¿Cómo se pueden mejorar los salarios en Cuba?

Elías Amor Bravo, economista

Sin duda, me alegro de que una de las conclusiones del congreso de la CTC celebrado estos días en La Habana sitúe al salario de los trabajadores cubanos "como una de las principales preocupaciones sindicales". Lo es. El nivel medio es muy bajo, en 2018 alcanzó 871 pesos en el sector estatal, 36 dólares, que cobra el 70% de los ocupados, aunque 946.000 trabajadores y 1. 005 empresas alcanzaron un pago inferior a esta cifra. En concreto, el 14 % de los trabajadores reciben salarios menores o iguales a los 440 pesos, que apenas alcanzan 18 dólares mensuales, de los más bajos del mundo. Además, con notables desigualdades sectoriales (máximos salarios en el azúcar y mínimos en educación y servicios sociales) que no están justificadas dentro de un modelo de intervención estatal.

Los salarios en Cuba son bajos en términos reales, y su capacidad de compra también lo es, como consecuencia de las elevaciones de precios producidas en las tiendas libres, donde la gente tiene que comprar productos como consecuencia de la escasez en las estatales y la falta de bienes en la canasta normada. Si los salarios son bajos, qué decir de las pensiones. Apenas 15 dólares mensuales de media, imposible llegar a mes y pagar los servicios (agua, luz o gas) que se encuentran ampliamente subsidiados. Ni siquiera se sobrevive con educación y sanidad gratis, lo cual no es cierto porque se paga y bien, con lo que cobran los trabajadores y ganan las empresas. La situación económica de los cubanos no se puede considerar favorable. Por ello, que se denuncie este tipo de cosas en un congreso sindical, aunque controlado por el partido único, es buena cosa.

Y si puede existir acuerdo con relación a los bajos salarios y pensiones, el análisis económico no debe llevar a atribuir este resultado al “difícil contexto político-económico al que está sometido Cuba”, o a lo que denominan “las condiciones desfavorables que las estadísticas demográficas y de ubicación laboral”. No es cierto. El entorno es el que es. Lo que no funciona es el sistema económico, basado en la ausencia de derechos de propiedad, la prohibición de acumulación de riqueza, de empresas privadas y la ausencia de mercados como instrumento de asignación de recursos. Todo ello es lo que determina el bajo nivel de las retribuciones en Cuba.

Un buen ejemplo es que los bajos salarios no se presentan solamente en el sector presupuestado, unos 26 dólares de media al mes, sino que también en los nuevos sectores cooperativos y de trabajo por cuenta propia, los salarios tampoco son elevados y mucho menos reflejan la carga de dedicación superior que se exige en muchos de los puestos ofrecidos por los pequeños empleadores. Además, si realmente la tasa de paro fuera la que declara el régimen, es evidente que se estaría produciendo una presión salarial al alza para cubrir los puestos ofertados que pudieran quedarse vacantes, y ello no está ocurriendo, ni de lejos, en la economía cubana.

De modo que las autoridades laborales pasan revista a una serie de indicadores estadísticos del mercado laboral que no concuerdan, y que arrojan sombras de duda e incertidumbre sobre la articulación del mundo del trabajo en Cuba, con consecuencias sobre las retribuciones salariales. Que haya un 18% de cubanos que ni estudian ni trabajan no solo es contraproducente, dados los mecanismos de afiliación laboral obligatoria que existen en el país, sino que pone de manifiesto el nivel de desajuste que existe entre la oferta y demanda de trabajo. Lo que nos lleva, de nuevo, al tema de los bajos salarios.

Por eso, habría que explicar a la ministra que la situación del mercado de trabajo en la economía cubana tiene poco que ver con lo que ella denomina, “algunos de los graves efectos de la fluctuación laboral, que afecta puntualmente a las plantillas de cargos, así como la baja capacidad de ampliación en cuanto a plazas que genera el sector estatal”. Tampoco tiene relación con la emigración, o las bajas y altas laborales consecuencia de los procesos demográficos que afectan al país. Nada de eso. Para colmo, las prácticas consistentes en realizar pagos adicionales de salarios para los trabajadores que de la actividad de perforación de pozos de petróleo, a los atletas de alto rendimiento, entrenadores y especialistas del deporte, a los trabajadores de la Zona de Desarrollo Especial del Mariel y al sector de la salud, no han servido para poner coto a los bajos salarios de la economía.

Dicho lo anterior, las autoridades tienen que reaccionar y poner soluciones encima de la mesa. Porque si no lo hacen, el salario seguirá siendo un problema, y con el paso del tiempo, cada vez más complicado de resolver. Como en el congreso de la CTC se ha dicho que es una “máxima prioridad para el movimiento sindical cubano”, me voy a permitir la sugerencia de lo que se debe hacer para aumentar los salarios en Cuba, partiendo de la situación actual.

Los salarios son bajos en la economía cubana porque la productividad de los factores también lo es. No tan baja como se podría pensar, pero es evidente que tiene que aumentar. Y la productividad del trabajo, en concreto, no solo aumenta como consecuencia de un desempeño eficiente de los puestos de trabajo, que nadie duda que es fundamental, sino por la necesidad que tienen las empresas de actualizar y modernizar sus equipamientos e instalaciones.

Dicho de otro modo, si las empresas no invierten, sus máquinas, equipos, procesos de fabricación se ven afectados por la obsolescencia, se producen roturas, interrupciones en los procesos, en definitiva, un caos productivo que supone que la productividad del trabajo, y por supuesto del capital, no alcancen los niveles de eficiencia necesarios. En todas las economías del mundo, las empresas conservan una parte de sus beneficios todos los años para realizar inversiones tendentes a mejorar y ampliar la capacidad productiva: el enriquecimiento y el aumento de riqueza, tan denostado por el régimen comunista cubano, es precisamente para eso, para luego pagar mayores salarios a los trabajadores. Así de fácil.

En Cuba, si se analizan los indicadores macroeconómicos, la participación de la formación bruta de capital fijo en el PIB, que es la mejor representación del esfuerzo inversor de un país, apenas alcanza un 10%, a pesar que la media en América Latina ronda el 25% y que los economistas defienden que este indicador debe ser alto para que una economía crezca.

Por ello, afirmo que solo podrán aumentar los salarios en Cuba si las inversiones empiezan a crecer. Si aumenta la escala de producción eficiente de todo tipo de empresas y negocios, privados y estatales. Pero el gobierno comunista demuestra que no tiene esa prioridad, ya que a la falta de liquidez estructural existente, se añade que sus prioridades van dirigidas a mantener los gastos corrientes en servicios sociales, educación o sanidad, en tanto que las empresas, todas ellas estatales y de propiedad del gobierno, se quedan sin las inversiones que pudieran mejorar su capacidad productiva. El círculo vicioso se vuelve a cerrar.

Alguien se tiene que tomar este tema con interés. No se si la ministra del ramo, el movimiento sindical único, o el propio Díaz-Canel, pero hay que salir del bache salarial, y ello necesita reformas estructurales en la economía, abriendo espacios a la libre empresa de propiedad privada en todos los sectores, para que los recursos financieros y la liquidez no dependan tan solo del estado, sino del sector privado, como ocurre en todos los países del mundo, incluso en los que se definen como socialistas y comunistas. Estas reformas deben ser el preludio de cambios significativos en las retribuciones salariales y del rendimiento del capital, y de forma transitoria para la construcción de las pensiones de toda una generación aumentada que acaba de empezar a crecer, y que va a crear problemas al estado, si sigue empeñado en financiar todas las necesidades de la economía. Lo privado es hermoso, y eficiente.

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