Mi apuesta para el mercado Cuatro Caminos: un Convent Garden habanero

Elías Amor Bravo, economista

Tras décadas de abandono y desidia comunista, el mercado de los Cuatro Caminos de La Habana parece recuperar su imagen con motivo del 500 aniversario de la capital. Otra cosa es la funcionalidad que le quieren dar. Celebro que las autoridades castristas se hayan empleado a fondo en recuperar el mercado que representa tanto para muchos cubanos que antes de 1959 conocieron su dinamismo y capacidad comercial.

Sin embargo, aunque no es mi objetivo polemizar, me cuesta pensar que esta rehabilitación, por muy cuidada y esmerada, pueda aportar una mejor vista y funcionalidad que la original del mercado en sus orígenes, a comienzos de siglo XX. Lo dudo. Además, el paréntesis provocado por años de destrozo, desidia comunista y abandono, será difícil de cerrar, y todavía más, recuperar la vida social que este mercado tuvo dentro de sus paredes, fatalmente interrumpida por la aplicación de los principios revolucionarios. En cualquier caso, bienvenido sea el mercado si realmente va a tener una utilidad para los cubanos.

Y a eso voy. El artículo de Granma señala que, salvo cambios de última hora que siempre pueden ocurrir, la funcionalidad del mercado ya está decidida por las autoridades. La planta baja prestará servicios comerciales y gastronómicos, incluyendo talleres de garantía de postventa para la reparación de equipos electrodomésticos. La venta de productos agropecuarios y cárnicos, que parece ser el objetivo principal, será atendida por la Empresa de Mercados de La Habana. Los servicios sanitarios para el público se ubicarán en la planta alta, cerca de las escaleras de acceso, y en el segundo nivel se venderán productos para el hogar y habrá una cafetería.

La historia de mercados como el de Cuatro Caminos es bien conocida en todas las grandes capitales del mundo. De sus etapas de esplendor pasaron a otras más oscuras, como consecuencia de su ubicación en los centros urbanos afectados por los procesos intensos de despoblación, o por la competencia de las grandes superficies e hipermercados, que disponen de procesos de venta y gestión mucho más eficientes. La historia de muchos de estos mercados los ha llevado a la necesidad de reorientar su oferta y realizar importantes ajustes. No obstante, subsisten algunos que mantienen su potencial comercial, como el Mercado Central de Valencia que es una joya modernista llena de clientes y puestos esmerados de venta al público que ha ganado en impulso comercial. Pero la realidad es que mercados como el de Cuatro Caminos no se dirigen a ofertar la venta de productos cárnicos, y mucho menos por una empresa estatal denominada Empresa de Mercados de La Habana, que ya es conocido como lo hace. Si me lo permiten, esto es una aberración económica.

Como lo es el plan y la finalidad que se pretende dar al mercado de Cuatro Caminos. Ojalá alguien reflexione y ponga fin a lo que parece una acción majadera destinada a que vuelva a sumirse, en no mucho tiempo, en un sueño del que no va a despertar. Parece que la imaginación comunista no da para mucho más.

Sin embargo, yo creo que Cuatro Caminos, que murió por culpa de la revolución y ahora se quiere rehabilitar coincidiendo con el 500 aniversario de La Habana, podría tener un futuro mucho mejor si se posiciona de forma similar al conocido Convent Garden de Londres, o el Mercado de San Miguel de Madrid, por citar ejemplos. Se trata de entidades que apuestan por el turismo, por la restauración de nivel, las tiendas y boutiques altamente especializadas, las artesanías y en general, los servicios. Incluso actuaciones musicales, en los bares y terrazas abiertos al público para disfrute de la belleza del entorno. Cuatro Caminos podría ser el Convent Garden habanero, y esa sí que sería una opción estratégica para una infraestructura de estas características. Le daría una orientación al futuro, después de haber desaparecido durante muchos años de la realidad, y aportar un valioso añadido a la oferta turística habanera, tan necesitada de apoyo, si realmente se quiere potenciar el turismo.

Se que algunos me dirán que eso no es posible, e incluso los habrán que añoren aquel mercado del que escuché tantas historias a mis antepasados, como un punto de encuentro habanero en el que las familias podían verse al coincidir las principales líneas de autobuses o la proximidad de la estación de tren. Eran otros tiempos. No me cabe la menor duda que mucho mejores que los actuales. Pero hay que pensar en el futuro y hacerlo con objetividad y entendiendo las claves del entorno económico y social.

Una institución que vuelve a la vida, y que parece que se está recuperando con esmero, debe tener un futuro más adecuado a lo que está ocurriendo en el mundo y no emperrarse en proyectos cuarteleros y de corta visión, como el que le atribuyen las autoridades vendiendo frutas y verduras al granel y carne desguazada, sin envolver. Sería bueno que el Historiador de La Habana hiciera algún viaje a Londres o Madrid, e incluso París o Roma, para comprobar el destino de los antiguos mercados centrales y aportar su granito de arena de influencia, si es que la tiene. Otro tanto debería hacer algún directivo de ese grupo estatal que se atribuye la propiedad del mercado, el Grupo Empresarial Cimex, cuya dependencia es bien conocida. Que se den una vuelta por el mundo y que reflexionen. Si en Cuba no se hubiera producido el efecto desastroso de la llamada revolución sobre la economía y el mercado de Cuatro Caminos hubiera seguido funcionando con absoluta normalidad en los últimos 60 años, no me cabe la menor duda que en la actualidad sería un magnífico Convent Garden habanero. Aún hay tiempo para repensar el destino. Ojalá lo hagan.

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