Desmontando la economía comunista cubana: un sencillo ejemplo
Se suele afirmar que el régimen castrista es un ejemplo de ineficacia en la gestión y que el modelo económico, basado en el intervencionismo totalitario y la ausencia de derechos de propiedad y de mercados libres, es una amenaza para la mejora de las condiciones de vida de la población. En suma, el propio régimen castrista crea su “bloqueo” o “embargo” a partir de las instituciones que posee para dirigir la sociedad.
Querer financiar todas las actividades con cargo a los presupuestos públicos, sobre todo cuando la base económica es muy débil, no solo raya en la temeridad, sino que es un ejemplo de irresponsabilidad en la gestión que es preciso corregir. La economía cubana puede y debe producir bienes y servicios por el mercado, con instituciones privadas de tipo empresarial, similares a las que existen en otros países de Europa o América Latina, y esta apuesta es absolutamente necesaria para superar las trabas y obstáculos que limitan las posibilidades de crecimiento, de bienestar y de libertad económica y política de los cubanos.
La cuestión es, ¿por dónde empezar?
Un buen ejemplo de gasto superfluo, y que es preciso empezar a reducir, son las denominadas “organizaciones de masas” con las que se estabula a una sociedad que carece de absoluta movilidad. Los analistas sostienen que una parte de la eficacia del régimen para mantener controlada a la población no reside tanto en la represión desmesurada de los organismos de vigilancia, CDRS, y policía, Minint y sus batallones de respuesta rápida, por ejemplo, sino también en el papel que desempeñan estas organizaciones dedicadas a movilizar, escudriñar y cercenar las opciones de libertad de los cubanos, desde su edad infantil. Y dado que en estos días se celebra en la Isla el aniversario de una de las más importantes, la Federación de Mujeres Cubanas, tal vez resulte de interés observar algunos aspectos relacionados con esta organización.
Un artículo en Granma nos proporciona información sobre un programa de la Federación denominado “Casas de Orientación a la mujer y la familia”. Fundadas como parte de una red nacional en 1990, durante el período especial, cuando los recursos económicos del régimen empezaron a menguar por la pérdida del apoyo financiero de la ex URSS y la caída del muro de Berlín en Europa, estas Casas ofrecen, y cito textualmente a Granma a las mujeres “asesoría e información sobre sus derechos y cómo demandarlos; educación acerca del rol en el hogar y la salud; y opciones para su desarrollo profesional y posterior inserción en la vida social y laboral”.
Ni que decir tiene que estas Casas cuentan con equipos de profesionales altamente especializados y multidisciplinarios en los ámbitos de la psicología, la pedagogía, la medicina, el derecho y la sociología, entre otros conocimientos. No tengo la menor duda que se trata de un servicio de alto valor añadido, especialmente diseñado para las mujeres y proporcionado en numerosos establecimientos regados por toda la geografía. Para el ejemplo de Santiago de Cuba, al menos en cada municipio se ha creado una de estas Casas de Orientación.
La pregunta es, entonces, ¿puede un régimen que no tiene garantizado el suministro de alimentos básicos a la población por su incompetencia para trasladar los productos del campo a las ciudades, desarrollar infraestructuras de este tipo? Aunque el artículo no ofrece datos, ¿qué demanda tienen estas Casas de Orientación al día, o a la semana, o al mes, que justifiquen su coste, porque desde luego, servicios de estas características, suelen ser muy costosos? Alguien al final tiene que pagar las aventuras de los intervencionistas. Y de nuevo, se vuelve al problema del “embargo” o del “bloqueo” como se le quiera denominar, ya que el Estado no puede asumir la carga de la financiación de este tipo de “aventuras”, si no es ejerciendo un peso aplastante sobre toda la economía e impidiendo el despliegue efectivo de la iniciativa privada.
Entonces viene la gran apuesta: si los recursos que se destinan a estas “Casas” se liberasen para otras actividades más productivas y eficientes, ¿qué podría suceder? La respuesta que debemos ofrecer a todos los cubanos es que seguramente todo podría funcionar mejor.
