Salarios de la educación en Cuba: ¿antigüedad o desempeño?
Elías Amor Bravo, economista
La ministra de Trabajo y Seguridad Social, la señora Feitó Cabrera en el programa mesa redonda del miércoles pasado, tuvo que explicar las inconformidades en el sector de la educación en torno a la eliminación del pago por años de servicio y su reemplazo por otros incentivos asociados al desempeño laboral, similares a los que se aplican en el sector empresarial, o disponer de titulación superior. Granma se ha hecho eco de la noticia.
Con la educación no se juega. Es una de las políticas públicas más importantes porque sus efectos se notan a medio y largo plazo. Los cubanos que se educaron antes de 1959 no tuvieron problema para desarrollar sus carreras y profesiones en países extranjeros. El sistema educativo no era tan deficiente como lo han querido presentar en el castrismo. Cuba tenia unos educadores de primer nivel y la educación pública estaba mucho más extendida de lo que reflejan algunas estadísticas dispersas.
Han pasado 62 años de aquello y por el camino, muchas cosas. Y por eso es tan importante tratar de comprender la decisión de la ministra de eliminar los pluses como “una deuda con los maestros” insistiendo que la misma no se trataba solo de una demanda de los educadores, sino de toda la población, en particular, los padres, con el objetivo de garantizar la calidad de la educación en Cuba. Y señaló al respecto, que “para que nuestros hijos en todos los niveles de enseñanza tengan mejores profesores, más preparados” ¿es que acaso no lo están actualmente?
Aquí aparece una primera duda a plantear. Parece que la ministra no entiende que más años de trabajo de un educador influyen de forma positiva en su calidad como docente, lo que está reconocido por toda la investigación científica sobre la materia. Lo que pretende la ministra es que los maestros accedan a una titulación superior continuando sus estudios y aquellos que lo hagan verán incrementados sus salarios. A tal fin, se eliminan los pluses por antigüedad ¿es tan elevada la consignación presupuestaria de este plus?¿por qué se pretende eliminar?
La segunda duda es que la ministra entiende que el nuevo mecanismo salarial para los docentes, implementado por su departamento, se ha diseñado para “reconocer la categoría docente de los maestros, es decir, una diferenciación por resultados”. Acaso ¿estamos hablando de productividad de la actividad educativa? Sorprende que este tipo de cuestiones se planteen en una economía en la que el objetivo de productividad está bastante lejos de cualquier formulación práctica. Además, ¿tiene la ministra alguna medida de la productividad de la función docente? Que la ponga en conocimiento de todos.
En todo caso, la ministra señaló que “se está gestando un cambio de política consistente en que para los docentes se aprueba un pago por alto desempeño financiado con el ahorro del fondo de salario, un tema implementado en el sector empresarial”. Se pretende equiparar a los maestros a otros empleados del sector empresarial en manos del estado, perdiendo la consideración de “empleados públicos puros” al menos en términos de sus salarios.
Tremendo cambio de política, el que plantea la ministra, ya que, incluso en el caso de los profesores que tienen varios ingresos salariales porque trabajan en diferentes centros educativos, se consideró que no “se deben eliminar estos pagos, sino mantenerlos en las cuantías actuales”. El pluriempleo incentivado por el gobierno, algo inconcebible con una actividad, la educación, que genera no poco cansancio y estrés en los profesionales con un solo trabajo. Cuanto más se conoce de esta reforma salarial, es evidente que más problemas lleva consigo.
¿Qué habría ocurrido en España, Francia o Italia si el gobierno formulase un planteamiento de estas características para retribuir a los docentes públicos? No quiero ni pensar. Pero es casi seguro que la protesta sindical sería contundente, porque si algo une al gremio educativo es que, desde el gobierno, no se fomente una política de salarios basada en la “discriminación” que establezca mayores salarios, como quiere la ministra cubana, para los maestros que muestren mejor desempeño y mejores resultados. La protesta sindical probablemente llevaría a una huelga general justificada, que obligaría al gobierno a retirar su iniciativa.
En Cuba esa gran protesta social es impensable. Pero, lo más interesante de la noticia publicada en Granma han sido los numerosos comentarios de lectores críticos con la propuesta de la ministra y que vienen a coincidir en sus planteamientos con lo que se expone en este trabajo. La mayor parte de las distintos testimonios dicen exactamente, y con toda la razón, “es injusto no reconocer la experiencia de la forma que lo quiera explicar. No hay posición política ni filosófica que justifique no reconocer la experiencia docente y su impacto en la calidad de la educación".
Otros testimonios denuncian claras situaciones de injusticia entre los maestros que dejaron sus puestos de trabajo durante el periodo especial para reincorporarse después, frente a otros que permanecieron frente al aula que merecen un reconocimiento.
O por ejemplo, el reconocimiento de que no es una regularidad que el joven con unos pocos años más que sus alumnos pueda ser mejor profesor que un docente con muchos más años de experiencia. Los grandes maestros y profesores de este país son una gloria y no son comparables con otros con igual categoría docente pero con menos años de experiencia. Comparar el pago por desempeño del sector empresarial con lo que ocurre en la educación, no tiene sentido.
También se declara que es muy difícil entender que se nos obvie la antigüedad, “en mi caso estoy trabajando en el sector casi 30 años, e incluso en edad de haberme retirado que por diferentes razones no lo le hecho. Estamos aferrados a esa mínima cuantía por permanencia que nos identifica”.
Otro testimonio va más allá: "la eliminación del pago por antigüedad a los docentes es un error en mi opinión. La experiencia debe ser recompensada, se debe marcar un modelo a seguir por las nuevas generaciones que se incorporan al magisterio, el maestro que lleva 10 años o más frente a aula debe ver su salario diferenciado del recién graduado (que no por eso debe cobrar menos) entre otras razones".
Todo el sector parece estar en contra de esta idea descabellada de la ministra. Y llevan razón. Hasta un profesor graduado de la Educación Superior y Máster con solo 6 años de experiencia laboral, un joven, reconoce la insatisfacción del salario de los profesores y su influencia en el incentivo a la superación de estos. Y añade “no puede pasar por hecho de que se estimule y se premie algo más que la permanencia, es decir, la experiencia profesional y de vida.
Para acabar diciendo que “es injusto que un recién graduado gane casi lo mismo que una persona que lleva 30 años en el sector, que ha consagrado una gran parte de su vida a un hecho necesario y vital en la sociedad cubana: la educación. Será lamentable error si la experiencia laboral no se tiene en cuenta y no se vea reflejada como motivación en el salario”.
Con estas mimbres, las reformas difícilmente pueden dar resultados. Y en el ámbito educativo, organizar una trifulca por unos pluses de antigüedad cuyo importe seguramente será muy reducido, comparado con otros derroches presupuestarios, no produce buenos resultados y crea un enfrentamiento entre generaciones que probablemente será lo que acabará ocurriendo. Tan solo cabe una duda y es si esta eliminación de los pluses de antigüedad a los maestros no tiene que ver con la eliminación de subsidios y gratuidades de la Tarea ordenamiento. Jugar con el sistema educativo, uno de los “logros de la revolución” ni es justo, ni parece sensato.
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