Las inversiones extranjeras y el régimen de Raúl Castro

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, acaba de publicar un Informe titulado “Inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2009” en el que se subraya, como principal conclusión, que los movimientos de capital van a registrar en la región un crecimiento muy destacado durante el presente año, que se estima en torno a un 40% o 50%.
Estos datos van a servir para corregir la tendencia negativa registrada durante 2009,cuando América Latina experimentó de forma directa las consecuencias de la grave crisis económica internacional iniciada a finales de 2007. Pero las últimas cifras confirman que la región está alcanzando unos ritmos de crecimiento económico muy dinámicos y estables lo que fomenta el atractivo de los inversores extranjeros.
Durante 2009, la caída de la inversión directa fue generalizada en todo el continente. Con relación a América del Sur, el descenso alcanzó un 40%, mientras que hacia México y el Caribe la caída fue superior, de un 45%. Brasil se mantuvo como el principal receptor de la inversión extranjera en América Latina, seguido de Chile, México, Colombia y Argentina. Entre las economías medianas y grandes de la región, Chile es con diferencia, la que obtiene un mayor porcentaje de la inversión extranjera directa sobre el PIB, un 8%.
Los datos del Informe confirman el efecto benéfico que sobre las economías de la región tienen las inversiones foráneas, en términos de generación de renta y riqueza, pero también de transferencia de tecnología, equipamientos y modelos organizativos que pueden servir para estimular un crecimiento económico sostenido.
El sector servicios aparece como el principal destinatario de las inversiones extranjeras en América Latina, lo que se puede considerar como una noticia muy positiva, ya que aleja esa visión errónea y distorsionada de los inversores como agentes de explotación de los recursos naturales y energéticos de la región.
El Informe de CEPAL insiste en que buena parte de las inversiones extranjeras dirigidas a la industria se concentran en actividades de intensidad tecnológica baja o medio baja, lo que puede servir, a medio plazo, para modernizar la estructura productiva de estos países, en línea con las tendencias ya observadas en otras zonas del mundo.
El Informe señala que para 2010 las inversiones en el continente van a superar los 100.000 millones de dólares, una cifra que dejará muy atrás los 76.681 millones de 2009 y que se aproxima de forma destacada al record histórico registrado en 2008 que fue de 131.938 millones de dólares. Los países de América Latina vuelven a recuperar su atractivo y competitividad, a pesar de la crisis, y los vientos soplan favorables en la región, en lo que se considera uno de los ciclos más positivos y estables de los últimos años.
Parece ser que la caída de la producción mundial consecuencia de la crisis, la incertidumbre y la desconfianza pasan de largo por América Latina sin que la caída de los precios de los productos básicos parezca que pueda ejercer algún tipo de efecto negativo sobre el interés de los grandes inversores en la región.
La liberalización de los flujos de inversión debe continuar avanzando, y pese a los esfuerzos realizados, es conveniente que esta apuesta por la globalización de la economía regional permita continuar aportando a los distintos países este impulso externo que supone una mejora de la competitividad y la productividad.
Cabe pensar que puede estar pensando Raúl Castro de todo esto. Posiblemente ni se haya enterado de lo que está sucediendo con las inversiones extranjeras en América Latina. Poco le importa. Cerrada la economía cubana al exterior como consecuencia de un modelo económico y social basado en la ausencia de propiedad privada y la negativa al mercado como mecanismo de asignación, no debe ser muy importante el interés de los inversores extranjeros por participar en una economía incapaz de alimentar con su agricultura, antaño productiva, a toda la población.
Es cierto que en los últimos días se han difundido informaciones sobre la posible autorización de construcción de campos de golf en la Isla, marinas y puertos deportivos, siempre bajo la tutela del estado comunista. No es mala idea que los “viejos camaradas” estalinistas se dediquen a jugar al golf. La experiencia de la cadena Sol, enviando una placa de agradecimiento a Fidel Castro por autorizar a operar en la Isla a la empresa turística más importante del Caribe, no deja de ser una burla siniestra en un momento, especialmente grave, para la economía cubana, por su total carencia de recursos para atender sus obligaciones en el exterior.
Lo que sí sabemos es que llegará la inversión extranjera a América Latina y beneficiará en mayor medida a unos países que a otros, sobre todo, a los que creen en sus potencialidades y no desconfían de la capacidad de la iniciativa privada para desarrollar y transformar una economía.
En Cuba, los que dirigen, o eso creen, la economía, seguirán pensando en el ALBA, en el amigo Chávez (que por cierto, no parece que se vaya a beneficiar mucho de las inversiones que llegan al continente) o en el amigo Evo Morales (que tampoco parece enterarse de las enormes potencialidades que tiene para desarrollar su país) como tablas de salvación. Lástima. Se han perdido 50 años por la obcecación comunista, pero a este paso, se perderán otros 50 más.

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