Cuba y España: una comparación de los primeros pasos hacia la transición
Elías Amor Bravo, economista
Cuando
Franco falleció en noviembre de 1975 tres grandes tendencias
políticas aparecían como posibles alternativas al escenario de
transición a la democracia que empezaba a dibujarse en aquel
momento.
En primer lugar, el sector inmovilista, formado por miembros del Movimiento nacional y del búnker ideado por la dictadura franquista para tratar de mantener y conservar un “franquismo sin Franco”. En este grupo se encontraban igualmente los principales núcleos de poder del régimen, integrados por los Falangistas, así como por la poderosa cúpula del Ejército y en buena medida, el sindicalismo vertical.
Este
sector en el régimen castrista viene representado por el
grupo de altos dirigentes que velaron las cenizas en el Ministerio de
las fuerzas armadas, con una edad media que ronda los 84 años y un
ciclo vital que toca a su fin, salvo el caso excepcional de Díaz
Canel.
En
segundo lugar, el sector reformista, en el que se habían ido
situando los aperturistas del
franquismo,
políticos con trayectoria en el régimen, como Fraga, Areilza o
Suárez. En este grupo se encontraban también los opositores
moderados al Régimen, que proponían una transición a la
democracia, más o menos suave.
Cabe
suponer, en tales condiciones, que Díaz Canel pueda representar ese
sector reformista del régimen castrista, que ha ido
eliminando a cualquier dirigente que se mostrase favorable a un
proceso de apertura. Ciertamente es difícil. Los reformistas en el
régimen castrista no existen o al menos, públicamente, no se
muestran.
Finalmente,
el sector
rupturista,
se encontraba integrado por los opositores radicales que no querían
hablar de un mantenimiento de las estructuras políticas del régimen,
y en el que se integraban la izquierda clásica española, la mayor
parte localizada en el exilio histórico, y la nueva izquierda
desarrollada por los grupos opositores internos, destacando partidos
como el PSOE, el PCE, y sindicatos como CCOO o UGT.
La
ruptura en Cuba, como en España, viene protagonizada por todos
los grupos políticos opositores y disidentes que sufren las
penalidades diarias de la represión y el encarcelamiento, sin poder
expresar libremente sus posiciones. Todos los grupos que existen en
la isla cuentan con el reconocimiento de las organizaciones
internacionales de su mismo espectro ideológico y participan de los
congresos y reuniones en las que son invitados, gozando de un alto
respeto y reconocimiento. Posiblemente mayor que el que tenían
los pequeños partidos y organizaciones españoles a la muerte de
Franco.
La
transición a la democracia se inició con la proclamación de
don Juan Carlos como Rey. En aquella sesión histórica, juró ante
las Cortes franquistas, los llamados Principios Fundamentales del
Movimiento Nacional, el 22 de noviembre apenas dos días después de
la muerte de Franco. Era lo que estaba previsto desde que en 1969 el
viejo dictador lo había nombrado su sucesor en la Jefatura del
estado, bajo aquella convicción falsa de que “todo estaba atado y
bien atado”.
En
Cuba, la proclamación de Raúl Castro como sucesor de su hermano ya
se produjo hace varios años, y desde entonces, el régimen no ha
cambiado, salvo en algunas propuestas de imagen como los llamados
“Lineamientos” que buscan una cierta apertura económica para
ganar tiempo. Raúl Castro ha mantenido inalterada la política de su
hermano, y de hecho, lo ha reafirmado públicamente en numerosas
ocasiones. No es falta de voluntad política.
La
realidad es que el joven Rey Juan Carlos siguió a partir de
noviembre de 1975 un camino muy distinto al imaginado por el dictador
y sus fieles. Los gestos se convirtieron en hechos. Raúl Castro, por
el contrario, no ha seguido, al menos hasta la fecha, camino
alternativo al imaginado por su hermano.
Haciendo
de nuevo un poco de historia, en su discurso de coronación, don Juan
Carlos expresó abiertamente sus intenciones
reformistas,
al señalar que su deseo era “una sociedad libre y moderna, con la
participación de todos en los foros de decisión y conseguir que
cada día esa eficaz participación sea una empresa comunitaria y una
tarea de gobierno”. Este mensaje se concretó en el nombramiento de
Torcuato
Fernández de Miranda
al frente de las Cortes franquistas y del Consejo del Reino que
desempeñó un papel fundamental en todo el proceso de transición.
