Las claves internas de la operación de BioFarma Innovations
Elías Amor Bravo, economista
La
gran noticia de hoy, que nos ha sorprendido a todos. El Grupo
Empresarial BioCubaFarma y la compañía del Reino Unido sg
Innovations Limited han anunciado la creación de una nueva empresa,
BioFarma Innovations, destinada “a acelerar el desarrollo y la
accesibilidad en Europa y la Mancomunidad Británica de medicamentos
innovadores y líderes a nivel mundial”. La nota de Granma es
repetitiva y no aporta mucha más información.
No
obstante, se pueden obtener varias conclusiones al menos en un primer
momento.
Primero,
que un acuerdo como este no se hace de la noche a la mañana. Es de
suponer que las dos partes lleven trabajando largo tiempo en ello, y
por el secreto con que se venían realizando las negociaciones, es
evidente que han tenido éxito. Este acuerdo se inscribe en lo
establecido en la Ley de inversiones extranjeras, y en cierto modo se
parece, y mucho, a los contratos de gestión hotelera con las
empresas españolas o la explotación minera con Holanda y Canadá.
Nada nuevo bajo el sol.
Segundo,
que el acuerdo se haga justo ahora y no se espere más tiene sentido.
Tal vez por ello, cobra mucha más importancia el momento elegido, El
mensaje es claro: Cuba no está perdida y vale la pena apostar por
ella. En plena crisis, con el agua al cuello, y a punto de entrar en
default, el régimen se salva por la campana, anunciando este acuerdo
por el que, seguramente, va a ingresar un volumen de dinero
importante a las arcas vacías del estado, a pesar de que nada de
ello se informa en Granma. Tengo la sensación, no obstante, que el
precio habrá sido claramente inferior al que se podría obtener de
una operación de estas características.
Tercero,
el impacto de este acuerdo depende de la elección de socio, SG
Innovations, como dice Granma, es una empresa británica creada por
Lord David Triesman y Martin Bellamy. Los
dos vinculados además con
el
Grupo Salamanca, el
primero como director, y el segundo como CEO. Este
Grupo
aparerece
en internet como inversor especializado a nivel internacional. Se
define como un “banco privado, experto en asesoramiento de
inversores globales, en la propiedad del Reino Unido y los servicios
de clientes privados”.
Y
además, señala que “construimos relaciones de alto valor y a
largo plazo con individuos, corporaciones, instituciones y gobiernos,
ofreciendo asesoramiento estratégico y un know how especializado en
las cuatro divisiones de la compañía: inversión, asesoramiento
corporativo, derechos de propiedad y servicios a clientes privados”.
Ni una sola palabra de especialización
en medicamentos,
sanidad pública o farmacia.
De
SG Innovations es más difícil encontrar algo en internet. Aparece
como una compañía con sede en Londres, en el 4th Floor Burlington
Gardens, London, England, W1S 3EP, que tiene cuatro directivos (dos
de ellos han dimitido recientemente), uno de los que permanecen es
casualmente Lord Triesman. Su actividad, tal como aparece en el
registro con el “código 46460 es la venta al por mayor de
productos farmacéuticos”.Y poco más. Que
tengan suerte.
Navegando
en internet se descubre que Lord David Triesman, que ha sido el
artífice de la operación, es un antiguo diputado laboralista que
llegó a formar parte del partido comunista británico durante seis
años, al cabo de los cuáles regreso a la organización del Labour
Party; incluso ejerció un tiempo de líder sindical, para acabar de
forma más sensata al frente de los bancos privados que dirige. Estos
datos son públicos y conocidos, y ayudan a entender la aproximación
del personaje al régimen comunista cubano, en momentos especialmente
difíciles para La Habana. Granma reconoce que Lord Triesman ha
mantenido durante 40 años unas relaciones con el castrismo que van
más allá de los negocios, para entroncar en el campo afectivo e
ideológico.
