A propósito de la “soberanía alimentaria” de Díaz-Canel
Elías Amor Bravo, economista
Granma se hace
eco de unas declaraciones de Díaz Canel durante la presentación del
"balance anual del ministerio de la agricultura", en las que planteó
“la necesidad de continuar trabajando para alcanzar la soberanía
alimentaria que permita una mayor seguridad nacional”.
De acuerdo, lo
reconozco: es un problema fundamental que no espera más. Póngase a
trabajar. Pero, hágalo bien. En este post quiero indicar que ninguna de las propuestas de Díaz-Canel
recogidas en la nota de Granma va a resolver el problema. ¿Por qué digo esto?
Porque ninguna va a la raíz del problema de la
insuficiencia de la agricultura cubana para dar de comer a toda la
población. Vean si no.
Primero,
Díaz-Canel “abogó por una mayor sensibilidad de los cuadros ante
los problemas”. No, si sensibilidad tienen. Me consta que les sobra. A nadie le gusta ver
cómo se pudre en el campo la cosecha porque un burócrata de turno
de Acopio no da una orden de recogida. En el ministerio, se
desentienden. ¿Para qué? Se preguntan, si luego volverán las colas
o los precios altos, si el enriquecimiento está prohibido, lo mismo que generar recursos y empleo. Para qué molestarse. La agricultura cubana lleva 60 años funcionando
sin estabilidad.
Segundo, se
refirió también a la "investigación científica vinculada, por
ejemplo, a la obtención de semillas de calidad” y puso de ejemplo
el arroz y sus variedades cubanas. La verdad, no se de qué arroz
habla el dirigente comunista. Según datos oficiales de ONEI desde 2012 a 2017
la producción de arroz en Cuba se ha reducido en un 37%, nada más y
nada menos que 236.867 toneladas. A lo mejor el tiene otros datos. La
mejora no se ve.
Tercero, hizo
referencia a “las potencialidades de la agricultura de precisión,
que permite ahorrar fertilizantes y plaguicidas, o la agroecología,
que es más sana y responde al concepto de desarrollo sostenible; y
del extensionismo agrícola, innovación cubana por definición”.
Sin duda muy interesante: esa "agricultura de precisión" me recuerda a
cuando Fidel Castro, durante el período especial, y ante la falta
generalizada de piensos para alimentar a los pollos, entregó a todas
las familias cubanas aquellos célebres pollitos, para que los
cuidaran en casa, cuyo destino es desconocido. Díaz-Canel sigue la
línea del comandante: majaderías comunistas.
En cuarto lugar,
comentó, “la necesidad de trabajar más las tecnologías
para la conservación de las producciones, sobre todo en los picos de
cosechas”. Un sector, el frío industrial, que Cuba, por sus
características climáticas, debería priorizar en la cartera de
proyectos de la inversión extranjera, pero que brilla por su
ausencia de forma inexplicable, así como la notable mortalidad de
empresas que se han intentado establecer en este sector fundamental
para la economía.
Y no se pierdan
lo mejor. En un momento de su alocución, Díaz-Canel señaló la
"obligación" que tienen las entidades agropecuarias de “establecer
encadenamientos productivos con la inversión extranjera, las
exportaciones, la sustitución de importaciones y todos los actores
de la economía cubana”. Ni más ni menos, como si este resultado
estratégico empresarial fuera el resultado de un mandato presidencial. Cierto es
que prohibirlo sería una aberración, pero si la economía cubana busca
esos encadenamientos, hará falta mucho más que un discurso de
Díaz-Canel para lograrlo.
Luego hizo
referencia a la importancia de “defender la producción nacional de
renglones imprescindibles como pollo, pienso animal, maíz, carne de
cerdo y de res”, pero vuelvo de nuevo a insistir que las estadísticas oficiales de ONEI son
contundentes y no le dan la razón, ni tampoco motivo alguno para celebrar nada.
Díaz-Canel pasó
revista igualmente al estado de Acopio, que según él, se encuentra
en una fase de “perfeccionamiento del sistema” y “del papel que
esta entidad tiene que desempeñar en la recogida de la mayor
cantidad de producciones posibles, para que sea el Estado quien las
comercialice y puedan controlarse los precios”, en un claro alegato
en contra de la participación privada en la actividad logística de
la economía cubana, según él, “para evitar intermediarios y la
especulación”. Lo mismo de siempre.
Mención especial
hizo al eterno “programa de autoabastecimiento local que debe
incentivar la diversificación de la producción agropecuaria”, esa
iniciativa marginal e improductiva, de cultivar en los pequeños
jardines o las terrazas de los edificios para conseguir qué comer.
También se refirió al perfeccionamiento del sistema de créditos
para los productores, sin indicar cómo es posible que se articule un
mercado de estas características cuando lo prohíbe la constitución
misma; y hasta apuntó alguna cosa sobre “las inversiones de la
agricultura vinculadas, sobre todo, a los sistemas de riego, porque
es una de las cuestiones que más impide avanzar”.
Granma alude a
que hubo debate. No se si debo calificarlo así. Ustedes juzguen. Machado Ventura dijo, subrayando lo ya expuesto por
Díaz-Canel, que “los productores tienen que cambiar la mentalidad
con relación a la siembra destinada al alimento animal” con
relación al elevado coste de los piensos que importa la economía.
Por su parte, Valdés Mesa habló del “pago a los productores por
sus cosechas, así como a la atención constante que estos deben
recibir de los cuadros del sistema de la Agricultura”. Finalmente,
Rodríguez Rollero, titular de agricultura, incidió “en el
programa de autoabastecimiento local”, para referirse al
“movimiento de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, que
tiene establecida “la entrega mensual de 30 libras de granos,
frutas y hortalizas per cápita. Para lograr esa meta, se necesitan
154.000 toneladas mensuales y en los últimos meses hemos llegado a
95.000”. Es decir, otro indicador por debajo de lo planificado.
Qué manera de jugar con los números. Como siempre.
Pasen ustedes
revista punto por punto a lo dicho en esta reunión, y llegarán a la misma
conclusión que yo. Otra pérdida de tiempo de burócratas aburridos. Además, sin evaluar el
efecto negativo de las reformas en curso sobre la agricultura, como
el arrendamiento de tierras que no consigue el despegue de la
producción; y mucho menos, cuestionar el marco jurídico de derechos
de propiedad privada, para fomentar el incremento de la superficie de
tierras hasta alcanzar las economías de escala por parte de
emprendedores agropecuarios. ¡Qué va! Eso no es revolucionario. Si
no, vean lo que piensa Díaz-Canel de la logística privada en la distribución agroalimentaria:
es cosa de intermediarios y especuladores. No veo mucho futuro para la
agricultura cubana: las colas seguirán, los altos precios volverán en cualquier momento, y la cesta de alimentación seguirá siendo precaria. Un desastre.
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