Sobre el verdadero sentido del diálogo en Cuba

Soy de los que piensan que no hay nada mejor que el debate y el diálogo entre posturas, incluso distanciadas, para el avance sostenible de una sociedad. Incluso cuando las posiciones sean muy distintas y se observe una gran distancia entre las mismas, el diálogo ayuda a fijar posiciones de consenso y concertación que permiten a las sociedades avanzar y superar obstáculos. Desde esta perspectiva, el diálogo es fundamental para impulsar cambios en los modos de producción, de relación y de vida.

Esta pequeña introducción tiene mucho que ver con las noticias que algunos medios comienzan a difundir sobre el debate abierto en sectores de la sociedad cubana ante el próximo congreso del 28 de enero del Partido único, lo que ha creado no poca expectación.

De ser ello cierto, nos encontraríamos, qué duda cabe, ante un escenario nuevo en la pétrea oscuridad del régimen castrista en la que, históricamente, solo ha sido posible interpretar el sentido de la vida en términos de una ideología única llamada “revolución”. El contraste entre posiciones alternativas podría abrir un nuevo espacio para la vertebración social que no debemos minusvalorar.

Sin embargo, para que ese debate social tenga éxito y produzca los cambios necesarios, considero conveniente que se cumplan una serie de condiciones que, sin embargo, no observo en la realidad procedente de la Isla.

Lo primero es garantizar la máxima difusión social de los debates, que se conozcan por toda la sociedad aprovechando la influencia de los medios de comunicación social. Y aquí en la realidad castrista, las cosas son bien diferentes. En ese sentido, aunque la revista católica Espacio Laical ha dado un paso adelante, solicitando al Partido Comunista que en su Conferencia Nacional de enero "no pierda la oportunidad para aprobar las reformas necesarias para superar los problemas políticos y económicos” tengo mis dudas sobre el grado de conocimiento y notoriedad en amplios sectores de la sociedad de este tipo de mensajes.

El documento de Espacio Laical "dibuja a un PCC apegado a dogmas fracasados en otras experiencias, y aferrado a una relación muy vertical con la sociedad" y de manera explícita declara, "instamos a que la Primera Conferencia Nacional del PCC, último momento de la llamada generación histórica (que encabezan Fidel y Raúl Castro) para aportar cambios sustanciales y convocar al pueblo a realizarlos, no pierda esta oportunidad". La pregunta inmediata es ¿cuánta gente en Cuba conoce este mensaje y lo ha distribuido o comentado entre sus allegados y familiares?, ¿ha tenido este documento alguna referencia en los informativos de la televisión o la radio cubana superando los estrechos límites de las parroquias y sus círculos de influencia?

La realidad es que las noticias que llegan de Cuba sobre estas posiciones se conocen mejor fuera de la Isla que dentro. Las discusiones promovidas por el Partido único a través de sus correas de transmisión, las organizaciones de base, los CDRs, las organizaciones de masas, sólo plantean cuestiones relativas a la “velocidad” de los cambios, o si se acepta alguna actividad más de cuenta propista. Los debates, en ningún momento, cuestionan la naturaleza del cambio que es la naturaleza perversa del modelo económico y social, incapaz de alimentar a la población y de resolver de manera eficaz las notables carencias de todo tipo de la sociedad cubana durante más de medio siglo. Cualquier posición que se mueve en estas coordenada de cambio es simplemente excluida por la presión del sistema.

Y creo que el Partido único debería asumir que esa exclusividad política toca a su fin, y que las sensibilidades distintas que sin duda existen dentro de las filas comunistas, deberían aflorar hacia un pluripartidismo democrático que respetase las reglas del juego de la libertad política y económica.

Pero, ¿es que tiene sentido que el Partido único proponga que los no militantes solo puedan ocupar cargos en el gobierno si asumen los “principios consagrados en la constitución y la política del partido? ¿A dónde creen ir los comunistas castristas con ese inmovilismo trasnochado que rompe con cualquiera de los ejes de la sociedad del conocimiento en la que nos encontramos actualmente?

Si los comunistas quieren realmente debatir cuestiones que permitan avanzar a la sociedad cubana del siglo XXI tienen que incorporar al diálogo las bases del modelo político e institucional, y aceptar que buena parte del fracaso colectivo tiene su origen en la propia esencia del modelo. Ni “tímidas reformas”, ni “lentitud” en la aplicación de los cambios o calificativos de “insuficientes” van a contribuir a un debate fructífero sobre el futuro. Ya se ha visto en la discusión sobre los “lineamientos”: una política económica diseñada ex profeso para mantener el statu quo de poder comunista sobre una sociedad débil y un conglomerado estatal de empresas monopólicas dirigidas a cercenar cualquier indicio de libertad económica.

Desde hace mucho tiempo, los comunistas cubanos saben que la “óptica del imperio” como a ellos les gusta calificar al vecino del Norte, ha modificado sustancialmente sus intereses sobre el régimen. Del argumento propagandístico del bloqueo o embargo, que nadie cree ya, se han lanzado a una campaña en defensa de los “5 héroes”, en un intento de mantener encendida la batalla permanente contra EEUU. Cada vez queda menos combustible para arder.

Mejor que mantener un debate permanente con la potencia mundial, desde una posición numantina que ha dado buenos rendimientos políticos al régimen, sería, sin lugar a dudas, dar entrada en el diálogo interno a los sectores sociales que mantienen posiciones alternativas sobre el futuro de Cuba. Los disidentes, los ex presos políticos, los blogueros, los periodistas independientes, las Damas de Blanco, los profesionales independientes, configuran un amplio conjunto de organizaciones de la sociedad civil con las que el régimen, su Partido único, debería fijar el diálogo constructivo del que hablaba al principio. Estoy convencido de que la legitimidad que estos grupos podrían proporcionar al diálogo haría que esos sectores del gobierno y del Partido que piensan que las cosas deberían ser de otro modo dieran un paso adelante, abandonando el perfil errático que mantiene actualmente la dirigencia comunista.

Yo sólo les deseo mucha suerte en este proceso. Por el bien de Cuba y de todos los cubanos.

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