De
modo que en silencio, sin cobertura informativa, y por medio de
acuerdos oscuros, BioCuba Farma, el Grupo de las industrias
farmacéuticas y biotecnológicas de Cuba, dedicado a la
investigación, desarrollo y fabricación de medicamentos, medios
diagnósticos y equipos médicos, destinados a mejorar la salud de
las personas, la “niña bonita del régimen comunista” de Cuba,
se nos ha casado por sorpresa con un “pool” de inversores, de
esos que día si, día no, Granma califica de “neoliberales y seres
sin alma”. Pero es que la vida es así, y cuando las cosas vienen
mal dadas, no queda más remedio que mirar para otro lado.
Dice
Granma que la nueva empresa resultante, de nombre BioFarma
Innovations, “ampliará sus redes de distribución e incrementará
la accesibilidad de sus productos para una mayor cantidad de personas
en todo el planeta, incluida la lucha contra la covid-19”, y añade
que “ se pretende facilitar el acceso a un portafolio de productos
biofarmacéuticos, protegidos por patentes (unas 2,400) de
BioCubaFarma, la totalidad de las industrias farmacéuticas y
biotecnológicas establecidas en Cuba”¿De verdad se lo creen?
¿A
quién se va a facilitar dicho acceso? Al parecer al mercado
británico, su mancomunidad internacional y Europa. Esto último lo
tendrán que rectificar, porque es posible que esta nota haya sido
escrita antes del Brexit, y no está Europa para este tipo de
monsergas de buena mañana. Y luego, no conviene olvidar que el socio
más cualificado de Boris Johnson es Donald Trump, y por muchos
intereses que existan en la operación, entre amigos rara vez se
cometen faltas. Y mucho menos en el mundo de los negocios. Aviso a
navegantes.
De
lo que no cabe duda es que este acuerdo lanza a la “niña bonita de
Cuba” al mercado mundial, quizás no en las mejores condiciones,
pero a partir de ahora, la proyección de BioCuba Farma salta las
fronteras de la Isla, y con este socio inversor debe promover el
objetivo de incrementar la demanda a su cartera de productos, lo que
se denomina, incremento de exportaciones, más divisas. ¿Dónde está
el bloqueo?
Bueno
ya se verá. De momento, la entidad creada por medio de este acuerdo,
BioFarma Innovations anuncia que tendrá su sede en el Reino Unido,
y Lord David Triesman, será el presidente de la nueva empresa a sus
77 años, posiblemente la última aventura de su vida. Allí se
generarán los beneficios y las cuentas del negocio. Y se pagarán
los impuestos. Ya veremos qué llega a Cuba.
En
Granma se han esforzado por presentar un dato del curriculum de Lord
Triesman, su trabajo con el Servicio Nacional de Salud, como ministro
responsable de calidad de la educación superior, innovación y
patentes, lo que tiene poco que ver creo yo; o vicepresidente de la
Autoridad de Salud del Área de Kensington, Chelsea y Westminster, lo
que equivale al Cerro de La Habana, más o menos. Sim embargo, oculta
Granma que en la realidad Lord Triesman es un global corporate
investor, y que este es su campo de actuación más relevante. No se
por qué en Granma no mencionan este dato, ya que realmente es el que
da más garantías al negocio. En fin, ellos sabrán el por qué.
Surgen
dudas ¿Este acuerdo será beneficioso para BioCubaFarma en el
sentido de generar divisas, proyectar su imagen internacional y poner
en valor lo que hace, por cierto bastante aceptable? Es pronto para
responder. El cuento de la lechera no debe inspirar el mundo de los
negocios, porque acaba mal.
El
potencial de BioCubaFarma con sus 2.400 patentes, 32 empresas con más
de 20.000 trabajadores, de ellos 1.500 doctores o masters en
Ciencias, tiene un valor de mercado, y sería bueno conocer el monto
de la operación con SG Investments y Lord Triesman. Básicamente
porque BioCubaFarma es una empresa estatal, que pertenece, según la
constitución cubana, al pueblo de Cuba, que como mínimo debería
saber el importe del negocio. Nos quedamos a la espera de la
información. La transparencia en estos casos es fundamental.
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