Al mismo tiempo, y para dar tranquilidad a los sectores
reaccionarios, opuestos a cualquier cambio del régimen, mantuvo a
Arias
Navarro
como presidente de gobierno, en un intento de recuperar el llamado
“espíritu del 12 de febrero”.
Raúl
Castro no ha hablado nunca de reformas, ni de libertades, ni de una
sociedad moderna y plural, en la que se garantice la participación
democrática y el respeto a los derechos humanos. Su discurso
mantiene el tono agresivo y beligerante de su hermano, y salvo
la retórica del descongelamiento con Obama, pocos cambios se
han producido en las estructuras del viejo régimen castrista. En
Cuba no hay nombramientos significativos en la dirección política
del país, que puedan presagiar cambios. Todo permanece con el mismo
signo reaccionario de los viejos tiempos. Nada ha cambiado.
Para
aquellos que lo deseen saber, el “espíritu del 12 de febrero” se
corresponde con el anuncio realizado por el entonces presidente Arias
Navarro, con Franco todavía vivo, de un tímido proceso de
apertura política del régimen, consistente en la promesa de
algunas innovaciones como la elección de alcaldes, importantes
reformas en el ámbito de la actuación sindical y lo más relevante,
una ley de “asociaciones políticas” que en cierto modo venía a
dar respuesta a los partidos que deseaban aumentar el pluralismo
democrático en el país.
Los
analistas y observadores opinan que en los próximos meses no cabe
esperar cambios en Cuba que no vayan en la dirección de más
represión, más fidelismo, más culto al líder y más régimen.
Opciones que se reserva Raúl Castro para ganar tiempo hasta 2018
cuando tiene previsto abandonar el poder y preparar las condiciones
de la sucesión.
Las
medidas contenidas en el llamado “espíritu de frebrero” en vida
del dictador Franco, entraron enseguida en un proceso muy lento que
defraudó a amplios sectores sociales, y la oposición, ya entonces
organizada, salió a las calles en protestas y huelgas. La
respuesta del régimen franquista fue la única que sabía hacer:
represión, detenciones masivas, cierre de revistas y de prensa,
leyes antiterroristas y ejecuciones sumarias. Con ello, los sectores
inmovilistas del régimen trasladaban un mensaje muy claro a la
sociedad: no iban a admitir la menor reforma o cambio de estructuras,
y actuaron con gran dureza contra los sospechosos de izquierdismo.
En
Cuba, no cabe esperar movilizaciones sociales contra del
régimen por el temor a la represión y los mecanismos de delación y
control que existen en la vieja dictadura comunista. Difícil será
que estos mecanismos, arraigados en las estructuras sociales como los
CDRs o las organizaciones de masas, desaparezcan rápidamente, cuando
no existe voluntad política de hacerlo, ni tampoco protestas
sociales violentas. Tan sólo un aumento de la pobreza estructural,
provocada por aumentos de precios sin alzas salariales, puede
provocar un estallido en el régimen castrista.
No
obstante, aquel primer gobierno del rey Juan Carlos, con Arias
Navarro de presidente, contaba entre sus miembros a significados
aperturistas como Fraga, Areilza, Suárez o Martín Villa. La
transición, con grandes dificultades, se
abría camino.
Raúl
Castro continúa al frente de un gobierno en el que nadie tiene poder
alguno para introducir cambios, solo él, y en el que no resulta
fácil identificar aperturistas o personalidades capaces de liderar
una transición a la democracia.
A
resultas de lo expuesto, querer observar, en estos primeros momentos
en que desfila la urna con las cenizas del tirano Fidel Castro
por la isla, algún parecido con los acontecimientos descritos en
España, justo en fechas próximas a la muerte de Franco, no tiene
mucho interés salvo para constatar la existencia de notables
diferencias. Seguiremos relatando los hechos.
Nota
del autor:
Este
blog se dedica principalmente al análisis de las tendencias de la
economía castrista y evaluar sus resultados, pero los
acontecimientos recientes nos llevan a incluir estos posts en los que
tratamos de aportar una visión de cómo la transición española a
la democracia puede servir de referencia a la cubana que todos
deseamos.
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