Díaz Canel vuelve a hacer el ridículo en otra cumbre iberoamericana

Elías Amor Bravo economista

Tradicionalmente los discursos de Díaz Canel en las cumbres iberoamericanas sonrojan a propios y ajenos. Esta vez, si cabe más, teniendo en cuenta que el pagafantas de estas reuniones de mandatarios es el gobierno de España, ocupado actualmente por una facción de ultraizquierda que comparte muchas ideas con el comunismo cubano. Pero, Díaz Canel ha recibido un “regalo” impagable para las portadas de sus periódicos este domingo 26 de marzo de elecciones, y no se ha quedado corto.

Vamos a algunas “perlas” del discurso.

La primera es que bien podría aplicarse ese objetivo que quiere Díaz Canel de “un mundo más justo, solidario y sostenible” en Cuba, donde esos principios ni están ni se esperan (dualidad monetaria, tiendas en MLC, inflación descontrolada, miles que huyen del país, ruina económica, sálvese quien pueda). Brillan por su ausencia desde que Díaz Canel tomó las riendas, e incluso de mucho antes. 

La segunda, que haría bien en copiar a República Dominicana y dejarse de tanto elogio vacío de contenido. El modelo económico del vecino funciona en todos los aspectos, y en turismo multiplica por tres las cifras de Cuba. Algo habrá que hacer. Por suerte, los dominicanos tienen poco interés en colaborar con el régimen comunista cubano. La referencia a Gómez viene a destiempo, más aun enalteciendo al ejército colonial ante el rey de España que es el país que más cubanos españoles tiene en su población total tras la famosa ley del abuelo. Hay momentos y momentos para referir la historia, sin ser un maleducado. Pero, la culpa no es del dirigente comunista cubano, sino de quien lo invita a estas cumbres para que diga esas cosas.

En fin, que Díaz Canel se inventó una historia cubano dominicana de consumo propio que no tiene recorrido ni nada parecido para atrapar interés para su discurso. Y ahí quedó todo. Los dominicanos del siglo XXI no quieren tener relación alguna con la dictadura más longeva  de la guerra fría. Hacen bien.

La tercera, es desenfocar, ex profeso, los objetivos de las cumbres iberoamericanas, que para los comunistas cubanos tienen unos fines que rara vez coinciden con los planteados por la diplomacia española que es la que organiza y paga estos foros. De modo que Díaz Canel se puso a hablar de lograr una región más justa, solidaria y sostenible, culpando al orden internacional injusto de que ello no se pueda alcanzar.

De ese modo, Díaz Canel dijo que estas cumbres sirven para cambiar la arquitectura financiera internacional, que el califica de injusta, pero se equivoca. Las cumbres no son para eso. La obsesión del dirigente comunista con la deuda externa, para buscar apoyos de otros endeudados, es una lucha perdida que tendrá su justo castigo en el tribunal de Londres más pronto que tarde, y ahí se dirimirán las verdaderas responsabilidades.

Luego se puso trascedente y habló de los gases de efecto invernadero e identificó en estos últimos años una crisis multidimensional en la esfera sanitaria, climática, energética, alimentaria, económica y financiera, que nos afectan a todos, en particular a los países en desarrollo. Alguien pensó que iba a ponerse en plan “vendedor” de médicos cubanos, pero no. El objetivo era aumentar la ayuda al desarrollo a costa del dinero en armamentos. Más de lo mismo de siempre.

Defendió la Agenda 2030 para satisfacción de sus amigos de Naciones Unidas, con acciones concretas en materia de acceso a mercados, financiamiento en condiciones justas y preferenciales, creación de capacidades y transferencia de tecnologías. De tanto repetirse alguien concluyó que el hilo del discurso no iba en la misma dirección que en cumbres anteriores.

En efecto, dijo que Cuba ha asumido con total compromiso la Presidencia del Grupo de los 77 + China, situando al gigante asiático al servicio del desarrollo, lo que en su opinión debe orientar a la cumbre iberoamericana. ¿Más papel para China? Sin duda, blanco y en botella. Díaz Canel abogó descaradamente por meter a China en América Latina, y no solo con el mareo de la ruta de la Seda, sino con acciones concretas de relación con la cumbre. Habrá que ver que plantea con la designación de Cuba como sede de la XXIV Conferencia de Directores Iberoamericanos del Agua.

La cuarta llegó con el bloque de ataques contra Estados Unidos que se hizo esperar. Los mismos alardes de siempre, que no provocaron protestas de los asistentes. Todo el mundo escuchó aburridos el dislate de ataques, ofensas e improperios que tienen poco que ver con los principios diplomáticos de buena fe que reúnen a estas cumbres. Tal parecía que Cuba estaba siendo acosada, embargada y bloqueada por su vecino del norte y no perdió ocasión para referir al partido de pelota de Miami.

Todo ello para denunciar la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, emitida por el Departamento de Estado. Aquí fue donde se pudo contemplar a un Díaz Canel en su salsa, tratando de imitar aquellos discursos olvidados de Fidel Castro, en los que se acumulaban epítetos y descalificaciones que, lejos de buscar el entendimiento con Estados Unidos, buscaban tensar y tensar más la cuerda, para obtener réditos políticos.

Defendió a la CELAC chavista de Venezuela, Nicaragua, o Bolivia, frente a los intentos de Estados Unidos de recolonizar e imponernos una cultura y modelos únicos a la región, olvidándose de la cumbre iberoamericana a la que estaba dirigiendo ese pesado discurso que nada tiene que ver con el resto de países.

Y finalmente, al igual que en ocasiones anteriores, la demagogia castrista apareció con el reclamo de Argentina de soberanía sobre las islas Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur y los espacios marítimos circundantes, así como el compromiso histórico con la libre determinación y la independencia del pueblo de Puerto Rico, a lo que unió el proceso de paz en Colombia, y la solidaridad con Haití.

Lo más importante es que los cubanos que lean hoy Granma, muchos menos de los que imaginamos, tendrán cosas que decir del discurso de Díaz Canel en República Dominicana. Y nada bueno. Quedarse en casa no ir a votar en este ejercicio autoritario y nada democrático, es el comportamiento correcto para trasladar un mensaje al que va diciendo en foros internacionales, mensajes que avergüenzan a los cubanos de bien.


Comentarios

  1. El gobernador de PR que asistía como observador, ni corto ni perezoso le respondió adecuadamente.

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