Más sobre la cuenta bancaria fiscal

Elías Amor Bravo, economista

En otro artículo de Granma, publicado hoy, se presentan argumentos que justifican, según el régimen comunista, la imposición de la llamada cuenta bancaria fiscal recogida en la Resolución No. 904/MFP. Ninguno de ellos resulta convincente, desde la perspectiva del interés de los trabajadores por cuenta propia, que son los obligados a aceptar esta imposición de las autoridades.

Para empezar, solo 80.000 contribuyentes de los 600.000 trabajadores por cuenta propia autorizados por el régimen están obligados a abrir las cuentas, solo por el hecho de dedicarse a una serie de actividades para las que inicialmente hay que tener las cuentas bancarias fiscales. Y además, se debe hacer, de forma obligatoria, en las sucursales de los Bancos Metropolitano, Popular de Ahorro, y de Crédito y Comercio.

No está claro, por mucho que lo digan las autoridades, que en estas entidades no se produzcan situaciones de larga espera o ineficiente atención a los clientes, dada la magnitud de la cifra a atender, y los plazos establecidos. Más burocracia a la vista y días de trabajo productivo perdidos para los trabajadores por cuenta propia.

Otro aspecto que merece atención. Según lo establecido en la Resolución No. 904/MFP se incrementa de un 20% hasta un 35% el fondo de efectivo para pagos menores o imprevistos. Es decir que el depósito que de manera obligatoria se debe mantener en las cuentas, una especie de saldo estable, se ha incrementado de forma artificial, sin que se ofrezca una justificación adecuada a dicha decisión. Esto supondrá para muchos trabajadores por cuenta propia una necesidad mayor de recursos para empezar a funcionar que, lejos de ser utilizados de forma productiva en el negocio, se tendrán que inmovilizar en las cuentas de los bancos estatales, para los fines que las autoridades establezcan. Nada bueno.

Alguien ha considerado que es positiva la reducción de la cuantía del saldo mínimo de tres a dos cuotas mensuales tributarias, como requisito en la operatoria de esta cuenta. Quien no pueda cumplir con este requisito, no podrá actuar conforme a la ley. Es un llamado a la participación activa en la economía sumergida. Por mucho que las cifras no sean inamovibles, no parece que las autoridades vayan a transitar con esta medida que busca retirar liquidez de los trabajadores por cuenta propia para limitar su capacidad productiva, rentabilidad y crecimiento. Todo en línea con el diseño del sistema económico imperante.

Las autoridades han justificado el mantenimiento a ultranza del saldo mínimo en la cuenta como “garantía para la administración tributaria”, al tiempo que creen que con ello, se ofrece “seguridad a las personas que se relacionan con ese contribuyente”. Al parecer con el depósito las autoridades se quieren cubrir frente al impago e incumplimiento del impuesto sobre los servicios, de las cuotas a pagar, por lo tanto, “ese fondo constituye una protección ante dichas indisciplinas con el fisco”. Es decir, el único que no arriesga con el desarrollo de la economía privada en Cuba es el estado, que se asegura una recaudación antes de que se generen las rentas. Con este tipo de políticas fiscales, muchos trabajadores por cuenta propia acabarán cerrando. Tiempo al tiempo.

Algo que al parecer ha molestado es que las autoridades han optado por no exigir el saldo mínimo de operación a los trabajadores por cuenta propia que reciben pagos en cuentas corrientes en pesos convertibles CUC a diferencia de los que trabajan con pesos cubanos CUP. En este caso, tales cuentas acabarán siendo reconocidas por el régimen como cuentas fiscales, si bien no se les exige el requisito del saldo mínimo de operación. Nada justifica este distinto trato que nadie ha sabido explicar.
Un aspecto que merece atención es la no obligatoriedad de abrir cuentas bancarias fiscales para cada actividad autorizada, en aquellos casos en que un trabajador por cuenta propia tiene varias licencias concedidas. En tal caso, puede integrar todas sus deudas en una sola cuenta. Lo cierto es que en Cuba, al menos de momento, no son muchos los trabajadores por cuenta propia autorizados a ejercer más de una actividad, y no cabe esperar que con las nuevas medidas vaya a aumentar la cifra.

La única diferencia es que el saldo mínimo deberá ser mayor, por cuanto los ingresos obtenidos por distintas actividades también serán superiores. Además, se presentan igualmente situaciones de agravio, por cuanto se autoriza la unificación en una cuenta en determinadas actividades, mientras que en otras, y bajo la total discrecionalidad de las autoridades, no es el caso. Todo ello crea un entorno de inseguridad jurídica que no es el más conveniente para la actividad privada. La relación entre cuenta bancaria fiscal y actividad autorizada en el plazo de 30 días después de la inscripción en la oficina de la ONAT del municipio en que opera el trabajador por cuenta propia, es un trámite más de control, que no beneficia tampoco el dinamismo que necesita la actividad económica privada para florecer.

Existe expectación por ver cómo se desempeñan los trabajadores obligados a aperturar la cuenta bancaria fiscal con los cheques o la tarjeta magnética, y dejar progresivamente las operaciones en efectivo o moneda metálica que han sido mayoritarias en el sector privado de la isla. Se duda que los bancos que van a participar en esta operación tengan la capacidad suficiente en recursos tecnológicos y humanos para ofrecer un servicio adecuado a los clientes, dados los bajos índices de penetración de la banca online y de los cajeros automáticos (520 cajeros en una ciudad de 2 millones de habitantes es una cifra ridícula) y del pago con tarjeta en establecimientos comerciales. En todo caso, las comisiones que se pagarán a las entidades bancarias por estos servicios pueden acabar siendo un “impuesto” más a los trabajadores por cuenta propia, toda vez que los ingresos recaudados pasan a las arcas del régimen.

En cuanto al servicio en la ONAT, me reservo la opinión.

No me parece mal la idea que se bancaricen las operaciones económicas en Cuba. No tiene sentido que la práctica bancaria en el país no permita la consolidación de un sistema financiero, similar al de otros países. El atraso tecnológico, humanos y de organización, y los temores de la sociedad a las prácticas confiscatorias, han supuesto un freno al desarrollo de la banca en Cuba, pero como en otras muchas cosas, la cuenta bancaria fiscal no es el instrumento, sobre todo, si se exige solo a los trabajadores por cuenta propia. Habría que preguntar al resto de las empresas estatales que dan empleo a más del 80% de los cubanos que hagan lo mismo. ¿Serán capaces? Lo dudo.

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