La población como problema
Elías Amor Bravo, economista
Al prestar atención al fenómeno
migratorio de los cubanos, no se puede menos que observar la dinámica
preocupante de la población.
Las cifras alarman. Desde 2000 hasta
2015, la población de la Isla, según datos de CEPAL, ha crecido tan
solo un 1,3%, o en términos absolutos, 142.000 personas de un total
de 11.139.000 a comienzos de siglo. En el mismo período, y por
contraste, América Latina en su conjunto ha visto aumentar su
población en un 19,7%, equivalente a 104 millones de habitantes con
relación a los 526.278 existentes en 2000. Dos tendencias distintas
que apuntan a comportamientos muy distintos de la población.
Dicho de otro modo, las tasas medias de
crecimiento quinquenales de la población cubana han ido descendiendo
desde el 0,27% de 2000-2005 hasta el -0,03%, negativo, registrado
entre 2010 y 2015. En esos mismos períodos la población de América
Latina ha moderado su crecimiento medio desde el 1,33% al 1,11%, pero
siempre con datos positivos.
Las perspectivas que se elaboran a
medio plazo en los estudios de la demografía apuntan a que en Cuba,
desde 2020 hasta 2030 la población seguirá cayendo hasta quedar
situada en 11.022.000, el equivalente a un -1,9%. Por el contrario
América Latina todavía seguirá mostrando un dinamismo poblacional
en aumento, con una variación estimada del 8,3% en el mismo período.
El problema reside en la debilidad del
crecimiento demográfico interno. La sociedad cubana se encuentra
atrapada en un escenario complicado. Los movimientos migratorios al
exterior, integrados principalmente por jóvenes, como se está
observando recientemente, pueden acabar de dar un golpe definitivo a
la precaria situación interna. Las tasas de natalidad cubanas que
entre 2000 y 2005 alcanzaron un nivel del 12,5 por mil (inferiores
7,2 por mil de la mortalidad) quedarán por debajo de las tasas de
mortalidad en el bienio 2020-25, 9,1 por mil y 9,4 por mil,
respectivamente. Una situación realmente dramática, a menos de
cinco años vista.
Sorprende que el régimen no preste
atención al despoblamiento de Cuba, que puede acarrear graves
problemas económicos y sociales. Más bien todo lo contrario, las
políticas erróneas que se adoptan en los distintos ámbitos tiene
como consecuencia este resultado sobre la población, acompañado de
un notable proceso de envejecimiento de la población, que en 2020
verá como el porcentaje de mayores de 65 años aumenta al 16,3%
frente a un 9,9% en 2000. Por contraste en América Latina ese
segmento quedará tan solo en la mitad, un 8% después de haber
registrado un 5,7% a comienzo de siglo. La población cubana de 0 a
14 años verá cómo su porcentaje se reduce del 21,6% al 14,4%,
mientras que en América Latina lo hará del 32,1% al 24,5%
manteniendo una distancia de más de 10 puntos con respecto a la
dimensión de este segmento en la Isla.
A la vista de estos resultados cabe
preguntarse qué sentido tiene forzar a los cubanos a emigrar.
Precisamente cuando la población ha iniciado una dinámica de
descenso que hará muy difícil el reemplazo de los empleos que se
vayan quedando sin titular, las plazas escolares o universitarias,
los servicios de sanidad diseñados durante más de medio siglo con
criterios expansivos para, al final, atender a una población en
declive. Sin recursos económicos y financieros y agotadas las posibilidades de crecimiento del sector presupuestado, ¿qué le queda al régimen por intentar para dar respuesta a la reducción absoluta de la población? A la vista de todo ello,¿Por qué no se fomenta en Cuba un
nuevo modelo económico que ofrezca oportunidades a todos los cubanos
para realizar libremente sus proyectos de vida y alcanzar los bienes
materiales que en otros países pueden conseguir?
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