Congreso de pedagogía en La Habana: entre Jabonero, Frei Betto y el foro EmpreEduc
Elías Amor Bravo, economista
Se está celebrando estos días en
Cuba un congreso de pedagogía, al que Granma, cómo no, dedica
especial atención. Varias informaciones han visto la luz en el
diario oficial del régimen comunista. Todas ellas de naturaleza
propagandística, como suele ser habitual. Incluso, una de ellas,
tiene como fuente la presentación del secretario general de la OEI,
el español Mariano Jabonero, en la que alabó el sistema educativo
cubano con la proporción de los presupuestos en educación sobre el
PIB.
De acuerdo con sus datos, el régimen
castrista está a la vanguardia mundial con su 10% si se compara con
el promedio en las naciones ricas del 3,6 %; el mundial del 4,6 %; y
el de América Latina, un 5,1 %. A partir de ahí, Jabonero concluyó
que Cuba tiene todas las condiciones para seguir progresando en su
sistema educativo. Un análisis tan simplista por parte de alguien
que está al frente de una organización dedicada en parte a estas
cuestiones, admite dos opciones. O bien que quería congraciarse con
el anfitrión castrista, o bien que se cree lo que dice. Hasta cierto
punto, se podría justificar lo primero, pero lo segundo resulta
inadmisible.
Jabonero sabe que el simple
contraste entre ratios de cantidades destinadas a gasto o inversión
en educación sobre el PIB dice muy poco de los resultados del
proceso, que es lo realmente importante. Las cuestiones a plantear,
entre otras, son: ¿es la gente que se educa realmente libre? ¿libre
de pensar, expresar, y exponer todo aquello que piensa con autonomía
y solvencia? ¿lo aprendido sirve para mejorar sus condiciones de
vida personales y de su familia? ¿existe algún tipo de relación
entre conocimientos, competencias y cualificaciones, y sueldos y
salarios profesionales?
Pienso que el secretario general de
la OEI ni siquiera se planteó dar respuesta a alguna de estas
preguntas. La mayor parte de los asistentes al congreso, lo mismo.
Yo, que puedo presumir de ser hijo
de una pedagoga cubana, primero maestra normal y después doctora en
pedagogía en la Universidad de La Habana en 1950, casi diez años
antes del triunfo de la llamada “revolución”, puedo afirmar que
la historia de la pedagogía de Cuba debe muy poco a la propaganda
comunista y sus alardes de despilfarro sin tener en cuenta los
resultados. Mucho antes de 1959, el sistema educativo en Cuba daba
respuesta a todas las preguntas anteriores, y proponía retos para un
futuro, formando a profesionales competentes en todas las ramas del
saber que en cuanto arribó la revolución comunista, pudieron
abandonar el país y pese a haber perdido todas sus propiedades,
pudieron trabajar y desarrollar sus vidas gracias a los conocimientos
adquiridos, por supuesto, antes de 1959. Jabonero debería haber
estudiado un poco de la historia de Cuba.
Se me ocurre, por ejemplo, si las
autoridades castristas del ministerio de educación quieren defender
lo que llaman educación de calidad tal vez deberían solicitar la
participación de Cuba en las pruebas internacionales de PISA,
elaboradas por la OCDE, que ponen de manifiesto precisamente los
resultados del aprendizaje, más que los medios que se utilizan en
cada país.
Por ejemplo, el I Foro Empresarial
(EmpreEduc), organizado junto al congreso internacional pedagogía de
La Habana, quiere ver la educación en Cuba, más como una inversión
que como un gasto. Me parece excelente. Sin una educación orientada
por las demandas del tejido productivo, sin aportar cualificación a
los trabajadores, un país no puede tener futuro. Las empresas
necesitan personas con competencias adecuadas a los empleos que
ofertan. Por ello, el sector educativo tiene que modernizar sus
estructuras y apostar, por ejemplo, por la formación profesional, el
aprendizaje de idiomas, el acceso a las nuevas tecnologías, la
formación online, la utilización de los videojuegos en los procesos
de aprendizaje, las prácticas en las empresas. Aspectos a los que
hay que destinar recursos para después realizar la correspondiente
evaluación de resultados.
No deja de ser curioso que en Cuba
se estén planteando estas cuestiones en este I Foro, cuando son
numerosos los cubanos que fuera del país han implementado empresas y
proyectos personales que desarrollan estas tecnologías y procesos
con éxito y rentabilidad.
Modernizar la educación en Cuba es
importante. Pero realmente si lo quieren conseguir precisamente hay
que alejarse de los ejemplos de Fidel y el Che, y no hacer caso al
ínclito Frei Betto, que continúa apalancado en la época de
mediados del siglo XX.
Frei Betto se equivoca, porque el
mundo ya no es lo que él imagina y defiende. La disyuntiva no es la
que distingue entre “educar para personas felices, sin
desigualdades sociales, o para mano de obra para el capitalismo”.
Esa distinción no existe. Véase, si no, lo ocurrido en Corea del
Sur en el curso de unas pocas generaciones, o las transformaciones
que están teniendo lugar en India, con el crecimiento imparable de
las clases medias.
Lo que ocurre es que, de pronto, nos
hemos encontrado con un proceso, la cuarta revolución industrial,
para el cual gente como Frei Betto no tiene respuestas, porque siguen
pensando en la educación como instrumento liberador de los pueblos,
y cosas parecidas. Y posiblemente, tuviera algo de razón allá por
los años 50 o 60 del siglo pasado, pero ahora, 60 años más tarde,
y con una revolución comunista en Cuba exhausta, sin proyecto para el futuro, sin fuerzas
para comprender el impacto disruptivo de las nuevas tecnologías de
la globalización, las enseñanzas del Che y de Fidel no sirven para
nada.
Enredado con sus eternas ideas de "falta de valores, la
ética", y obsesionado con el "neoliberalismo", al que ve en todas partes, hasta en las escuelas, Betto no puede entender
que la gente desee libremente prosperar y mejorar sus condiciones de vida, y que
la educación, la formación y la cualificación son la pasarela para
la empleabilidad. Negar estas cuestiones es darse de bruces contra
una realidad en la que solo puede encontrar aplausos en algunos
castristas recalcitrantes, porque incluso dentro del régimen de La Habana son
conscientes de que educación debe ir acompañado de mejores
condiciones de vida.
Visiones amparadas en las desigualdades
salariales denunciadas por alguna ONG, o en una supuesta pirámide de
“muy pocos y muy ricos en la cima y una base plagada de pobreza”,
o de falta de inversión de los gobiernos en educación, tropiezan
con un mundo cada vez más conectado, global y sometido a profundos
cambios tecnológicos que nos va a acompañar en las próximas
décadas. Para ese mundo se tiene que adaptar Cuba, igual que otros
países, y con gente como Betto, en vez de hacer los deberes, utilizando el concepto pedagógico, se
meterán en una nueva vía muerta de la que no van a poder salir.
Luego culparán al bloqueo.
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