Sin jabón que llevar a casa, pero en las tiendas MLC hay freezers y splits

Elías Amor Bravo, economista
El paquidermo de la economía castrista se desplaza lentamente y además, lo hace de forma torpe. Justo en un momento en que el jabón es el producto que escasea en todo el país, y la gente lo busca ansiosamente en vano, al régimen no se le ocurre otra cosa que prestar atención a la red de comercios en moneda libremente convertible, donde precisamente se vende de todo, menos jabón y productos de limpieza, tan necesitados.
Con independencia que resulte extraño que no se produzca suficiente jabón en un país, asunto que probablemente nos ocupará en otra entrada del blog, un artículo publicado en Granma pasa revista a la situaciónde las ventas en las tiendas MLC y señala, al respecto, que el gobierno “no ha logrado estabilizar las ofertas de determinados productos de alta demanda, como los splits y los freezers, fundamentalmente”, si bien “se observa mayor presencia de estos surtidos, desde el punto de vista de las contrataciones y los arribos de mercancías, el país está en mejores condiciones de responder al pedido de los clientes”. Prestar atención a lo que se vende en estas tiendas MLC tiene interés porque confirma que el paquidermo no solo es lento, es que está desorientado.
No digo que los “splits y los freezers” no tengan demanda. Que la tienen. Pero si en este momento crítico le preguntan a cualquier cubano qué es lo que necesita más y con mayor urgencia, hablará de productos de limpieza y aseo personal que llevan desaparecidos dos meses. Y si el régimen castrista hiciera las cosas bien y con sensatez en materia comercial, no estaría pensando en babosadas como “diálogos entre directivos de las cadenas Cimex y Tiendas Caribe con la Empresa de Servicios Automotores s.a. (Sasa) para garantizar el reaprovisionamiento de la red, cuyas ventas han superado cualquier pronóstico inicial”, sino en dar solución a lo que realmente necesita la gente.
¿Quién le puede dar una pista al régimen de lo que debe hacer? Para actuar de manera eficiente, le sugiero que imite lo que están haciendo en este momento muchos de los trabajadores por cuenta propia que tienen licencia y pasaporte para salir al exterior, compran productos en otros países y los traen a Cuba para venderlos.
Informaciones procedentes de las grandes zonas de distribución comercial de Cancún, Panamá o Santo Domingo, e incluso Haití, apuntan a las compras por cubanos de productos de limpieza y aseo han dejado a determinados establecimientos de la zona con bajos niveles de stock. Estos ciudadanos cubanos, esenciales para el bienestar de la población, compran estos productos para después revenderlos en el mercado nacional sobre todo a aquellos cubanos que no pueden hacer lo mismo.
Se sacrifican porque buscan un merecido lucro con su actividad. Si no fuera así, se quedarían descansando en los sillones de sus portales, pero no, son gente emprendedora, de alto valor y sentido social. Gente que, con grandes esfuerzos, en cada viaje, en función de los productos y la gama transportada, y de la incidencia de los vigilantes aduaneros, puede reportar por encima de los 100 dólares de ganancia (una cantidad que en España o Estados Unidos puede parecer irrisoria para cualquier operación comercial) y sin embargo es más de 4 veces el salario medio que se paga a un profesional en el sector presupuestado. El incentivo está claro. Así es como funcionan las cosas en la economía de mercado libre. Al compararlo con la irresponsabilidad del régimen, esta si cabe, es mayor aún.
Mientras que los cubanos buscan y encargan a estos profesionales sus necesidades de jabón y de productos de limpieza e higiene, los comunistas según Granma andan abriendo estas tiendas de ventas en MLC, que en número de 76 ya contribuyen a la recaudación de divisas por medio de la venta de líneas de ferretería, computación, muebles de alto estándar y equipos gastronómicos profesionales.
En el diario oficial comunista se felicitan por haber corregido “determinadas deficiencias en el abastecimiento”, y por haber conseguido que “las ventas, de forma general, hayan cumplido los objetivos previstos”, así como “la captación de ingresos y se ha dado respuesta a una demanda de la población hasta entonces insatisfecha”. Habría que preguntar, en tales condiciones, qué preferían los cubanos, si comprar en estas tiendas en las condiciones que obliga el régimen, o seguir confiando en los profesionales que traían los productos del exterior y aceptaban pago en efectivo. Por cierto, eliminados por el régimen cuando vieron que ese negocio de divisas podría ser suyo.
De modo que mientras el régimen “amplia las capacidades de estas tiendas, readecúa las conformaciones de los contenedores e incrementa las contrataciones” los cubanos hacen lo que sea por conseguir un jabón, cuyo suministro en las tiendas no está previsto hasta el mes de abril, si es que finalmente se cumplen los planes de la ministra del ramo. Estoy absolutamente convencido que si en vez del estado, los comercios en Cuba descansaran en agentes privados, la oferta se adaptaría a la demanda y no se producirían situaciones anómalas como la descrita, que no se pueden explicar de modo alguno.
Es fácil concluir que las tiendas en divisas se han ido concentrando en este tipo de productos duraderos, porque la demanda se va reduciendo, porque las prioridades son otras y si hay que destinar más dinero a los productos de limpieza, los otros se quedan en los anaqueles. Es una cuestión de prioridad y de libre elección, vectores de la economía de mercado libre que el régimen comunista de Cuba ni entiende ni será capaz de enrender. De modo que mientras los dirigentes de estas tiendas MLC andan buscando proveedores de “ferretería, la computación, plantas eléctricas, sistemas de cámaras de vigilancia, cámaras frías, carpintería metálica, herramientas eléctricas” los clientes lo que necesitan realmente es jabón y detergente.
Se que entender esto no es fácil, cuando durante 61 años se ha estado atendiendo a la población con desdén, mediante una miserable libreta de racionamiento, que lo único que ha generado son colas, escasez, la necesidad de resolver y la extensión generalizada de una economía informal mucho más próspera que la oficial, para el día a día del consumidor cubano. No hay otra explicación para este escenario, inexistente antes de 1959, que el modelo instaurado por la llamada revolución que acabó con el comercio cubano, uno de los más prósperos y dinámicos del mundo.

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