Primero, las profesionales que trabajan en estos Centros no tendrían dificultades para establecerse por cuenta propia y dirigir sus propios negocios, con consultas dirigidas al público, en condiciones similares a las que existen en otros países de Europa o América Latina. Podrían, para empezar, cobrar el precio real de sus servicios y ofrecerlos en condiciones de calidad similares. También podrían ubicar sus despachos libremente en aquellos sitios más adecuados, y desde luego, podrían asociarse y emplear las técnicas más convenientes para una adecuada prestación de los servicios, a la vez que en ausencia de limitaciones a la prestación, ofrecer su experiencia, que seguramente es de alto valor añadido, a mujeres de cualquier otro país del mundo a través de internet, por ejemplo.
Segundo, para las mujeres que acuden a demandar estos servicios en las “Casas, el precio que tendrían que pagar, no debería ser un obstáculo si se establece de forma adecuada, y sobre todo, si existe una demanda real y efectiva hacia los servicios que se prestan. En cualquier caso, si el Estado considera conveniente conceder ayudas a las mujeres sin recursos para obtener los servicios, podría hacerlo perfectamente, como lo hacen otros países del mundo, pero nunca financiando en su totalidad las estructuras altamente costosas. De ese modo, se podría eliminar el papel que juegan estas “Casas” como correa de transmisión de poder político, razón fundamental de su creación.
Introducir reglas de mercado en la prestación de servicios en estas “Casas” sería una correcta decisión. No se trata de hacerlas desaparecer, sino de situarlas en un plano similar al que existe en otros países, ya que la economía comunista cubana no puede aspirar a financiar todo lo que se produce en el país, y ya debería haber aprendido esta lección. Cuanto antes se percaten de la necesidad de apostar por el mercado, mejor les irá.
Querer financiar todas las actividades con cargo a los presupuestos públicos, sobre todo cuando la base económica es muy débil, no solo raya en la temeridad, sino que es un ejemplo de irresponsabilidad en la gestión que es preciso corregir. La economía cubana puede y debe producir bienes y servicios por el mercado, con instituciones privadas de tipo empresarial, similares a las que existen en otros países de Europa o América Latina, y esta apuesta es absolutamente necesaria para superar las trabas y obstáculos que limitan las posibilidades de crecimiento, de bienestar y de libertad económica y política de los cubanos.
La cuestión es, ¿por dónde empezar?
Un buen ejemplo de gasto superfluo, y que es preciso empezar a reducir, son las denominadas “organizaciones de masas” con las que se estabula a una sociedad que carece de absoluta movilidad. Los analistas sostienen que una parte de la eficacia del régimen para mantener controlada a la población no reside tanto en la represión desmesurada de los organismos de vigilancia, CDRS, y policía, Minint y sus batallones de respuesta rápida, por ejemplo, sino también en el papel que desempeñan estas organizaciones dedicadas a movilizar, escudriñar y cercenar las opciones de libertad de los cubanos, desde su edad infantil. Y dado que en estos días se celebra en la Isla el aniversario de una de las más importantes, la Federación de Mujeres Cubanas, tal vez resulte de interés observar algunos aspectos relacionados con esta organización.
Un artículo en Granma nos proporciona información sobre un programa de la Federación denominado “Casas de Orientación a la mujer y la familia”. Fundadas como parte de una red nacional en 1990, durante el período especial, cuando los recursos económicos del régimen empezaron a menguar por la pérdida del apoyo financiero de la ex URSS y la caída del muro de Berlín en Europa, estas Casas ofrecen, y cito textualmente a Granma a las mujeres “asesoría e información sobre sus derechos y cómo demandarlos; educación acerca del rol en el hogar y la salud; y opciones para su desarrollo profesional y posterior inserción en la vida social y laboral”.
