La cultura de la empresa estatal socialista en Cuba: unos apuntes


Elías Amor Bravo, economista

Hablar de cultura empresarial en Cuba significa hablar solo de empresas estatales socialistas, que para el régimen castrista representan el "eje sobre el que gira todo el sistema económico". Es difícil saber cuántas veces las autoridades comunistas hablan una y otra vez de la necesidad de “fortalecer a la empresa estatal socialista”, como si reconocieran que estas nunca han sido fuertes, que no lo pueden ser y que siempre acabarán siendo un origen de problemas, un mal endémico de una economía sin referentes en el mundo.

La empresa estatal socialista en Cuba ha mostrado, desde sus orígenes tras las confiscaciones revolucionarias, que no se puede convertir en motor impulsor de la economía, que es incapaz de ser eficiente, rentable, dar solución a los problemas que surgen en la sociedad cubana, y en concreto, volcarse en la permanente e inexplicable preocupación por reducir las importaciones a cualquier precio. Y en ese sentido, destacar que antes de 1959 existían en Cuba empresas estatales sobre todo en el ámbito de los servicios, que prestaban servicios de calidad, eran rentables y algunas se situaban como líderes en sus sectores.

Nada que ver con la situación actual en la que se revelan numerosos problemas. Sobre estas cuestiones reflexiona un artículo en Granma titulado “Cultura empresarial: acortar distancias entre lo logrado y la meta” que obviamente refleja la posición gubernamental y del partido que lo sostiene. Vamos a ello.

Varios ejemplos de empresas se utilizan en la nota para abordar la problemática de la cultura empresarial.

Primero, que la búsqueda de alternativas de oferta nacional a productos que se importan a muy alto precio suele acabar en un fracaso, porque en la economía cubana las empresas no han desarrollado una cultura de los encadenamientos.

Segundo, que la ciencia o el intelecto pueden ayudar a explotar potencialidades, pero el elemento indispensable es la visión del empresario que suele escasear, porque la empresa estatal se valora mucho más la obediencia y el cumplimiento de las directrices políticas.

Tercero, que las empresas que importan del exterior bienes de todo tipo, rara vez aprovechan esos procesos como un medio de establecer relaciones de trabajo e intercambio de conocimientos.


Cuarto, que no existe preocupación real por mejorar los sistemas de control interno, y de ese modo los recursos almacenados, los que sobran y faltan no se miden adecuadamente; tampoco existe una relación entre los directivos con la estructura económica de la entidad; y hay una escasa atención a la relación entre la calidad y el rigor del trabajo, entre otras.

Quinto, Granma destaca también que la falta de conocimiento de las Ciencias Económicas, y la necesidad de profundizar y estudiar en estas materias para conducir, controlar y gestionar las empresas condiciona a las empresas.

Estos cinco elementos de la cultura de la empresa estatal socialista se ponen en relación con la declaración en julio de 2019, de Díaz-Canel relativa a “construir entre todos una cultura empresarial, con el propósito de disponer de entidades robustas”.

El artículo explora la dificultad de conseguir dicho objetivo y expone una serie de razones que impiden la robustez de las empresas, como la eterna e irresoluble cadena de impagos, que genera sólidos argumentos para el conflicto entre las empresas; o los procesos de búsqueda e identificación de mercados fuera del archipiélago, con particular atención al papel que puede tener en ello la inversión extranjera; a lo que se añade la pérdida de tiempo con la planificación o la necesidad de destrabar como componente principal de la filosofía de trabajo.

Granma dice que existe una notable diversidad de criterios en torno a lo que se entiende como cultura empresarial y su forma de manifestarse, “sobre lo que se necesita para que nuestras entidades puedan acceder a un estadio superior de eficiencia y competitividad”, algo que las empresas estatales socialistas no han logrado aún. Reconocido de forma expresa por el diario del régimen.

¿Es acaso un resultado de esfuerzo y talento? No.

¿Es acaso un resultado de fórmulas preestablecida, quizá líneas generales, pero no maneras tácitas de hacer, porque todo lo que como país se ha previsto? Tampoco

¿Es acaso el resultado de medidas aprobadas para este fin por el gobierno? Mucho menos aún.   

El estado deseado de la empresa estatal socialista, como el de cualquier otra empresa es la rentabilidad y la sostenibilidad. La generación de valor para sus clientes, lo que exige la innovación continua en producto y calidad de servicio. Saber explotar las ventajas competitivas por medio de un adecuado conocimiento de la demanda del mercado. Invertir en proyectos debidamente valorados y que permitan generar más recursos. No perder ni un instante en la lucha por el talento y desplegar su actividad dentro de un marco socialmente responsable.

Pues hay que recordar a Granma que esto mismo es lo que hacen las empresas privadas de mercado libre en la actualidad. Su éxito y el dividendo a sus accionistas y sueldos a los trabajadores y directivos, depende de una agenda como la descrita. La lucha de clases comunistas cayó con el muro de Berlín hace muchos años. Si en Cuba no funciona con la empresa estatal socialista el problema puede estar precisamente en su titularidad, lo que impide el dinamismo que requiere la cultura empresarial moderna. Depender del estado, del gobierno, de la política, hace que las empresas pierdan su cultura y naturaleza. Por ello, en Cuba se necesita un marco jurídico estable para el respeto a los derechos de propiedad privada que otorgue espacios de actuación independiente para todo tipo de empresas. Una política económica alternativa es posible.





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