En torno al próximo congreso de los economistas cubanos a celebrar en 2013!!!

Los economistas cubanos integrados en la oficial ANEC, han anunciado la convocatoria de su 7º congreso para los días 13 al 15 de junio del año 2013. ¿No les sorprende? A mí, no. De una organización que cuenta con 79.000 asociados y que elige un 26 de noviembre como fecha para anunciar el Congreso que se va a celebrar casi dos años después, podemos esperar cualquier cosa. Ser Economista en Cuba no debe resultar muy fácil.

Los que nos dedicamos a esta profesión, sabemos lo complicado que es transformar en acción técnica eficaz el conjunto de enseñanzas, ideología y mandatos que se contienen en El Capital, de Carlos Marx. Y hemos sido testigos del fracaso de la aplicación práctica del marxismo a la ejecución de las políticas con el derrumbe del Muro de Berlín, y la orientación de China hacia un sistema que no guarda relación alguna con la oscuridad pesimista del maoísmo. Pretender que esas enseñanzas del siglo XIX tengan algo que ver con la sociedad del conocimiento y la globalización del siglo XXI es como tratar de que regrese la Inquisición al presente.

79.000 asociados de cuya respetabilidad no tengo la menor duda, y cuya perspectiva del análisis económico se encuentra dominada por la ideología imperante, el marxismo, que ha prestado escasa atención a las cuestiones comerciales y de marketing, olvidando la relevancia que tienen las necesidades de los consumidores para fijar los niveles de producción. Que no ha considerado la relevancia del análisis coste beneficio en la determinación de las necesidades de los agentes económicos, y que no tiene en cuenta que el comportamiento maximizador sometido a restricciones posee una fuerza extraordinaria para comprender buena parte de los procesos económicos. Economistas que posiblemente desprecian el potencial regulador del Estado en las economías mixtas, donde la acumulación de renta y riqueza por los particulares puede ser ajustada en beneficio de sociedades más justas y equitativas.

Además, eligen un 26 de noviembre, fecha en la que el Che Guevara fue nombrado ministro presidente del Banco Nacional de Cuba, iniciando esa larga y oscura etapa que ha llevado a la economía cubana a uno de los registros peores del mundo en todos los frentes, para anunciar un evento relacionado con la Economía. Un aniversario de una de las decisiones del infortunio más graves de la historia reciente de Cuba, poniendo en manos de un aventurero la dirección de los asuntos económicos del país. Y el Congreso se va a celebrar dentro de dos años, concretamente a mediados de 2013. Podemos preguntarnos si esta fecha está fijada ex profeso, o es el resultado de alguna decisión cuyo significado no podemos comprender. ¿Es que acaso este tiempo es considerado suficiente para evaluar los cambios introducidos por el raulismo castrista? Largo me lo fiáis, porque en los tiempos que corren un minuto puede suponer un retraso de décadas. La medición de los tiempos en Economía, durante largo tiempo no tenidos en cuenta en los análisis, ahora ocupa un papel fundamental en los modelos, y las decisiones se toman de forma instantánea, con consecuencias notables a corto, medio y largo plazo.

La ANEC dice expresamente que organiza su congreso para ponerse al servicio de la cúpula de poder que dirige el país y contribuir al “proceso de actualización del modelo económico que garantizará la continuidad e irreversibilidad de nuestro socialismo, el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida de la población, preservando los valores de justicia social y los principios revolucionarios, a la luz de las realidades de hoy”.

Muy bien, me parece un enunciado magnífico para el sistema político e institucional de Cuba, pero los economistas cubanos deben ser conscientes que si cumplen con ese mandato no estarán, si no, creando más problemas para la economía a la que pretenden servir. Una economía que necesita, al igual que la sociedad que la sustenta, más libertad, más iniciativa privada libre, con derechos de propiedad bien definidos, estables y protegidos de la confiscación estatal. Una economía en la que el mercado pruebe a asignar recursos escasos con mucha más eficiencia que cualquier planificador por muy bien informado que se encuentre. Una economía en la que decisiones públicas y decisiones empresariales queden bien definidas, separadas y distantes, para evitar esa copiosa mezcla de intereses militares, de la seguridad del estado y del partido único que confunden a las organizaciones estatales en Cuba con las empresas.

El pensamiento económico debe contribuir a poner en orden ese caos acumulado durante más de medio siglo para sentar las bases de un nuevo modelo que no tenga que ver con esa pretendida “actualización del socialismo”. Cuanto más se empeñen en que Cuba siga siendo socialista, se alejarán de las coordenadas de eficacia y competitividad. Cuanto más se concentren en hacer realidad los principios de la economía marxista, como esa tontería de que “cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”, peor le irá a una economía en la que se hace necesario potenciar las capacidades innatas de todos y cada uno de los ciudadanos, y permitirles llegar hasta donde sus ambiciones e ideales les dejen llegar, sin que ello suponga agravar la situación de otros. Cuanto más defiendan la empresa estatal y su funcionamiento obediente del poder, menos ineficiencia aportarán a la economía, en la que se hace necesario avanzar en un amplio y extenso plan de privatizaciones que cambie radicalmente los modelos de funcionamiento existentes improductivos e ineficientes.

Una última reflexión, olvídense de una vez del bloqueo, y traten de estudiar con detalle por qué Cuba carece de una adecuada posición en la economía mundial que le permita ser competitiva y ofrecer bienes y servicios de valor. Que evalúen la pesada carga de tantos años de subvenciones improductivas y ayudas como responsables de ese “fatalismo” que no comparto, y que sólo observo si Cuba se mantiene aferrada al modelo político y económico que la ha destruido.

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