¿Fiebre del oro en la minería ruinosa del castrismo?
Elías Amor Bravo, economista
Un artículo en Granma titulado “Cuba impulsa su minería”
viene a destacar las iniciativas de la mina de oro al aire libre de Jobabo, que
al parecer posee reservas para 10 años o más de explotación. ¿Estamos ante una
nueva fiebre del oro en Cuba? ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Por desgracia, la información estadística oficial de ONEI
no ofrece datos relativos a mineral de oro y plata, por lo que no queda más
remedio que atender a lo publicado en Granma. Según este diario oficial, la
Empresa Geominera Camagüey, del estado, cuenta con posibilidades de explotación
de minerales metálicos ricos en plata y oro, además de aguas minerales y
medicinales, especialmente en la geografía de las provincias de Ciego de Ávila,
Camagüey y Las Tunas. ¿Será cierto? ¿Estamos ante un nuevo tipo de estrategia
para atraer inversores extranjeros?¿Tiene sentido apostar por la minería en
Cuba en las condiciones actuales?
Prensa Latina, de quién Granma toma la información, dice
que los yacimientos Cromo Camagüey, Oro Jacinto y Oro Golden Hill son los
más destacados para la entidad estatal, donde se han consolidado inversiones
procedentes del exterior. Así por ejemplo, en Golden Hill, Jabobo, en las Tunas
desde 2011 ha estado actuando la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de
América, perfeccionando la investigación geológica, explotación, procesamiento,
transporte y comercialización de minerales de este tipo. Petrodólares de
Venezuela en busca de oro cubano.
En el caso de Golden Hill, los especialistas estiman una
década de explotación y calculan extraer en 2018 unos 111 kilogramos de oro, lo
que permitiría a Cuba obtener ingresos en un momento en que la onza troy se
cotiza en el mercado internacional en torno a los 1.300 dólares
estadounidenses. Pero ese precio, que hoy es alto, puede bajar. Conocidas son
las oscilaciones en un mercado tan complejo como el del oro, donde el anuncio
de un yacimiento importante puede provocar fuertes caídas de las cotizaciones
incluso en momentos complejos como el actual. Por tanto, conviene ir con
cuidado.
Como siempre ocurre con estas informaciones, Granma, culpa
al bloqueo de Estados Unidos de la imposibilidad de realizar mejoras en los
yacimientos, básicamente porque los equipos de alta tecnología para las
investigaciones de terreno y laboratorio, perforación y explotación de los
yacimientos minerales, al parecer no se encuentran en ningún otro país del
mundo con los que Cuba puede comerciar libremente.
No repara esta nota de Granma, que tal vez la culpa de ese
bajo desarrollo de la minería en Cuba, cuyos indicadores presentan tendencias a
la baja en su mayoría, se encuentra en el hecho que la explotación minera, como
otras muchas actividades económicas en la isla, corre a cargo de uno de esos
inventos comunistas que siguen sin dar resultados en Cuba después de 59 años de
experiencia. Me refiero a lo que llaman unidades empresariales de base, UEB.
La unidad empresarial de base dentro de la actualización
del sistema promovida por los llamados “lineamientos”, se define como un
segmento o división interna que puede ser creada por la empresa y la
Organización Superior de Dirección Empresarial (Osde), bajo lo establecido en
el Decreto-Ley 252 del 7 de agosto del 2007. Se trata, en suma, de un artificio
que pretende “fortalecer el entramado empresarial cubano”, sin autorizar el
ejercicio de los derechos de propiedad, la libre empresa y la acumulación de
capital, como elementos fundamentales.
Se trata de organizaciones a las que el estado comunista
otorga una relativa independencia, dependiendo su funcionamiento del director
general de la empresa o de la respectiva Osde, pero no cuentan con personalidad jurídica propia.
En cualquier momento, pueden volver a ser sometidas a control burocrático por
el estado. Nadie es dueño de nada.
Desde los "lineamientos", el régimen ha creado alocadamente unidades
empresariales de base de todo tipo, en fábricas, establecimientos, agencias,
complejos, divisiones, sucursales, granjas agropecuarias, direcciones
integrales de proyecto, brigadas independientes, etc sin detenerse a pensar, si quiera de forma breve, sobre la viabilidad económica de las mismas. En estas unidades se
delegan los temas de las plantillas, los pagos de salarios, los presupuestos,
las operaciones bancarias, la firma de contratos a los jefes que, en cualquier
momento, pueden ser sustituidos.
La autonomía relativa es muy limitada. La gestión
económica también. El único propietario de los medios de producción, el
estado comunista, recela de cualquier actividad empresarial próspera. A pesar
de las proclamas de necesaria rentabilidad, la obediencia, orden, disciplina y
jerarquía están por delante de los beneficios y la rentabilidad. El marco entre
empresa y UEB no acaba de encontrar una definición precisa en Cuba. No es extraño que el número de empresas estatales en Cuba se haya reducido de forma espectacular desde 2011 en más de un 30%.
Tal vez por ello, un posible camino hacia la racionalidad económica sería una amplia privatización de las empresas
y las UEBs en Cuba, que no
está garantizada por la autonomía actual ni mucho menos respaldada por los planes del régimen. Por ejemplo, estas explotaciones
mineras no pueden continuar funcionando como zombis porque necesitan, y la nota de Granma
lo destaca, inversiones en tecnología para ser más productivas. Nadie va a
invertir en nada si no posee el control de los activos. Puede que los
bolivarianos hayan hecho sus inversiones, pero los empresarios extranjeros van por otro
camino. Que lo piensen.
La apuesta del régimen por el sector minero es otra vía
hacia el desastre.
Los indicadores estadísticos de la minería en Cuba son poco halagüeños.
Una somera revisión del anuario de ONEI relativo a las principales producciones
del sector arroja un resultado muy negativo: entre 2011 y 2016, por ejemplo, la
extracción de níquel baja la mitad, de las 4.384 millones de toneladas a los
1.860 millones de toneladas; la bentonita de 1.244 toneladas a 388 toneladas;
el cieno carbonatado de 863 millones de toneladas a 575 millones de toneladas,
y así, el resto de registros.
La explotación de minas y canteras apenas alcanza
en 2016 el 0,5% del PIB, una actividad residual, después de haber sido un 0,6%
en 2011. Desde 2013 la actividad no ha hecho más que descender todos los años,
un 11% acumulado en dicho período. Además, apenas genera empleo, solo 22 mil
puestos de trabajo en 2016 que representan solo el 0,5% de los puestos de
trabajo.
Solo un dato arroja algo de luz: los salarios pagados en el sector,
1.218 CUP mensuales, son los más altos de todas las actividades y casi un 40%
por encima de la media. Sueldos elevados en un sector en declive, en crisis,
sin tecnología, sin innovaciones y regido por la burocracia estatal. Buen
panorama para ponerlo en venta. Otro sector ruinoso para los inversores
extranjeros.
¿De verdad alguien se cree lo de la fiebre del oro en la ruinosa minería castrista?
Comentarios
Publicar un comentario