Algunas de las reformas que necesita el comercio en Cuba
Elías Amor Bravo,
economista
Mientras que la
Contraloría se lanza como un órgano represor al servicio de la seguridad
del estado contra la actividad empresarial, al tiempo que proclama
que aún falta mucho por andar en el camino de la eficiencia y la
productividad, la viceministra de comercio interior, Miriam
Pérez González, presentó el balance de gestión de su Ministerio
durante el pasado año. Granma se ha hecho eco de este acontecimiento
en una breve nota.
La viceministra
reconoció “deficiencias del trabajo comercial”, situando la
prioridad en la perfección de los métodos de dirección para
alcanzar, así, resultados superiores. En el acto, que
contó con la presencia de Ulises Rosales del Toro,
vicepresidente del Consejo de Ministros, y de Mary Blanca
Ortega Barredo, titular del mincin, la viceministra exigió “elevar
la exigencia y trabajar en pos de un mayor enfrentamiento a las
indisciplinas, el delito y la corrupción en la actividad del
comercio, con el fin de eliminarlas”.
¿De dónde vienen
estas indisciplinas, delitos y corrupción a las que se refiere la
viceministra?
En algunas ocasiones,
nos hemos detenido en abordar esta cuestión. No es posible avanzar
en el proceso de reformas introducidas por los llamados
“Lineamientos de la Política Económica y Social” en
el ámbito del comercio, al igual que en otros muchos sectores de la
economía, si no se produce antes una remoción efectiva y en
profundidad del aparato jurídico y administrativo que regula esta
actividad desde los años de la ofensiva revolucionaria y la
confiscación total de los derechos de propiedad en la economía. No
es posible introducir modelos de comportamiento basados en la
eficacia, la descentralización y el compromiso, cuando todo el
capital productivo de un país depende de un solo órgano de control
estatal.
Cuando toda la
propiedad está concentrada en un órgano superior, no se pueden
elaborar las propuestas de actuación de las empresas, ni mucho menos
proceder a la aprobación e implementación de las políticas de
gestión. Siempre existirá un órgano superior al que referir la
decisión finalmente adoptada, que excluye y limita la
responsabilidad del gestor. Es fácil concluir de lo expuesto que si
no se suprime ese poder central coercitivo sobre las acciones de los
agentes económicos, el sistema no acabará de salir adelante. Esta
es una cuestión esencial que deben comprender las autoridades del
régimen, por ejemplo, que la economía no podrá funcionar con
modelos absurdos como el llamado “proceso de perfeccionamiento”
que es una aplicación de la economía cuartelera a la actividad de
producción de bienes y servicios, y que se muestra inconsistente.
Si no se remueven las
estructuras obsoletas y estalinistas, que lastran el dinamismo de la
economía y deterioran las condiciones de vida de la población, ni
el mincin ni nadie será capaz de lograr el necesario reordenamiento
del comercio mayorista, y la mejora de la comercialización
al por mayor de productos a cuentapropistas, aspectos que están
frenando el avance de estas nuevas formas de organización económica
con impactos muy notables sobre los precios de venta al público.
Lo que el régimen
denomina nuevas “fórmulas no estatales en el comercio,
fundamentalmente en cuanto a los servicios gastronómicos, personales
y técnicos de uso doméstico” deben ser promovidas dentro de un
nuevo marco estable de derechos de propiedad privada que permitan a
estas nuevas empresas de propiedad privada, adquirir dimensión y
escala para poder prestar más y mejores servicios a los consumidores
y a la población en general. Cualquier restricción o alternativa a
este modelo, es una pérdida de tiempo que solo puede producir más
escasez.
El Mincin anuncia entre
sus objetivos, la promoción de estudios y propuestas de políticas
de comercio interno. Sería bueno que estos estudios evaluaran el
escenario alternativo al que estamos haciendo referencia. El mismo
que funciona en otros países y que el régimen castrista no quiere
apoyar en Cuba. La implementación de las actuales políticas ya
aprobadas es más de lo mismo, y en materia comercial, más que
“perfeccionar”, lo que se requiere es deconstruir para volver a
construir.
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