentro de la Isla, y sobre todo del envío de SMS entre cubanos.

Me alegro de que la “inteligencia” observe estos aspectos en la actual situación del régimen castrista. Estoy seguro de que habrán analizado muchas más cuestiones, pero esas tal vez quedan reservadas para los destinatarios de esa información privilegiada.

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