Ni que decir tiene que estas Casas cuentan con equipos de profesionales altamente especializados y multidisciplinarios en los ámbitos de la psicología, la pedagogía, la medicina, el derecho y la sociología, entre otros conocimientos. No tengo la menor duda que se trata de un servicio de alto valor añadido, especialmente diseñado para las mujeres y proporcionado en numerosos establecimientos regados por toda la geografía. Para el ejemplo de Santiago de Cuba, al menos en cada municipio se ha creado una de estas Casas de Orientación.
La pregunta es, entonces, ¿puede un régimen que no tiene garantizado el suministro de alimentos básicos a la población por su incompetencia para trasladar los productos del campo a las ciudades, desarrollar infraestructuras de este tipo? Aunque el artículo no ofrece datos, ¿qué demanda tienen estas Casas de Orientación al día, o a la semana, o al mes, que justifiquen su coste, porque desde luego, servicios de estas características, suelen ser muy costosos? Alguien al final tiene que pagar las aventuras de los intervencionistas. Y de nuevo, se vuelve al problema del “embargo” o del “bloqueo” como se le quiera denominar, ya que el Estado no puede asumir la carga de la financiación de este tipo de “aventuras”, si no es ejerciendo un peso aplastante sobre toda la economía e impidiendo el despliegue efectivo de la iniciativa privada.
Entonces viene la gran apuesta: si los recursos que se destinan a estas “Casas” se liberasen para otras actividades más productivas y eficientes, ¿qué podría suceder? La respuesta que debemos ofrecer a todos los cubanos es que seguramente todo podría funcionar mejor.
Primero, las profesionales que trabajan en estos Centros no tendrían dificultades para establecerse por cuenta propia y dirigir sus propios negocios, con consultas dirigidas al público, en condiciones similares a las que existen en otros países de Europa o América Latina. Podrían, para empezar, cobrar el precio real de sus servicios y ofrecerlos en condiciones de calidad similares. También podrían ubicar sus despachos libremente en aquellos sitios más adecuados, y desde luego, podrían asociarse y emplear las técnicas más convenientes para una adecuada prestación de los servicios, a la vez que en ausencia de limitaciones a la prestación, ofrecer su experiencia, que seguramente es de alto valor añadido, a mujeres de cualquier otro país del mundo a través de internet, por ejemplo.
Segundo, para las mujeres que acuden a demandar estos servicios en las “Casas, el precio que tendrían que pagar, no debería ser un obstáculo si se establece de forma adecuada, y sobre todo, si existe una demanda real y efectiva hacia los servicios que se prestan. En cualquier caso, si el Estado considera conveniente conceder ayudas a las mujeres sin recursos para obtener los servicios, podría hacerlo perfectamente, como lo hacen otros países del mundo, pero nunca financiando en su totalidad las estructuras altamente costosas. De ese modo, se podría eliminar el papel que juegan estas “Casas” como correa de transmisión de poder político, razón fundamental de su creación.
Introducir reglas de mercado en la prestación de servicios en estas “Casas” sería una correcta decisión. No se trata de hacerlas desaparecer, sino de situarlas en un plano similar al que existe en otros países, ya que la economía comunista cubana no puede aspirar a financiar todo lo que se produce en el país, y ya debería haber aprendido esta lección. Cuanto antes se percaten de la necesidad de apostar por el mercado, mejor les irá.
Querido,
ResponderEliminarYo tengo varias preguntas sobre comunismo en cuba. ¿La mayoría de la gente le gusta comunismo? ¿La gente cree en la famila de Castro? ¿Cómo económicamente próspero es cuba? ¿Es fidel castro como karl marx o Joseph Stalin?
Muchas Gracias por su tiempo
saludos, HD.
Querido,
ResponderEliminarYo tengo varias preguntas sobre comunismo en cuba. ¿La mayoría de la gente le gusta comunismo? ¿La gente cree en la famila de Castro? ¿Cómo económicamente próspero es cuba? ¿Es fidel castro como karl marx o Joseph Stalin?
Muchas Gracias por su tiempo
saludos, HD.