En torno al papel del Estado en las economías: las mentiras de Granma

El diario Granma, portavoz oficial del régimen comunista de los hermanos Castro, ha publicado hoy una noticia relacionada con la reunión que se está celebrando en Brasilia por parte de la CEPAL, la Comisión Económica para América Latina que, en absoluto, se puede calificar de veraz.
CEPAL es una organización a la que el régimen de los hermanos Castro le tiene “tomada la medida”, y cada año le envía unas estimaciones del crecimiento económico y otros indicadores básicos de la Isla, que el organismo dependiente de Naciones Unidas se ve obligado a aceptar con cierta resignación, sabiendo que todo es absolutamente falso, con lo que la credibilidad estadística del régimen castrista es muy baja, por no decir nula.
Ahora, el castrismo aprovecha esta reunión de Brasilia de CEPAL, para divulgar, a través de Granma una información que, llevada al terreno de lo irracional, se convierte en un ejemplo más de la propaganda basura de este régimen en materia económica, su absoluto desconocimiento de la realidad del funcionamiento de las economías y su manifiesta incompetencia para gestionar los cambios que se necesitan en la economía cubana.
¿En qué podemos observar esa manipulación tendenciosa del régimen castrista? Pues ya, desde la primera línea de la información, cuando afirman que “el escenario económico surgido de la crisis financiera exigirá rediscutir el papel del Estado para impulsar el crecimiento, afirmó ayer la secretaria de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Alicia Bárcena, al abrir el 33 período de sesiones de la entidad”.
Por supuesto que es preciso redefinir el papel del Estado en las economías. Esto es algo que el castrismo no ha hecho, porque, como su vocación es totalitaria desde las confiscaciones y expropiaciones de 1959, siempre ha mantenido el mismo modelo de Estado intervencionista, ausencia de propiedad privada y proscripción de la economía de mercado.
La redefinición que se plantea del papel del Estado en foros como CEPAL, va justo en sentido contrario al impuesto por el sistema económico castrista. La convicción de los expertos es que se hace necesario realizar “un profundo análisis del papel de las instituciones y de la regulación de los mercados, y redefinir el rol del Estado para generar las condiciones adecuadas que lleven a la región hacia un camino de desarrollo sostenible con igualdad".
Y aquí conviene analizar el concepto, porque ¿representa la economía castrista un modelo de desarrollo sostenible con igualdad? La respuesta la dejo al amable lector, pero yo tengo la mía propia sobre la base de observar las míseras condiciones en que malvive la mayoría de la población en la Isla, con salarios medios inferiores a los 12 euros mensuales, sin futuro, sin posibilidades de planificar su horizonte vital a medio plazo. Con unas carencias más próximas a las de los países pobres del mundo, eso, si, con una propaganda continua de educación y sanidad gratuitas, con un coste económico y social inadmisible que, más tarde o más pronto, se tendrá que corregir.
No me cabe duda que los 44 estados miembros de la CEPAL y organismos multilaterales asociados van a proponer “una visión en la que el Estado pasa a ocupar un papel central en el crecimiento económico y social”. Nadie puede estar en contra de esta idea. De lo que sí que estamos completamente en contra, porque el experimento castrista lo ha confirmado, es que el Estado lo sea todo en la economía de un país.
Con ese predominio de la burocracia y de la ineficiencia, en la que todos los días, noticia sí, noticia no, se habla de que sobra un millón de empleados, de que se adoptan medidas puntuales en al agricultura, que otras veces se da marcha atrás a lo andado; con estos planteamientos, insisto, el régimen castrista muestra su incapacidad para afrontar los nuevos escenarios que se abren en un entorno global, para el que la economía que se ha diseñado en la Isla, simplemente no sirve.
Y nuevamente vuelven a mentir, cuando señalan que “la crisis financiera echó por tierra el progreso social de los últimos años en América Latina”. Falso, ya quisiera Europa o Estados Unidos, ritmos de crecimiento como los registrados actualmente en la región, que ha ido superando con éxito, gracias a políticas económicas muy acertadas, las desigualdades de renta y riqueza, sin necesidad de experimentos “revolucionarios” y “populistas” que, como la “revolución castrista”, han supuesto un duro golpe para la base económica y productiva de los países.
A mí no me sorprende, en absoluto, que los países que mejor han definido el papel del Estado en las economías, limitando y modernizando sus estructuras, véase, Chile, Brasil, Perú, México, Colombia, son los que registran tasas de crecimiento económico más elevadas, mientras que Venezuela, y su experimento de modelo castrista, se hunde en una grave y profunda crisis.
Son tan patéticos en la forma de engañar a los lectores de Granma que incluso aluden a las cifras de la inversión extranjera en América Latina como un dato negativo. Y cito textualmente, “de acuerdo con la agencia DPA, la caída de la inversión extranjera y la fuga neta de 63.000 millones de dólares desde el 2007 dañaron el futuro potencial de crecimiento de América Latina”. Ciertamente, no tengo ni idea de qué falta de inversiones hablan, como no sean las que se necesitan de forma urgente en Cuba para modernizar las infraestructuras o la vivienda del país.
Tal vez esos comunistas castristas tendrían que ponerse en contacto con sus, llamémosle amigos chinos, y preguntarles que están haciendo en América Latina. Se sorprenderían. Sus “camaradas”, que ya se han olvidado de las directrices impuestas por Mao, se han convertido en los principales inversores de la región, con un notable aumento del comercio. Y la Isla dominada por el castrismo se queda al margen de esa corriente beneficiosa de inversiones chinas. Habrá que preguntarse por qué.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Muy deficientes resultados en la construcción de viviendas en el primer semestre

La bancarización ha quedado aparcada, otro experimento más a la basura

El Banco Central de Cuba como instrumento represor del régimen