¿Por qué escasean los medicamentos en las farmacias cubanas?
Elías Amor Bravo, economista
Granma publica una información en la que señala que funcionarios y dirigentes de Biofarma y Minsap aseguran que se estabiliza paulatinamente la disponibilidad de medicamentos en las farmacias cubanas. Un problema de la industria farmacéutica que “ha provocado numerosas faltas y bajas coberturas de fármacos en la red de farmacias del país”, convirtiéndose en un asunto de la máxima preocupación para los cubanos.
Lo cierto es que con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba y entre 2014 y 2016, se ha producido una evolución nada favorable en las ventas de productos farmacéuticos en la isla. Así, de un valor total de 1.519 millones de CUP en 2014, que aumentaron a 1.564 millones de CUP en 2015, el dato de 2016 refleja un descenso muy significativo, situándose en 1.487 millones de CUP, de modo que en los tres años se ha producido una reducción del 3% que aumenta al 5% si se compara con el año anterior. La situación en 2017 puede ser incluso peor, aunque no se disponen datos. No es extraño que aumente la preocupación. Ello ocurre, además, en un momento en que el indicador general de circulación minorista de la economía crece continuamente, a tasas modestas, de año en año.
La discrepancia entre la evolución del sector farmacéutico y la economía en general, ha llevado a Granma a investigar sobre las causas que han producido la situación.
Un aspecto fundamental se refiere a la elevada presencia de productos fabricados por la industria nacional en el conjunto de los medicamentos que configuran lo que denominan “cuadro básico”, unos 800. Como consecuencia de ello, cuando la industria se encuentra en situación de dificultades, su peso en el total se nota, dada la escasa dependencia de las importaciones de medicamentos.
¿Y por qué la industria atraviesa problemas? La respuesta aquí no va a ser muy distinta de la que se podría obtener en otras actividades de la economía.
Un primer factor explicativo está en la falta de financiación para pagar a los proveedores, el tradicional problema de falta de liquidez de la economía, lo que impide abonar el precio de adquisición de las materias primas, materiales de envases, e insumos que necesita la industria, altamente dependiente, aquí si, de las importaciones (China, India, Europa) para todos estos bienes intermedios que se incorporan en el proceso productivo.
Así que la falta de financiación está detrás de la paralización de las fábricas durante el año 2016 y parte del 2017, al no disponerse de los recursos a tiempo, pero también, una absurda dependencia de bienes intermedios (materias primas, envases, etc) que tal vez deberían ser producidos de forma prioritaria por la industria cubana, pero que actualmente no lo son. Habría que preguntarse por qué.
Granma, señala, ¿cómo no? que otro ámbito de la responsabilidad se encuentra en el “bloqueo norteamericano”, que justifica “elevados gastos por la no utilización del dólar en las transacciones, dificultades en los bancos, tener que utilizar terceros países para lograr adquirir equipos, piezas de repuesto de fabricación americana, reactivos químicos y otros insumos, y adquirir las materias primas en mercados muy lejanos con largos periodos de entregas, donde los fletes muchas veces son aéreos, lo cual provoca tener que erogar más divisas de lo que cualquier otro país gastaría para poder obtenerlas”, etc, etc. Como si el único mercado de suministro de bienes intermedios del mundo fuera Estados Unidos.
Granma apunta que para resolver el problema, los dirigentes del Minsap y BioCubaFarma han estado trabajando para “lograr la disponibilidad de al menos un medicamento por grupo farmacológico”. En cierto modo, no se resuelve el problema de fondo, financiación y dependencia de importaciones. Entonces, ¿qué han hecho?
Primero, proponer soluciones parciales y coyunturales que solo sirven para producir algo de optimismo en cuanto empiezan a “entrar un volumen importante de materias primas, lo que permite fabricar más medicamentos”. No obstante, el problema se mantuvo porque lejos de dar una solución integral, los parches rara vez funcionan.
Algunos medicamentos esenciales, como los diuréticos tiazídicos o el Enalapril y el Captopril, empezaron a entregarse de forma racionada, pero las entregas fueron muy limitadas y en muchos casos “o no se encontraban en la red de farmacias, o la disponibilidad que había era inferior a las necesidades de la población”, estimada en 1,4 millones de cubanos en tratamiento.
La llegada a cuentagotas de los medicamentos a las farmacias cubanas explica el bajo nivel alcanzado por la venta de productos farmacéuticos en 2016. Las autoridades consideran que, con ello, “la industria se ha ido recuperando, manteniendo estable la mayoría de sus producciones”. Con todo, se destaca que “la mayor afectación se produce con la entrega de la Dipirona, producto altamente demandado por la población cubana, que requiere más de 1.000 millones de tabletas de este analgésico al año”. Un producto con una cobertura muy inestable, porque las plantas no tienen capacidad para producir los niveles demandados.La autarquía económica tiene sus consecuencias. Esta es una de ellas.
Segundo, centrar la vigilancia y el control en las farmacias. El Minsap lanzó un control sobre el 100% de las farmacias (comunitarias, y del estado igualmente) en un intento de asumir las insatisfacciones de la población en relación con la falta de medicamentos.
Asombroso: el control de las farmacias dio como resultado un “grupo de insuficiencias en el funcionamiento de muchas de ellas, relacionadas con la propia solicitud de medicamentos a los almacenes proveedores, el proceso de mantenimiento y reparación de la infraestructura de las propias farmacias, la falta de preparación del personal y con la falta de compromiso y responsabilidad que de alguna manera podían conducir a ilegalidades y a hechos de corrupción, muchos de los cuales fueron identificados en esa visita”.
Ilegalidades y corrupción en las farmacias. La salud, uno de los “logros” de la revolución, no funciona bien, o al menos eso se reconoce. Y por ello, el régimen hace lo de siempre y se lanza a una campaña de “control y fiscalización en las farmacias, preparación del personal, aseguramiento material, aseguramiento y atención a los trabajadores”. En suma, más de lo mismo. El resultado, el previsto: “sanciones y represalias a un grupo importante de trabajadores de los servicios farmacéuticos, algunos de ellos llevados incluso a procesos penales, por estar involucrados en la venta ilícita de medicamentos”. El peor rostro represivo del régimen en la venta de medicamentos.
La solución está clara, pero en Cuba es inviable al menos hoy. Yo les recomiendo que visiten alguna de las farmacias que regentan cubanos en Hialeah o New Jersey, e incluso en Madrid, y verán lo que es eficiencia, buena gestión y control. La realidad es que la propiedad estatal de los medios de producción acabará siendo abolida de la economía cubana. Es un desastre. No tiene sentido. En los medicamentos, hay razones para pensar que todos estos problemas se podrían haber resuelto con la receta que precisa Cuba: más empresa privada, más mercado y libre elección. Sin embargo, el régimen va en sentido contrario, con más burocracia, represión y control. Ya verán, en poco tiempo volverán a escasear las medicinas.
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